Su nariz y su boca estaban tapadas por una mascarilla de oxigeno, noto también un collarín alrededor de su esbelto cuello, y unas tiras que pasando sobre su cuerpo la mantenían sujeta a una camilla metálica.
Era una hermosa mujer que no tenia aun los cuarenta años cumplidos, de pelo moreno, ojos castaños y un cuerpo claramente cuidado mediante el ejercicio diario.
Estaba confundida y no recordaba ni donde estaba ni como había llegado allí.
A su lado se encontraban dos personas, vestidas con batas que debían ser de médicos, que le hablaban, aunque ella no entendía nada de lo que decían. Notaba también el traqueteo de la carretera, con lo que intuyo que se trataría de una ambulancia.
¿Quien era aquella gente?, ¿Porque le hablaban en un idioma distinto al suyo?, ¿Que me habrá sucedido para acabar en una ambulancia?- Todas estas preguntas se repetían una y otra vez en su cabeza.
Al cabo de unos minutos empezó a entender lo que le preguntaban los doctores, hablaban en español, un idioma que conocía perfectamente, pero que no entendía porque, desde que despertó allí no había entendido.Recordó también su nombre, Irina, y poco a poco fue siendo consciente de quien era.
Era una chica serbia que se había trasladado a España durante la guerra en su país, recalo en Sevilla, donde vivió unos años, y desde allí se traslado a una de las preciosas islas del archipiélago canario.
Miro hacia su derecha y vio una chaqueta que la resulto familiar, era parte de su uniforme de bombero, y al saber esto, el resto de su historia regreso a su cabeza como por arte de magia.Habían salido a una intervención en principio sin importancia. Una pequeña fabrica abandonada por incumplir la ley de costas se estaba quemando. Llegaron hasta allí, desplegaron las mangueras y trataron de sofocar el incendio sin mas. Entonces ella había creído oír un llanto en el interior de aquel infierno. Se había pertrechado con el casco, el hacha y la mascarilla de oxigeno, y se había encaminado hacia el interior de la nave por una de las innumerables ventanas.
Recordaba el calor sofocante de aquellos minutos, lo difícil que le resultaba moverse con todo el equipo a cuestas, y la ansiedad que se apoderaba de ella cuando no lograba encontrar de donde provenía el llanto.
Poco después diviso a una pequeña figura bajo las escaleras, que supuso darían acceso a las oficinas de la planta superior. Echo a correr en direción a ella y comprobo que se trataba de un niño pequeño y delgado de no mas de siete u ocho años. Aparto la mascara de su cara para poder hablarle y tranquilizarle, y tras preguntarle su nombre, le aseguro que lo sacaría de allí sin que le pasara nada.
Mientras cogía al niño entre sus brazos, había pensado en lo bien que venían para estas cosas las horas de gimnasio y entrenamiento, esas que la gente que la rodeaba no entendían que hiciera a diario.
Se encamino a la ventana, por la que había entrado, tan rápido como le fue posible. La alcanzo en pocos minutos, pero a ella le parecieron horas. Dejo al niño en el suelo y le ayudo a saltar a través de la misma. Después salto ella, y lo siguiente que recuerda es como despertaba en la camilla.
¿Que habría pasado?- Se volvió a preguntar.
Fue como si lo hubiera preguntado en voz alta, ya que uno de los médicos se le acerco y le dijo:" Estas bien. Al salir de la nave te ha caído sobre el casco una teja, te ha dejado inconsciente y te llevamos al hospital para una revisión rutinaria."
El otro hombre de bata blanca se le acerco tambien y diciéndole:"Eres una heroína."