lunes, 5 de junio de 2017

Otra vez ella

Paseaba tranquilo y despreocupado por la playa de Santa Catalina. Sus pies jugaban con la espuma de las olas al morir estas en la arena, simplemente paseaba, como hacía cada uno de los días que pasaba en el Puerto de Santa María. Era su lugar de escapada de su ajetreada vida de maleante de poca monta.      
                                                                                                                                
Mientras veía caer el sol, escucho a lo lejos una guitarra española y la curiosidad le llevo a acercarse. Diviso un grupo de gente de unos treinta  y tantos, cantando  y tomando algo. Parecían divertirse y decidió acercarse un poco más. 
Entre el grupo contemplo a una preciosidad de mujer que lucía una pamela veraniega de esas que no sirven para mucho pero que dan un toque de estilo. 
Por un momento sintió como se le detenía el corazón, reconoció aquella sonrisa, aquellos ojos y aquellos rasgos que una vez le habían cautivado cuando robaba en un banco, era ella, era la chica del sombrero.
Mientras la contemplaba y trataba de recuperar el aliento, vio como ella se levantaba y se separaba del grupo, “¿Se irá ya?”- Pensó mientras la seguía con la mirada.

Hizo una fotografía mental de ella para su propio deleite. Le gusto sobre manera el rojo bikini que se vislumbraba bajo su vestido playero de color blanco y prácticamente translucido, y le llamo poderosamente la atención, como el pelo, que parecía aun mojado, se dejaba mecer por la suave brisa.

No se había percatado, pero la chica del sombrero había girado y caminaba en su dirección. También ella había decidido pasear por la playa ahora solitaria tras la puesta de sol.

Dudo un segundo, titubeo, pero al final tomo una decisión. Se aparto de su camino, la dejo pasar y cuando ella se hubo separado un par de centenares de metros de su grupo, se acerco sigilosamente, tapo sus ojos con una mano, su boca con la otra y acercado su boca al oído de ella le dijo: 
“Buenas noches princesa. No sé si me recordaras, pero yo no he podido dejar de pensar en ti ni un solo día. Sabes que no tengo intención de lastimarte, así que ahora te soltare y espero que no grites. Solo te vi y quería saludar a la mujer que tanto tiempo me ha quitado el sueño.”
Dicho esto, la soltó y se dio la vuelta dispuesto salir corriendo, ya que esperaba que ella gritara y alertara a sus amigos. 
Mientras iniciaba su huida, escucho la dulce voz de ella que le decía:
” Buenas noches ladrón, cuánto tiempo esperando volver a saber de ti.”
El se quedo helado, petrificado y lentamente se dio la vuelta. Al girarse vio una impresionante sonrisa dibujada en su cara, no lo podía creer.
Ella siguió hablando:
” ¿No vas a presentarte ni darme dos besos?, ¿Me seguirás dejando con la duda de quién es ese interesante hombre que ya una vez me dejo sin aliento y que hoy ha vuelto a hacerlo?”
El se presento, se acerco a ella y obediente le dio dos besos, ambos muy cercanos a la comisura de los labios.
 Ella le rodeo con los brazos y tras decirle también su nombre, le devolvió ambos besos, aun más cercanos a los labios que los de él. Se sentó en la arena, y tirando de la mano de él, le hizo sentarse a su lado. 
Se miraron un buen rato, aunque ninguno de los dos sabía cuanto, ya que el tiempo parecía haberse detenido para ellos. Tras una breve conversación en la que él le relato como había pensado en ella cada día desde el robo y ella le relato que aun habiéndose casado con su pareja de siempre recientemente, tampoco había podido dejar de pensar en el, ambos decidieron concluir ese beso que los dos habían intentado pero ninguno había tenido el valor de dar.
Ese beso solo fue el principio, después vinieron mil más, caricias, arena, ropa perdida y pasión desenfrenada. Unas horas mágicas que él jamás olvidaría y que ella al volver a casa trataría de disipar en la ducha para que su marido jamás se diera cuenta.

Ya amanecía cuando él decidió levantarse de la arena y continuar aquel paseo por la playa que iniciara la tarde anterior. Su mirada perdida en el infinito, sus pies descalzos, una sonrisa incorruptible en su semblante, y entre sus manos una pamela, la de ella, la de su chica del sombrero.


3 comentarios:

  1. La he leído tres veces. Me encanta.��

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  2. Esta mujer si existiera sería increíble.

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  3. la chica del sombrero y el ladrón.... tod@s tenemos uno en nuestra vida...me encanta����

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