Las gotas de agua de aquella persistente lluvia se habían detenido en el aire frente a su ventana.
No se escuchaba ya ni un solo coche, ni una voz, las sirenas de policía habían enmudecido, reinaba el silencio mas absoluto. Miró hacia la calle y contemplo perplejo como todo se había quedado inmóvil, las personas, los coches, e incluso el perro abandonado que como cada noche, seguía al gato negro del restaurante chino, y que si no fuera por ese inmovilismo, quizás hoy habría conseguido clavarle los dientes.
Se giro y contemplo la puerta abierta de par en par, y a esos dos hombres que pistola en mano la habían abierto de una patada segundos antes de quedar paralizados.
Lo demás no tenia nada de particular, otro hotelucho de mala muerte en un callejón oscuro, otra ciudad de grandes rascacielos con barrios marginales rodeándolos, y gente a la que no volvería a ver jamas. Aunque tenia el presentimiento de que los hombres de la puerta volverían a dar con el, como habían hecho en un par de ocasiones anteriormente.
Hacia años que escapaba tanto de ellos como de cualquier persona que descubriera mas de la cuenta sobre el. No le gustaba tener que saltar de ciudad en ciudad, pero desde que supo cual era su poder, no le había quedado otra opción.
La primera vez con doce años, cuando un coche estuvo apunto de atropellar a su hermano, y el sin saber como, consiguió que todo se detuviera, pudo quitar a su hermano de delante del vehículo e igual que se detuvo, todo volvió a la normalidad. No debió de contarle nada a Hamphri, esa fue su perdición, ya que este se lo contó a sus padres nada mas entrar por la puerta, y a toda persona que se encontró en su camino en los siguientes días.
Empezaron a tratarle como a un bicho raro, le acosaban, se burlaban de el, y le provocaban, hasta que un día al salir de su escuela de siempre, y mientras esperaban al viejo autobús escolar amarillo, varios de los chicos del curso superior al suyo, empezaron a golpearle. Se vio en el suelo, rodeado de pies que intentaban alcanzarle, y de nuevo sin saber como, se hizo el silencio y todos quedaron inmóviles.
Se escabullo entre los pies, arrastro al cabecilla en medio del grupo y salio corriendo. En su huida escucho los gritos de aquel matón de escuela al recibir los golpes de los demás, rió y siguió corriendo. Esa fue la ultima vez que miro atrás en su vida.
Por el camino había conocido a personas que dijeron querer ayudarle, y que lo único que pretendían era sacar tajada de lo que el, poco a poco había aprendido a controlar.
Ahora con treinta años, ya no se fiaba de nadie, trataba de no meterse en demasiados jaleos, y se mostraba cauto ante cualquiera que se le acercara.
Su mayor amenaza en los últimos dos años habían sido los hombres armados de la puerta y otros como ellos que le habían buscado incansablemente fuese donde fuese.
Se acerco a ellos, busco en sus bolsillos, y como siempre, no tenían nada en su interior, nada que les identificara y le diera una pista de quienes y porque le seguían.
Se acerco a la cama, se arrodillo junto a ella y saco su mochila de debajo. Siempre tenia en su interior todo lo que poseía. Se la echo a la espalda, se encamino a la ventana, y descendió por la oxidada escalera de emergencias. Paso junto al gato, al perro, y doblo la esquina sin mirar atrás.
Se escucharon las sirenas, la lluvia volvió a caer con fuerza, y las calles recobraron su vida habitual.
Lo importante de las historias es que transmitan emociones, da igual si esas emociones son buenas o malas, pero que no dejen al lector indiferente. Y aunque, eso es muy general en casi todas tus historias, ésta por ser más surrealista me ha hecho pensar en ello.
ResponderEliminarHay que ver, que teniendo un "maravilloso" poder sobrenatural tenga que estar constantemente huyendo, lo que transmite una sensación de soledad acrecentada cuando la ciudad se detiene.
Pero lo surrealista tiene mucho de ensueño, y a mi me ha hecho pensar en lo ideal de ese poder si se pudiera parar el mundo y elegir con quien poder compartir esa experiencia de la vida detenida.
Buena historia, además de las emociones da mucho qué pensar. Es lo que tiene el surrealismo :)