miércoles, 16 de marzo de 2016

Lola, Lolita, Lola...

Pasaban las 11 de la noche y los clientes se resistían a marcharse.
Seguíamos charlando y tomando algo en la terraza de mi hotel, que esta vez había escogido con mimo para tener todo a mano. Me habían hablado de el buen ambiente y las maravillosas vistas de este remodelado hotel en la plaza de Santa Ana. Anteriormente era el centro neuralgico de la tauromaquia madrileña, y ahora se había convertido en algo mas glamuroso, siempre con algún famoso en sus habitaciones y con gente guapa en su terraza, ideal para impresionar a los clientes que había venido a ver.

Cuando el reloj marcaba las 12, por fin se levantaron y se despidieron de mi. Me alegre bastante, ya que había madrugado y estaba roto. Mientras recogía los dossieres y folletos con los que habíamos estado trabajando, un intenso y embriagador olor a perfume despertó mi interés. Subí la mirada y frente a mi, justo al otro lado de la pequeña mesa se alzaba una impresionante mujer.
No se que me llamo mas la atención, si su negra melena, sus penetrantes ojos negros, el rojo pasión de sus labios, o ese vestido, también negro, tan elegante y sugerente a la vez.
Era una chica joven, no aparentaba mas de 30 años, y con los tacones debía rondar casi el metro ochenta.
Creo que lo que mas me sorprendió no fue lo bien que le sentaba el vestido de noche a sus insinuantes curvas, sino el descaro con el que se comporto. Se sentó en uno de los sillones que habían ocupado hasta hace un  minuto mis clientes y al mirarla me dijo:" No tienes que irte sino quieres, no me molestas demasiado."
"¿Que?" - Pregunte por inercia-"¿No crees que vas de sobrada niña?"- Pregunte medio sonriendo.
Me miro, sonrió y soltó:" Hablo de putas la polvillos"
Al escucharlo me puse a reír como un idiota, me había caído bien aquella chica insolente.
Llame a la camarera, pedí un escoces para mi y creo recordar que ella bebió un gin tonic.
Charlamos durante un par de horas y consumimos otras tantas copas. No dejaba de sorprenderme con aquella desconocida, a la que en aquel momento aun no había preguntado el nombre. Era irreverente en el habla, pero por otro lado tenia modales de femme fatal o de recatada niña de clase alta.
Tras la tercera o cuarta copa, no recuerdo bien, le dije que me marchaba, que estaba cansado y que al día siguiente tendría que salir para Sevilla a primera hora.
Me miro, puso cara de no haber roto un plato en su vida, y pregunto:"¿No vas a invitar a Lola a la penúltima en tu habitación?"
Aunque había fantaseado durante la conversación con proponerselo, lo despampanante que se veía me había frenado de intentarlo, ya que daba por descontado que seria rechazado.
Me puse en pie, cogí su mano y con un gesto la invite a seguirme. El corto recorrido hasta el ascensor y el descender del mismo hasta mi habitación lo hicimos en completo silencio. Abrí la puerta, entramos y ella se tiro en la cama como si fuese la suya propia, Nunca había visto a alguien que pareciera vivir con menos preocupación.
Me acerque al mueble bar, saque dos de esas pequeñas botellitas de su interior y un par de refrescos, prepare las copas y le acerque la suya.
Me senté en la cama a su lado y con los pies me quite los zapatos, que por cierto me estaban matando.
Lola, que así había dicho que se llamaba, se levanto y se puso frente a mi. Me quito la copa de la mano y la dejo en la mesilla. sin decir ni una palabra, me quito la americana y la arrojo al otro extremo de la habitación, me quito la corbata sin deshacer el nudo y pasándola sobre su morena melena se la coloco en su cuello. Desabrocho todos y cada uno de los botones de mi camisa, besando mi pecho al hacerlo y marcándolo con su rojo pintalabios de Chanel. Mi camisa corrió la misma suerte que la americana, pero en la esquina contraria.
Rodeo la cama, se subió a ella de rodillas y mientras besaba mi cuello tiro de mis brazos para unirlos en la espalda, se quito la corbata y con el mismo nudo que yo había hecho esa mañana, la uso para atarme las manos lo mas fuerte que pudo. Esto me provoco una excitación terrible.
Bajo de la cama y volvió a situarse frente a mi. Tiro de mi cabeza para indicarme que me pusiera en pie, y así lo hice. Se arrodillo, con maestría desabrocho mi cinturón y el pantalón, tanto fue así, que sin darme cuenta este estaba en el suelo. levante los pies para sacarlo, y como no, también fue arrojado a una esquina. Con suavidad bajo mis slip y me empujo levemente para que me sentara.
Mientras notaba sus fríos y suaves dedos en mi sexo, dijo:" Curioso, ya tengo algo bueno que contar de ti."
Me sonroje y para disimularlo trate de reír, pero en ese momento sentí su lengua ascendiendo desde mis huevos y no pude mas que morderme los labios para evitar un gemido de placer.
Su boca me provoco sensaciones que hacia tiempo que había olvidado, estuvo apunto de provocar mi eyaculación, pero cuando noto como estaba, se detuvo se rió como la niña que era, y se acerco al mueble bar. No me di cuenta de lo que había hecho, hasta que la grite:" ¡Seras cabrona!"
Un frió intenso había recorrido todo mi cuerpo. La mire y vi como tenia en sus manos los cubitos de hielo que quedaban en el bar, y como no dejaba de frotarlos por mi sexo, provocando que este dejara de estar erecto. Lola no paraba de reír, estaba disfrutando como una enana.
Se puso en pie, me indico que me tumbara, y se metió los hielos en la boca.
Yo obedecí, y seguí mirándola esperando su próximo movimiento.
Bajo la cremallera de su vestido, y con un movimiento de cintura hizo que este se deslizara por su cuerpo hasta caer al suelo. Con el mismo arte se quito el precioso sujetador negro y las braguitas a juego.
Su cuerpo era aun mas fascinante de lo que imaginaba, sus pechos firmes, su cintura bien dibujada y su pubis totalmente depilado y apetecible.
Saco el poco hielo que quedaba en su boca y comenzó a frotar sus rosados pezones con el, haciendo que estos reaccionaran al gélido cubito y se convirtieran con su dureza en el objeto de mi deseo.
Se sentó sobre mis piernas y muy despacio subió por mi cuerpo sin dejar de frotar su clítoris contra mi cuerpo. Al notar como rozaba mi polla, esta volvió a su estado de erección, pero ella no se detuvo allí, y siguió subiendo por mi vientre, mi pecho, hasta que llego a mi boca. Se sentó sobre ella y sutilmente sus caderas iniciaron un movimiento bamboleante.
No me quedo mas remedio que abrir la boca, sacar mi lengua y dejar que esta explorara dentro de su coño mientras mi labio notaba una y otra vez la embestida del clítoris.
No recuerdo cuantas veces se corrió así, pero se que lo hizo.
Cuando creí que no podía mas, descendió de nuevo rozándose con mi pecho y mi vientre, hasta que llego a mi sexo. No se si seria pericia o casualidad, pero sin hacer ningún movimiento brusco, simplemente con ese descender, acabe dentro de ella.
Del resto solo diré que tuvo momentos dulces y momentos salvajes, pero que fue mas que placentero para los ambos.
Y también contare que llegue tarde al tren, que mi cama estaba vacía cuando desperté, y que desde entonces, siempre que viajo a Madrid, llevo la misma corbata, me alojo en el mismo hotel y ocupo la misma mesa en la terraza.
Por cierto, si alguno de ustedes es de Madrid y conoce a una chica que se llame Lola o Lolita, que la diga que la estoy buscando, que su recuerdo me atormenta y su ausencia me mata.
¿Donde estas, lola, Lolita, Lola?


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