miércoles, 13 de junio de 2012

El avioncitos.

Desde pequeño había soñado con aquello. Se había esforzado, formado y preparado a conciencia con el único fin de lograrlo.
Ya en el colegio se pasaba los días haciendo aviones de papel que lanzaba por la ventana mientras se imaginaba pilotandolos a alta velocidad. Tanto era así que sus compañeros le pusieron el mote de "el avioncitos."
Ahora lo había logrado, llevaba años siendo piloto de combate, y además de los mejores. Miles de horas de vuelo le contemplaban y cientos de misiones finalizadas con éxito. Le habían otorgado varias medallas al valor, y dirigía su propia escuadrilla, era todo lo que había soñado. Pero en aquel vuelo estaba triste, mas de lo normal cuando salia de misión.
Aquella mañana les habían sacado apresuradamente de la cama, les habían formado y dado instrucciones muy concretas. Se había producido un extraño escape, y se había extendido por el pueblo en el que vivía, y la única manera de controlarlo era acabar con cualquier rastro de vida en la zona. Les habían prohibido hacer ninguna llamada ni comunicar a nadie la naturaleza de su misión, simplemente Debian estar preparados para ejecutar la orden en el momento en que esta fuera aprobada.
Después de eso, se retiraron nuevamente a sus habitaciones, y el no dejo de pensar en todo lo que tenia allí, su mujer, con la cual no llevaba demasiado tiempo pero por la que daría su vida, sus perros, su casa, sus recuerdos, su vida. Busco su teléfono y se dedico a ver las fotos que en el guardaba, mientras en su cara se mezclaban una leve sonrisa y unas lágrimas furtivas.
Jamas había desobedecido una orden, pero esta vez necesitaba hacerlo, aunque solo fuera un segundo.
Entro en la agenda, y como primer numero aparecía el de su casa, deslizo el dedo sobre la pantalla y al momento escucho el tono de llamada. La voz de su mujer surgió por el auricular preguntando quien era, a lo cual el respondió:" Soy yo cariño, solo llamaba porque te añoraba y necesitaba decirte que te quiero. ¿Que tal están los perros?" Ella le contó las cosas habituales, y también la hablo de que en la calle olia raro, pero no le dio demasiada importancia. El se despidió de ella repitiéndola que la quería, y avisándola de que quizás llegaría tarde a casa. Tras colgar lanzo el teléfono contra la pared de la habitación, haciendo que este saltara en mil pedazos.
Un par de horas mas tarde les avisaron para que se prepararan para el despegue, se le encogio el corazón.
Les llamaron a formar, les dieron las instrucciones precisas de la misión y los enviaron a sus majestuosas maquinas voladoras.
El vuelo seria corto, y el trabajo sencillo, simplemente apretar un par de botones y la misión estaría concluida, pero le estaba costando mantener la frialdad de la que siempre hacia gala, y por supuesto contener las lágrimas. Todos sus compañeros sabían donde vivía, pero ninguno tuvo el valor de acercarse a el y hacer comentario alguno sobre esto. Se sentía totalmente solo aun siendo rodeado por la que siempre había considerado su segunda familia. Mientras hacia las comprobaciones de rigor en el panel de instrumentos, recordó cada segundo vivido en aquel pequeño y feo pueblo, cada sonrisa, cada cerveza con amigos, barbacoas y como no, las noches charlando en la terraza mientras jugaba al poker y compartia una copa con los pesados de los vecinos.
Por la radio alguien dijo:"Un minuto para el objetivo."
Todos sus músculos se tensaron tanto que hicieron que todo su cuerpo doliera.
"30 Segundos"
Se le estaba nublando la vista, le costaba respirar.
"15 segundos"
Levanto la tapa que cubría los malditos botones que accionaban los proyectiles y se preparo para dar la orden de fuego.
En el preciso instante en que avistaba su vivienda y abría su boca para culminar con aquello, la radio crepito un segundo y se escucho la voz de su superior:" Aborten la misión. El escape ha sido controlado y no hay riesgo para la población. Nos han comunicado que El personal civil no peligra."
Avioncitos muy lentamente volvió a cubrir los botones, y rompió a llorar.
Seguiría adorando su trabajo, y seguiría teniendo con quien compartir tanta felicidad.
Se dirigió a su escuadrón y les dijo:" Chicos, volvemos a casa."
Siguió llorando hasta llegar a su hogar, y solo sonrió mientras abría la puerta y un vecino cabrón, como cada día le decía,:" ¿Te lo has pasado bien jugando hoy avioncitos?"







1 comentario:

  1. Preciosa historia. Es como una montaña rusa de emociones. De ese trozo de la montaña que subes y subes y no sabes lo que te espera al llegar al punto máximo. Por mucho que intentara adivinar nunca imaginé ese final tan milagrosamente feliz :) me ha encantado.

    Me gustó el principio en que nos pones tan bien en la piel del protagonista, ese piloto que logró su sueño y ahora le tocó enfrentarse a una misión que no quiere.

    Me gustó esa tensión que vive, y que tan bien nos transmites, por tener que hacer algo injusto y que le afectaba tan de cerca.

    Y como no, el final feliz y perfecto... y esa liberación de emociones contenidas con el llanto del piloto, como no emocionarse con él tambien.

    Vamos... que una historia para quitarse el sombrero.

    ENHORABUENA... con letras mayúsculas :)

    ResponderEliminar