viernes, 29 de junio de 2012

Heroina.

Despertó sin saber donde estaba.
Su nariz y su boca estaban tapadas por una mascarilla de oxigeno, noto
también un collarín alrededor de su esbelto cuello, y unas tiras que pasando sobre su cuerpo la mantenían sujeta a una camilla metálica
.
Era una hermosa mujer que no tenia aun los cuarenta años cumplidos, de pelo moreno, ojos castaños y un cuerpo claramente cuidado mediante el ejercicio diario.
Estaba confundida y no recordaba ni donde estaba ni como
había llegado allí
.
A su lado se encontraban dos personas, vestidas con batas que
debían ser de médicos, que le hablaban, aunque ella no entendía nada de lo que decían. Notaba también el traqueteo de la carretera, con lo que intuyo que se trataría
de una ambulancia.
¿Quien era aquella gente?, ¿Porque le hablaban en un idioma distinto al suyo?, ¿Que me
habrá sucedido para acabar en una ambulancia?- Todas estas preguntas se repetían
una y otra vez en su cabeza.
Al cabo de unos minutos
empezó a entender lo que le preguntaban los doctores, hablaban en español, un idioma que conocía perfectamente, pero que no entendía porque, desde que despertó allí no había
entendido.Recordó también su nombre, Irina, y poco a poco fue siendo consciente de quien era.
Era una chica
serbia que se había trasladado a España durante la guerra en su país, recalo en Sevilla, donde vivió unos años, y desde allí se traslado a una de las preciosas islas del archipiélago
canario.
Miro hacia su derecha y vio una chaqueta que la resulto familiar, era parte de su uniforme de bombero, y al saber esto, el resto de su historia regreso a su cabeza como por arte de magia.
Habían salido a una intervención en principio sin importancia. Una pequeña fabrica abandonada por incumplir la ley de costas se estaba quemando. Llegaron hasta allí, desplegaron las mangueras y trataron de sofocar el incendio sin mas. Entonces ella había creído oír un llanto en el interior de aquel infierno. Se había pertrechado con el casco, el hacha y la mascarilla de oxigeno, y se había encaminado hacia el interior de la nave por una de las innumerables
ventanas.
Recordaba el calor sofocante de aquellos minutos, lo
difícil que le resultaba moverse con todo el equipo a cuestas, y la ansiedad que se apoderaba de ella cuando no lograba encontrar de donde provenía
el llanto.
Poco
después diviso a una pequeña figura bajo las escaleras, que supuso darían acceso a las oficinas de la planta superior. Echo a correr en direción a ella y comprobo que se trataba de un niño pequeño y delgado de no mas de siete u ocho años. Aparto la mascara de su cara para poder hablarle y tranquilizarle, y tras preguntarle su nombre, le aseguro que lo sacaría de allí
sin que le pasara nada.
Mientras
cogía al niño entre sus brazos, había pensado en lo bien que venían para estas cosas las horas de gimnasio y entrenamiento, esas que la gente que la rodeaba no entendían
que hiciera a diario.
Se encamino a la ventana, por la que
había entrado, tan rápido como le fue posible. La alcanzo en pocos minutos, pero a ella le parecieron horas. Dejo al niño en el suelo y le ayudo a saltar a través de la misma. Después
salto ella, y lo siguiente que recuerda es como despertaba en la camilla.
¿Que
habría pasado?- Se volvió a preguntar.

Fue como si lo hubiera preguntado en voz alta, ya que uno de los médicos se le acerco y le dijo:" Estas bien. Al salir de la nave te ha caído sobre el casco una teja, te ha dejado inconsciente y te llevamos al hospital para una revisión rutinaria."
El otro hombre de bata blanca se le acerco
tambien y diciéndole:"Eres una heroína."



jueves, 28 de junio de 2012

Libre otra vez.

La noche era mi mejor aliada.
A solo unos cientos de metros se encontraba la libertad.
Calcule el tiempo que tardaban los soldados en pasar, la frecuencia con la que los focos barrían el muro, y lo que lardaría en cortar las alambradas de espino.
Hacia meses que tenia planeado esto, y por fin hoy era el día, conseguiría ser libre de nuevo.
Me había criado al otro lado del muro, pero engañado por una inmejorable oferta de trabajo, me traslade a este infierno. Desde el momento en que puse un pie aquí, fui tratado como un esclavo, como un simple numero.
Gracias a dios no hice que mi mujer y mi preciosa hija se mudaran conmigo, eso era lo que me daba fuerzas para seguir viviendo, y para intentar salir de aquí.
Esta vez la guardia estaba tardando mas de lo normal. No dejaba de controlar mi reloj mientras esperaba.
Al menos mi equipaje no me estorbaría, ya que todo lo que tenia algún valor para mi, eran las dos fotos que portaba en mi bolsillo, una de mi mujer sonriendo, y otra de mi pequeña, con apenas un año.
Espero que no se asuste al verme, aunque sera difícil, me fui teniendo ella poco mas de un año, y ahora esta a punto de cumplir los siete.
Pasaron los focos justo cuando debían.
Me agachare un poco mas mientras veo como pasan los guardias.
En un minuto comenzare a correr. Noto como el corazón casi se me sale por la boca.
Comienzo a reptar en dirección a los filas de espinos cortantes, en los cuales aun se ven los cuerpos de otros que lo intentaron antes que yo, y que no lo consiguieron.
Con unas tenazas corto los alambres lo mas rápido que puedo, con cuidado de no herirme con ellos.
Al mirar el reloj veo que voy cumpliendo los plazos que me había marcado.
Paso entre los cortes que acabo de realizar y corro lo mas rápido que mis piernas me permiten.
Doscientos metros, cien, cincuenta, sigo sin mirar atrás hasta alcanzar el muro.
Ya estaba hecho, solo me quedaba saltar y estaría en casa.
Parare unos segundos para respirar y recuperarme de la carrera.
Parece que ya he recuperado mis fuerzas. Retrocedo unos pasos con el fin de coger impulso.
Corro hacia el muro y salto. Consigo agarrarme a la parte superior del mismo y tiro de mis brazos para elevarme. Por fin estoy sobre el. Desde aquí puedo divisar mi casa que esta cuatro calles mas abajo. Sonrío al verla.Ahhhh!!! Siento un fuerte dolor en la espalda. Me llevo la mano hasta el lugar que me provoca tanto malestar, y lo noto húmedo. Miro mi mano y la veo totalmente ensangrentada.
Empieza a costarme respirar, noto como si algo estuviera obstruyendo mi garganta, y un fuerte sabor metálico en la boca.
Me dejo caer al otro lado del muro, sintiendo aun mas dolor, incluso escuchando el sonido de alguna costilla al romperse contra el suelo.
Mientras la sangre brota de mi boca y mis ojos se cierran por ultima vez, solo puedo pensar una cosa, soy libre otra vez.









miércoles, 27 de junio de 2012

Paseo nocturno.

Caminaba solo, sin rumbo fijo.
Le encantaba perderse por las calles de Roma cuando la gente dormia. Habia magia en cada uno de sus rincones, y la ciudad eterna a esas horas era su mejor amiga.
Le gustaba imaginarse legionario romano al pasar junto al circo, caballero del medievo al acercarse al castillo de Sant Angelo, artista renacentisata al sentarse en piazza navona o actor de pelicula en blanco y negro al ver una de las innumerables vespas que se amontonaban en las calles.
Las callejuelas estrechas le hacian sentirse grande, y el discurrir del Tiber le calmaba los nervios.
Roma era su paraiso particular, no lo cambiaria por nada. Incluso cuando parecia no haber nadie, las piedras transmitian vida.
Poco a poco, llego al trastevere, su barrio favorito. Por el dia era todo ruido y algarabia, pero al caer la noche, es como estar en otra epoca, las calles, las casas, todo te hace regresar al pasado.
Miro bien por todas las calles y no vio a nadie, asi que volvio a cruzar el rio y se dirigio al centro.
Se encamino hacia su lugar refugio. Le encantaba acercarse por las angostas calles y escuchar a lo lejos el rumor del agua. Cuando salia a la plaza y se encontraba con la majestuosa fontana de Trevi.
Rara era la noche en que no encontraba una pareja de turistas acaramelados echando alguna moneda a la fuente con la intencion de volver a visitar Roma.
Los diviso al fondo, pegados en el lado derecho de la plaza. Se encamino hacia ellos con su mejor sonrisa, y sacando la mano de su bolsillo, les dijo: " ¿Me permiten que les haga una foto?, Me encanta fotografiar a desconocidos."
El chico de la pareja, aunque extrañado, asintio con la cabeza.
Realizo varias fotos con una vieja camara Olympus de bolsillo que tenia desde hacia hace años, y despues se acerco a ellos para mostrarselas.
Una vez a su lado, empuño una navaja que tenia siempre abierta y dispuesta en su bolsillo trasero, se la puso en el cuello a la chica, y con su mejor sonrisa les dijo: "Como bien sabran amigos, del arte es muy dificil vivir, y todo artista ha de comer, asi que les invito a que me proporcionen mi comida de mañana y algo con lo que pagar el alquiler."
La pareja saco todo lo que tenian, y el se limito a tomar los billetes grandes, no serian mas de doscientos euros en billetes de veinte y cincuenta.
Volvio a sonreirles, les deseo una feliz estancia en la ciudad y se marcho caminando tranquilamente, igual que habia llegado. Siguio disfrutando de su paseo, pero esta vez con rumbo fijo, camino a casa.


martes, 26 de junio de 2012

Caricia eterna.

Aparto su pelo y comenzó a tocar su cuello.
Ella era una chica morena de unos treinta y tantos, con el pelo cortado a la altura del hombro.
Recorrió sus hombros con sus dedos, su piel era suave y fria. Bajo acariciando su brazo izquierdo, sin dejar ni un centímetro, cuando hubo concluido, subió nuevamente al cuello y repitió la operación con el brazo derecho.
Después dejo que las manos se movieran por cada milímetro de su espalda, deslizando en un par de ocasiones su dedo índice por su columna. Presiono levemente sus costados, y descendió con ambas manos por las nalgas.
Siguió bajando, minuciosamente por sus piernas, hasta llegar a los tobillos. Tenia los calcetines puestos. "¿Como se me habrán pasado?"- Se pregunto mientras se los quitaba.
La giro y la chica quedo boca arriba.
Aparto el pelo, ahora de su cara.
Vio los orificios de un par de piercings, uno en la nariz y otro sobre su ojo, aunque ya no estaban puestos.
Recorrió sus labios con el pulgar y descendió por la barbilla.
Sus manos se cerraron alrededor de su cuello, haciendo que la cabeza girara a izquierda y derecha.
Se deslizo por sus pechos, se entretuvo en ellos, observandolos con detenimiento.
Continuo poco después con lo que estaba haciendo, dibujando su cuerpo con cautela.
En el ombligo tenia otro rastro de piercing y un extraño tatuaje que no sabría decir que era.
Su mano derecha se perdió entre las piernas de la chica, para continuar con su camino por los muslos hasta los pies. Una vez hubo mirado entre los dedos, se giro y se dirigió a la mesa.
Seria la ultima vez que la tocaran así, la ultima vez que alguien rozara su piel.
Busco entre los distintos utensilios y encontró lo que buscaba, su bisturí eléctrico.
Por mucho tiempo que pasara, no se acostumbraba a la dura tarea de hacer autopsias, y menos a chicas tan jóvenes.
No habia rastro de violencia, seria otro estupido suicidio.
Trago saliva y se dispuso a seguir con su rutina.

lunes, 25 de junio de 2012

Encerrado.

Solo, encerrado en esta habitación acolchada que en ocasiones me hace sentir claustrofobia.
Mi camisa blanca, como siempre, y horas mirando las paredes.
Algo me pasa y no tengo claro que es.
Pasan horas, incluso días y no me muevo de esta silla.
No hago mas que pensar en cosas sin demasiado sentido, que no se entrelazan entre ellas, así que las descarto y empiezo de nuevo.
El techo igual de acolchado y blanco.
¿Que me sucede?, Antes no era tan complicado, no necesitaba estar aquí recluido.
Otra hora mas, y sigo sin ser capaz de casar dos ideas.
Bebo agua, miro el vaso, como si de el fuese a brotar lo que ansió, pero no hay forma.
Camino de pared a pared.
¿Cuantos kilómetros habré recorrido así?
Me estoy volviendo mas loco por momentos. No puedo, no lo consigo.
Tarareo viejas canciones y rió.
Recuerdo pajaros, el cantar de los ríos, las olas del mar.
Sigo en un entorno blanco, vació, falto de todo lo que me ha hecho ser lo que soy.
Hago girar el asiento de mi silla y lo contemplo como tonto.
Pienso en amor y desamor, en niños, en ancianos.
Otra vuelta a la habitación, y van mas de mil.
Recuerdo viajes, ciudades, París, Roma, El cario.
Doy un cabezazo a la pared y después un puñetazo.
Esa chica rubia...o aquella morena, la que sea.
Mas agua. Cuando estoy así, se me seca la garganta y no paro de beber compulsivamente.
Mis perros, Sheldon, Davor, tampoco consigo centrarme.
Me tumbo en el suelo, cruzo las piernas, las levanto, las bajo, y cierro los ojos.
El cine siempre me ha ayudado, pero ahora no es su momento, parece.
¡Ya esta!
Doy un salto. Me siento en la banqueta giratoria. Cojo la guitarra del suelo. Me pongo los cascos y acerco el micrófono. Aprieto el botón de gradación. Y mientras, por la ventana veo como todos los instrumentos electrónicos se ponen en marcha, rasgo las cuerdas.
Sin apenas esfuerzo, la música nace del viejo instrumento, y de mi garganta brota la letra de mi próximo gran éxito.
Adoro componer.

viernes, 22 de junio de 2012

La humilde guarida de un Ladron de Sueños

Hace ya mucho tiempo y por casualidad, cuando caminaba por un frondoso bosque, encontré el lugar mas maravilloso que hombre alguno viera. Tras unos matorrales llenos de espinas por los que pase siguiendo a mi perro, descubrí una pequeña puerta de madera. Al abrirla, apareció ante mi una enorme cueva repleta de pequeños frascos transparentes que se apilaban por millones hasta cubrir todas las paredes, no dejando a la vista ni un mínimo trozo de pared, desde el suelo hasta imagino que el techo, ya que este no se vislumbraba.
Me acerque a los pequeños recipientes para mirar su interior, y solo parecían contener una especie de humo casi invisible. Me moví con cuidado por los estrechos pasajes, y al cabo de cinco minutos, salí a una sala tan grande que no era capaz de saber donde terminaba, y en medio de ella, un butacon de fuertes brazos y aterciopelado tapizado.
Mientras contemplaba esto, mi perro salio corriendo persiguiendo algo que no alcancé a ver, frenado bruscamente contra una columna de recipientes, los cuales se desplomaron sobre el suelo haciéndose mil pedazos.
Tras el estruendo inicial, mis ojos se abrieron como nunca, y mi corazón dio un vuelco.
Ante mi de cada uno de estos tarritos broto algo que solo existía en los sueños.
Dragones de colores, pegasos, unicornios, caballeros y princesas, palacios y castillos, duendes y hadas, y un sinfín de imágenes dignas del mejor de los cuentos.
Retrocedí mientras observaba, hasta terminar sentado en el trono que presidia la sala. Como por arte de magia se presento a mi lado un señor, de aspecto enjuto, del cual no sabría calcular la edad.
Le pregunte sin alzar la voz:"¿Que lugar es este?, ¿Quien eres?, ¿De donde salen todos estos seres?"
El hombrecillo me miro, se encogió de hombros y contesto: "Esta es mi humilde guarida, aunque desde hoy sera la tuya. He sido durante demasiados años el ladrón de sueños, si bien la tradición dice que he dejado de ser lo en el momento en el que te has sentado en el trono. Y estos son los mas hermosos sueños que la gente atesoraba, lo mas valiosos de los hombres, los cuales he ido recopilando durante años igual que harás tu, con el fin de conservarlos a salvo de la dura realidad del ser humano, y regalándolos a los que mas los necesiten en sus momentos de mayor tristeza."
De la misma forma que no lo vi llegar, tampoco lo vi desaparecer.
Hace ya mucho tiempo, cada noche salgo con mi fiel cánido, el cual husmea el aire en busca de mas fantasía con las que llenar nuestra guarida. Y siempre portamos una bolsita con algunos frascos repletos de sueños, así que si estas triste y necesitas evadirte, no dudes en silbar, mi perro lo escuchara, iremos, y te haremos soñar.


jueves, 21 de junio de 2012

El rey.

Desde lo alto de la colina y a lomos de su gran caballo negro de batalla, contemplaba lo basto de su reino.
Su escudero le miraba con admiracion. Lucia imponente con su dorada armadura, su capa carmesí y ataviado con sus mejores armas de guerra. El negro pelaje de su montura destacaba en el azul fondo de aquella tarde.
Habían sido días dificiles, seguidos de noches de guardias interminables y tensas. Pero por fin su reino estaba a salvo, no quedaban ni ogros ni trolls que perturbaran la calma. Las fuerzas del mago oscuro habían sido derrotadas, y su reina descansaba tranquila en su castillo. No recordaba cuantas cabezas había cercenado, a cuantas de aquellas criaturas había ensartado en su lanza, ni el numero de flechas que había incrustado en los corazones de los monstruos, solo sabia que nunca se había visto envuelto en batalla de semejante tamaño.
En la era de los dragones, aunque mas cruentas, las luchas eran escasas, y a los bárbaros tampoco fue complicado desterrarlos, nada como aquello.
Acaricio la cabeza de su corcel, tiro de las riendas y enfilo el camino de casa.
Mientras galopaba, recibía los parabienes del vulgo, y su pecho se hinchaba tanto que la armadura hasta le oprimía. Sus gentes sabían de su grandeza y nobleza, la misma que sus ancestros habían demostrado por generaciones.
Lamento no encontrar alguna criatura aun con vida en el camino, le habría hecho el mismo mas entretenido. Al no tener nada mejor que hacer, espoleo a su montura y galoparon todo lo rápido que el animal pudo. Las fuertes y pesadas pisadas en la carrera, se podían escuchar a kilómetros de distancia. Estaba orgulloso de su caballo, jamas retrocedió ni un solo paso por muy fea que se hubiera puesto la contienda, siempre arremetía mostrando su fuerte pecho al enemigo, Había sido el mejor regalo que su mujer le hubiera hecho nunca.
Cuando atravesaba el puente levadizo que daba acceso a su fortaleza, sonó un ruido persistente a lo lejos.
Pestañeo, se estiro en el sofá y se puso en pie. Se dirigió a la entrada y apretando el botón del video portero, informo al chico regordete que se veía por la pequeña pantalla de que en cinco minutos bajaría.
Mientras se calzaba sus zapatillas de baloncesto, pensó en lo genial que seria vivir en uno de sus sueños. Quizás fuese un caballero nacido fuera de época, mascullo para si mismo.
Salio a la calle, y tras de el quedo su reino.

miércoles, 20 de junio de 2012

Buscando.

Agotado, sediento, pero sin parar de correr entre la multitud que inundaba las calles.
Estaba convencido de que llegaba tarde. Vestía un traje negro bastante entallado, una camisa blanca y corbata del color del traje, y como único adorno, una preciosa rosa blanca en su mano.
No paraba de mirar a los rostros de todas y cada una de las personas que se cruzaba, y su desesperación crecía por momentos.
¿Donde estaría?, ¿Seria capaz de encontrarla?, ¿Habria venido?
Se acercaban las 12 de la noche y cada vez había mas gente para la celebración del nuevo año. Empezaba a perder la esperanza.
En su búsqueda había visto miles de rostros hermosos, pero ninguno era el de ella.
La gente empezaba a mirarle con muecas en sus rostros, le tomaban por un borracho mas, o por un loco escapado de algún psiquiatrico. Aun así, el siguió buscando y haciendo que todas las mujeres junto a las que pasaba le mirasen para comprobar si eran ella.
El tiempo pasaba inexorablemente, y el estaba dispuesto a encontrarla antes de que terminara ese año. Se lo había prometido a si mismo y no tenia intención de fallarse.
Tropezó en su carrera y callo de bruces al suelo. Escucho las carcajadas a su alrededor, y se sintió ridículo.
Ya no quedaba tiempo, su traje estaba ahora manchado, y la rosa destrozada por la caída. No podría lograrlo, finalmente tendría que dejarlo.
Mientras pensaba esto y trataba de disimular su tristeza, una joven con una preciosa melena morena, se agacho a su lado y le pregunto:" ¿Estas bien?, ¿Te puedo ayudar en algo?
El la sonrió, la miro a los ojos y le dijo:" Ahora si estoy bien. Y si me puedes ayudar. Llevo toda mi vida buscándote, y me había puesto este año como tope para encontrarte"- Alargo la mano con lo que quedaba de rosa para ofrecérsela a la joven, al tiempo que le decía:"¿Me darás la oportunidad de empezar el nuevo año a tu lado? ¿Me concederias el placer de conocerte?"
La chica sonrió, le tendió la mano para ayudarle a levantarse, y juntos se perdieron en la celebración.

martes, 19 de junio de 2012

El Extraño.

Las gotas de agua de aquella persistente lluvia se habían detenido en el aire frente a su ventana.
No se escuchaba ya ni un solo coche, ni una voz, las sirenas de policía habían enmudecido, reinaba el silencio mas absoluto. Miró hacia la calle y contemplo perplejo como todo se había quedado inmóvil, las personas, los coches, e incluso el perro abandonado que como cada noche, seguía al gato negro del restaurante chino, y que si no fuera por ese inmovilismo, quizás hoy habría conseguido clavarle los dientes.
Se giro y contemplo la puerta abierta de par en par, y a esos dos hombres que pistola en mano la habían abierto de una patada segundos antes de quedar paralizados.
Lo demás no tenia nada de particular, otro hotelucho de mala muerte en un callejón oscuro, otra ciudad de grandes rascacielos con barrios marginales rodeándolos, y gente a la que no volvería a ver jamas. Aunque tenia el presentimiento de que los hombres de la puerta volverían a dar con el, como habían hecho en un par de ocasiones anteriormente.
Hacia años que escapaba tanto de ellos como de cualquier persona que descubriera mas de la cuenta sobre el. No le gustaba tener que saltar de ciudad en ciudad, pero desde que supo cual era su poder, no le había quedado otra opción.
La primera vez con doce años, cuando un coche estuvo apunto de atropellar a su hermano, y el sin saber como, consiguió que todo se detuviera, pudo quitar a su hermano de delante del vehículo e igual que se detuvo, todo volvió a la normalidad. No debió de contarle nada a Hamphri, esa fue su perdición, ya que este se lo contó a sus padres nada mas entrar por la puerta, y a toda persona que se encontró en su camino en los siguientes días.
Empezaron a tratarle como a un bicho raro, le acosaban, se burlaban de el, y le provocaban, hasta que un día al salir de su escuela de siempre, y mientras esperaban al viejo autobús escolar amarillo, varios de los chicos del curso superior al suyo, empezaron a golpearle. Se vio en el suelo, rodeado de pies que intentaban alcanzarle, y de nuevo sin saber como, se hizo el silencio y todos quedaron inmóviles.
Se escabullo entre los pies, arrastro al cabecilla en medio del grupo y salio corriendo. En su huida escucho los gritos de aquel matón de escuela al recibir los golpes de los demás, rió y siguió corriendo. Esa fue la ultima vez que miro atrás en su vida.
Por el camino había conocido a personas que dijeron querer ayudarle, y que lo único que pretendían era sacar tajada de lo que el, poco a poco había aprendido a controlar.
Ahora con treinta años, ya no se fiaba de nadie, trataba de no meterse en demasiados jaleos, y se mostraba cauto ante cualquiera que se le acercara.
Su mayor amenaza en los últimos dos años habían sido los hombres armados de la puerta y otros como ellos que le habían buscado incansablemente fuese donde fuese.
Se acerco a ellos, busco en sus bolsillos, y como siempre, no tenían nada en su interior, nada que les identificara y le diera una pista de quienes y porque le seguían.
Se acerco a la cama, se arrodillo junto a ella y saco su mochila de debajo. Siempre tenia en su interior todo lo que poseía. Se la echo a la espalda, se encamino a la ventana, y descendió por la oxidada escalera de emergencias. Paso junto al gato, al perro, y doblo la esquina sin mirar atrás.
Se escucharon las sirenas, la lluvia volvió a caer con fuerza, y las calles recobraron su vida habitual.

lunes, 18 de junio de 2012

Seduccion.

No le quitaba los ojos de encima.
Su pelo rojizo, una mueca que simulaba un beso con sus hermosos labios, una camiseta azul, que quizás fuera una talla menor de la que necesitaba, sus manos marcando el contorno de sus pechos, y de cintura para abajo, un bikini muy colorido del que colgaban una especie de aros a los lados, y unas chanclas bastante sencillas.
Estaba atónito contemplándola. Siempre le había parecido una mujer distinta, de esa clase de mujeres con las que no le valdría pasar una noche, ya que se deleitaba escuchando cada palabra que decía, aunque en ocasiones no prestara atención a las mismas y se limitara a disfrutar de lo melódico de su voz.
Era dulce en todo lo que hacia. Cuando te saludaba, te abrazaba, y sentías que lo hacia de verdad, tanto, que no querías que nunca te soltara. Cuando te sonreía, automaticamente te veías con la necesidad de corresponder a esa sonrisa. Y cuando te tocaba, cuando te tocaba el tiempo se detenía.
Era distinta al resto, y el no podía dejar de mirarla.
Quería tener el valor para decirle todo esto a ella, pero nunca lo encontraba. Quería ver cual seria su reacción, aunque la intuía y sabia que no le gustaría, pero necesitaba comprobarlo.
No se si alguna alguna vez alguien os ha cautivado de esta manera, pero si sabéis de que hablo, entenderéis como se sentía el.
Volvió a mirarla fijamente, y parecía que los ojos de ella hacían lo mismo. Sonrió, se armo de coraje, y de su boca salieron todas las palabras que había guardado desde que la conociera, no dejó nada para si, y todo sin cesar de observarla, sin apartar la mirada.
Cuando hubo terminado, pestañeo, se sonrió para si mismo, y con cuidado guardo en el cajón de su mesilla aquella foto que había estado contemplando y a la que había abierto su corazón.

viernes, 15 de junio de 2012

La carta.

Como cada martes tenia entre sus manos la carta que tanta ilusión esperaba.
Se dirigió a su cama, se tendió sobre su espalda y antes de abrirla, la acerco a su nariz para olerla. Era su ritual habitual. Todas las semanas repetía la misma rutina.
La abrió con suavidad para no dañar el sobre, y deposito este a su lado. Desplegó el par de folios que había en su interior, y contemplo la bonita caligrafía con la que estaba redactada. Le sorprendió ver algunas letras borrosas, como si se hubieran mojado, pero no le dio importancia y se dispuso a leerla.

Hola cariño.

Como cada semana te escribo unas lineas para que no te sientas tan solo y contarte además lo que pienso y siento, aunque esta semana mis letras serán distintas.
Hace mas de un año que comenzamos con esto, y sabes que he sido muy feliz estando contigo, pero mis fuerzas se han agotado, y ya no puedo mantener mas esta situación.
Sabes que siempre he estado sometida a las presiones de mis amigos, y a mis propios principios. Pues bien, al final he cedido a todo ello y creo que no es justo para mi estar con alguien a quien no puedo tocar y a quien además he dejado de amar. Aparte de ello, he de decirte que también he conocido a alguien que me hace sentir viva, me hace sentir esas mariposas en el estomago que decías sentir tu desde que coincidimos.
Quiero que sepas que has sido muy especial para mi, me diste tu apoyo cuando lo necesite, y creo que yo hice lo mismo por ti.
El mayor problema que he tenido ha sido no creerte nunca, y sinceramente, cuanto mas me he tratado de distanciar, mas he ido viendo lo que los demás querían que viera.
No pienses que me arrepiento de nada de lo vivido, las 2 veces que he podido ir a verte fueron geniales y las recordare con cariño. También tendré en mi memoria las veces en que me ha reconfortado hablar contigo, contarte mis penas y preocupaciones, y tu siempre escuchaste pacientemente, aunque también es cierto que como te he dicho mil veces, tampoco tenias nada mejor que hacer :)
En ocasiones reconoceré que me has provocado sensaciones dificiles de olvidar, desde miedo o temor, hasta pasión y deseo.
Sabes que despedirme de ti me costo muchisimo, y que volver a verte hacia que mis ojos brillaran de manera especial, o al menos eso decías. Creo que exagerabas, jajaja.
Perdona por los borrones, pero aun sabiendo que esto es lo mejor para mi, no se porque no puedo parar de llorar como una tonta.
Te pido que no me odies por esto, sabes que nunca fui buena con las promesas, y aunque te prometí que te esperaría, la espera se me ha hecho cada día mas y mas complicada, y como bien sabes no soy tan fuerte como aparento.
Y ya para despedirme, te quiero pedir que por favor no me escribas jamas, no me llames y nunca hagas por verme. No quiero tener que dar la razón a quienes me dicen que eres un psicópata y que nunca debí haberte hablado.

Ha sido un placer haber compartido esto contigo.
Cuidate y trata de ser feliz como lo seré yo si todo sale como espero.
XOXOXO
Ahora me despido como tu, que ya se que esas X y O son besos y abrazos :)
Hasta siempre Caballero.

Dejo la carta junto al sobre, se seco las lágrimas con el puño de su camisa gris y se puso en pie. Se inclino hacia la cama, arrugo el sobre y con tranquilidad rompió los folios en tantos trozos como pudo, se giro y los tiro al retrete. Recorrió los cuatro pasos que le separan de los barrotes y pasando sus brazos entre ellos como si los abrazara, espero sin moverse a que llegara la hora en que los dejaran salir al patio. Mientras pensaba en lo estúpido que había sido por pedirle a alguien que le esperara, por soñar con una vida junto a una mujer especial cuando aun le quedaban muchos años de condena.
En la galería silenciosa de la prisión, se escucho un lamento seco, y todos los demás reclusos supieron que aquel día otro de ellos se volvía a sentir solo.



jueves, 14 de junio de 2012

Lagrimas de sal.

Mientras caminaba por la orilla del mar, con sus pies jugando entre los últimos rastros de las olas, Raquel reía como si fuera una cría.
La vida no había sido fácil para ella, y ahora tampoco es que estuviera todo demasiado bien. Tenia 28 años y se encontraba desempleada, pero esa mañana se había despertado con una extraña sensacion de felicidad. Había desayunado, y en lugar de sentarse delante del ordenador a ver las ofertas de empleo, se decidió por un paseo a solas para ordenar sus pensamientos.
Pensó en su ultimo novio, todo fue maravilloso al principio, pero como siempre se torció y acabo sufriendo. Lo había pasado mal, pero ya no tenia importancia.
Recordó su ultimo trabajo, y como cuando mejor se encontraba la llamaron al despacho del director y la pusieron de patitas en la calle. Fue un duro golpe, pero ya era agua pasada.
Raquel se sentó en la playa, dejando que el mar siguiera mojando sus pies, y  rememoro todas las ocasiones en que las lágrimas habían brotado de sus hermosos ojos castaños. Mordió un mechón de su negra melena y sonrió.
Intuía que su vida cambiaría, que todo a partir de hoy seria distinto. Algo dentro de ella le hacia sentirse bien.
Noto algo a su derecha y se giro. Un chico de aproximadamente su edad se había sentado y la observaba. El la sonrió. Raquel le devolvió la sonrisa sin soltar su moreno mechón de la boca y se dijo para si misma:" Ya no habrá mas, Se acabaron las lágrimas de sal".






miércoles, 13 de junio de 2012

El avioncitos.

Desde pequeño había soñado con aquello. Se había esforzado, formado y preparado a conciencia con el único fin de lograrlo.
Ya en el colegio se pasaba los días haciendo aviones de papel que lanzaba por la ventana mientras se imaginaba pilotandolos a alta velocidad. Tanto era así que sus compañeros le pusieron el mote de "el avioncitos."
Ahora lo había logrado, llevaba años siendo piloto de combate, y además de los mejores. Miles de horas de vuelo le contemplaban y cientos de misiones finalizadas con éxito. Le habían otorgado varias medallas al valor, y dirigía su propia escuadrilla, era todo lo que había soñado. Pero en aquel vuelo estaba triste, mas de lo normal cuando salia de misión.
Aquella mañana les habían sacado apresuradamente de la cama, les habían formado y dado instrucciones muy concretas. Se había producido un extraño escape, y se había extendido por el pueblo en el que vivía, y la única manera de controlarlo era acabar con cualquier rastro de vida en la zona. Les habían prohibido hacer ninguna llamada ni comunicar a nadie la naturaleza de su misión, simplemente Debian estar preparados para ejecutar la orden en el momento en que esta fuera aprobada.
Después de eso, se retiraron nuevamente a sus habitaciones, y el no dejo de pensar en todo lo que tenia allí, su mujer, con la cual no llevaba demasiado tiempo pero por la que daría su vida, sus perros, su casa, sus recuerdos, su vida. Busco su teléfono y se dedico a ver las fotos que en el guardaba, mientras en su cara se mezclaban una leve sonrisa y unas lágrimas furtivas.
Jamas había desobedecido una orden, pero esta vez necesitaba hacerlo, aunque solo fuera un segundo.
Entro en la agenda, y como primer numero aparecía el de su casa, deslizo el dedo sobre la pantalla y al momento escucho el tono de llamada. La voz de su mujer surgió por el auricular preguntando quien era, a lo cual el respondió:" Soy yo cariño, solo llamaba porque te añoraba y necesitaba decirte que te quiero. ¿Que tal están los perros?" Ella le contó las cosas habituales, y también la hablo de que en la calle olia raro, pero no le dio demasiada importancia. El se despidió de ella repitiéndola que la quería, y avisándola de que quizás llegaría tarde a casa. Tras colgar lanzo el teléfono contra la pared de la habitación, haciendo que este saltara en mil pedazos.
Un par de horas mas tarde les avisaron para que se prepararan para el despegue, se le encogio el corazón.
Les llamaron a formar, les dieron las instrucciones precisas de la misión y los enviaron a sus majestuosas maquinas voladoras.
El vuelo seria corto, y el trabajo sencillo, simplemente apretar un par de botones y la misión estaría concluida, pero le estaba costando mantener la frialdad de la que siempre hacia gala, y por supuesto contener las lágrimas. Todos sus compañeros sabían donde vivía, pero ninguno tuvo el valor de acercarse a el y hacer comentario alguno sobre esto. Se sentía totalmente solo aun siendo rodeado por la que siempre había considerado su segunda familia. Mientras hacia las comprobaciones de rigor en el panel de instrumentos, recordó cada segundo vivido en aquel pequeño y feo pueblo, cada sonrisa, cada cerveza con amigos, barbacoas y como no, las noches charlando en la terraza mientras jugaba al poker y compartia una copa con los pesados de los vecinos.
Por la radio alguien dijo:"Un minuto para el objetivo."
Todos sus músculos se tensaron tanto que hicieron que todo su cuerpo doliera.
"30 Segundos"
Se le estaba nublando la vista, le costaba respirar.
"15 segundos"
Levanto la tapa que cubría los malditos botones que accionaban los proyectiles y se preparo para dar la orden de fuego.
En el preciso instante en que avistaba su vivienda y abría su boca para culminar con aquello, la radio crepito un segundo y se escucho la voz de su superior:" Aborten la misión. El escape ha sido controlado y no hay riesgo para la población. Nos han comunicado que El personal civil no peligra."
Avioncitos muy lentamente volvió a cubrir los botones, y rompió a llorar.
Seguiría adorando su trabajo, y seguiría teniendo con quien compartir tanta felicidad.
Se dirigió a su escuadrón y les dijo:" Chicos, volvemos a casa."
Siguió llorando hasta llegar a su hogar, y solo sonrió mientras abría la puerta y un vecino cabrón, como cada día le decía,:" ¿Te lo has pasado bien jugando hoy avioncitos?"







martes, 12 de junio de 2012

El violinista.

Caminaba despacio, sin prisa, cubierto por el sombrero de ala negro que su madre le regalo por navidad.
Su larga gabardina, del mismo color, estaba cada vez mas húmeda por la persistente lluvia primaveral de aquel día. Sus pies, totalmente calados, con unos zapatos ya algo gastados de tanto caminar.
Y en la mano, su vieja funda de violín, que conservaba desde que aprendió a tocar el mismo con apenas 5 años.
Mirada siempre al frente, paso corto y rostro serio, como cada día.
Mientras andaba recordaba su niñez, sus clases de cada tarde con aquel profesor austriaco de nombre impronunciable, y los esfuerzos de sus padres para que siguiera perfeccionando su dominio de ese melódico instrumento. Fueron años de ensayos, noches en vela imaginandose en los grandes escenarios del mundo y muchisimas alegrías cuando las felicitaciones llegaban a su casa o algún periódico local hacia mención de los logros de aquel pequeño virtuoso del violín.
Mejoraba día tras día, y con poco mas de diez años había cautivado ya a maestros, expertos y entusiastas de la música clásica. Su progresión parecía no tener fin.
Dejo sus estudios para dedicarse enteramente a la música, y ya nadie dudaba de que seria un genio entre los genios.
Entró en abarrotado teatro, como había hecho tantas veces entonces, pero esta vez en vez de dirigirse a la zona del escenario, subió las escaleras y se encamino a uno de los palcos. Tomo asiento, miro hacia abajo y le pareció verse sobre las tablas, con su instrumento al hombro e interpretando el concierto para violín de  Beethoven. Esta fue siempre su pieza favorita, tenia fuerza y le hacia flotar ante el publico o solo en su habitación, le transportaba a otro mundo.
Cuando los asistentes al espectáculo se hubieron acomodado en sus butacas, se levanto el telón, y ante ellos aparecieron los bailarines del gran ballet de Moscu dispuestos a interpretar el lago de los cisnes.
Miro furtivamente al palco que tenia a su derecha y vio a un tipo gordo, de aspecto italiano, y de unos cincuenta años de edad, acompañado por una joven morena, que no tendría ni la mitad de años que el. Tras ellos, dos hombres altos, fuertes y con aspecto de sicarios.
Acerco su mano derecha a su funda de violín, la abrió y al tiempo que se ponía en pie, saco una ametralladora de la funda. Girándose hacia el palco contiguo, apoyó esta en el muñón que había donde antes estuvo su mano izquierda, y comenzo a disparar sobre sus ocupantes. Mientras sonaba el estruendo de las balas, recordó el día en que sin querer, había empujado al gordo del palco, veía claramente como caía a un charco y sin ponerse en pie, este había ordenado a uno de sus matones que le cercenara la mano con la que había osado tocarle. Al recordarlo aun sentía el frió acero sobre su muñeca y podía sentir como por ese corte se le escapaba además de gran cantidad de sangre, todo lo que era y esperaba ser.
Desde ese día nunca había vuelto a ser feliz, jamas volvió a sonreír hasta este preciso instante, hasta el momento en el que de sus manos había vuelto a brotar música, hasta el momento en el que su venganza había sido cumplida.

lunes, 11 de junio de 2012

Bosque vacio.

A lo lejos, en lo mas profundo del bosque se escuchaba a un búho solitario haciéndose notar.
Las hadas esa noche no habían salido a recorrer las copas de los arboles.
Solo se escuchaban los pequeños saltitos de un pequeño duende que jugaba entre las flores y bajo el poderoso influjo de la luna llena.
Algo no andaba bien ese día, ya que al caer el sol, el bosque era un hervidero de criaturas y sonidos variopintos. Pero no esta noche.
El duende siguió saltando mientras silbaba una antigua melodía que había pasado de generación en generación.
Miraba a a su alrededor sorprendido del vació que le rodeaba.
Llego al borde del arroyo, y como cada noche, se descalzo para cruzarlo andando y así refrescar sus cansados pies. anudo sus zapatos, los coloco alrededor del cuello y cruzo. El agua estaba demasiado fría, no era lógico con el calor que había hecho todo el día, aun así siguió su camino.
En la orilla opuesta se volvió a calzar, y cuando se disponía a seguir silbando, escucho un gruñido.
Se agazapo tras unos matorrales y trato de buscar el origen de aquel desagradable sonido.
Sus puntiagudas orejas no paraban de moverse esperando volver a oírlo, pero no sucedió.
Se puso en pie y como si nada hubiera sucedido, siguió su camino, ahora cantando en una extraña lengua.
Como diez minutos mas tarde, diviso una pequeña fogata, alrededor de la cual giraba una mujer distinta, con pinturas en su cuerpo y una nariz ganchuda que hacia que no pudiera dejar de mirarla.
Era la bruja mas bella que jamas el duende viera.
Vestía con ropajes de colores rojos y negros, con calaveras en las medias y corpiño con cordones.
Escucho atentamente lo que la bruja murmuraba. Decía algo relacionado con el desprecio al ser humano, la locura de los hombres, y lo fantástico de su propia persona.
El duende esbozo una sonrisa picara y se compadecio de aquel ser.
Con su ego no solo no podía ver la hermosura de las criaturas que la rodeaban, sino que estas además se escondían cuando la veían.
Seria triste vivir así, sin amigos, sin compañía, y con la nariz como única compañía.
El duendecillo decidió no perder mas su tiempo, y se marcho tal y como había llegado, saltando y cantando, aunque esta vez cantaba en nuestra lengua.
Esa noche en el bosque solo se escuchaban tres cosas, un búho, una bruja y duendecillo cantando una triste canción.

sábado, 9 de junio de 2012

Un dia especial.

Una mañana mas. Hoy debía de ser un día especial, recibiría miles de llamadas, cientos de regalos, y decenas de visitas. La gente se empeñaba en celebrar aquello como si fuera algo bueno, pero realmente no era mas que el inexorable paso del tiempo. Además aquel año no estaba para celebraciones, sin trabajo, sin salud y sin amor, por no hablar del dinero, que como al resto del mundo, tampoco le sobraba.
Se puso unas bermudas arrugadas que utilizaba normalmente para sacar al perro, una camiseta de algún club deportivo y unas chanclas viejas y desgastadas por los mordiscos de su fiel amigo canino, que como siempre le contemplaba desde la puerta hacer todo esto.
Encendió sus teléfonos, y como esperaba, empezaron a sonar mensajes en ambos, todos similares, aunque todos igualmente agradecidos con leves sonrisas. Abrió su facebook desde la aplicacion del móvil, y encontró lo que esperaba, otro montón de felicitaciones, algunas incluso de gente que ni sabia quienes eran.
Bajo a la cocina y se dirigió a la nevera. Al abrirla vio lo mismo de siempre, algo de queso, embutidos de su pueblo, para el los mejores, algunas cervezas, un par de yogures, leche y su zumo de piña. Como siempre bebió de la botella, la cerro y saco la leche para prepararse el café.
Mientras tomaba su taza matinal y fumaba el primer cigarrillo, leía las noticias en el teletexto, el mundo cada vez estaba mas cerca de su destrucción y el no quería perderse ni un capitulo de ese final.
Hoy haría algo especial, algo que jamas se había atrevido a hacer.
Se calzo sus deportivas, las mas cómodas, aunque también las mas destrozadas que tenia, busco las llaves del coche, y salio de casa, no sin antes arrodillarse y obsequiar una caricia a su perro.
El trayecto no eran mas de 20 minutos.
Como esperaba, le costo aparcar otros 20, pero aun tenia tiempo.
Se unió a la marea humana que entre gritos y cantos se acercaban al centro del pueblo. Al fondo se podían ver ya los vallados que delimitaban el recorrido. Siguió caminando hasta alcanzarlos, suspiro y por primera vez en su vida, los traspaso decidido a correr un encierro.
Toda su vida había buscado el coraje para hacerlo y nunca lo encontró, pero de hoy no pasaría, sus piernas no estaban en el mejor momento, y si alguien de su entorno lo hubiera sabido, se lo habrían impedido sin dudarlo.
Dieron las 10 en el reloj del ayuntamiento, se escucho explosionar un cohete y los corredores se pusieron en movimiento.
El permaneció inmóvil, esperando, tenso y casi sin respirar. Por fin veía a las bestias, acababan de torcer la esquina y con sus mas de quinientos kilos se dirigían veloces hacia el.
Siguió mirándolos, cada vez estaban mas cerca. Ya solo podía ver cuernos, e incluso creyó sentir el aliento de los astados.
En ese momento unas manos tiraron de el por los tobillos, le hicieron caer, y fue arrastrado fuera del alcance de los animales.
Le dolía la cabeza del golpe que había recibido contra el suelo y de los gritos de aquellos que le habían sacado, que no se cansaban de increparle y llamarle loco.
Se abrió paso entre la multitud que seguía increpandole, se dirigió al coche y volvió a casa.
Al llegar se agacho nuevamente para saludar a su perro, y le dijo:" El mundo no esta tan mal, aun hay gente que se preocupa por los demás."


viernes, 8 de junio de 2012

El Caballero de Volterra.

Como cada noche, al caer el sol, salio a recorrer los oscuros pasajes de aquella ciudad que se mantenía en pie desde hacia siglos. Le encantaba deslizarse por las calles que en algún momento fueron morada de etruscos y romanos.  Perder la vista en los infinitos campos toscanos que se observaban desde las almenas y murallas le hacia sentirse vivo.
Tras flotar por las plazas donde antaño se reunían los caballeros para beber después de la batalla, regresaba apesadumbrado a su castillo. Era el mas hermoso jamas construido, tanto que sirvió de inspiración a la poderosa familia Medici para levantar su Palazzo Vecchio.
Hacia ya demasiado tiempo que no albergaba fiestas de postín, ni recepciones elegantes, pero en su día fue el centro de la vida social de aquella zona, y el su señor.
Señor del castillo y dueño de toda tierra, persona o animal del valle.Gran titulo y gran popularidad que le hacia ser adorado y venerado por todos sus súbditos. Pero aquello paso, las guerras cesaron, el calor lo arraso todo, y el hambre se adueño de sus dominios y sus gentes.
Anterior mente habían conseguido superar la peste española, pero aquello azoto demasiado fuerte, no lo esperaban. La hambruna mato al ganado, y sin ganado, murieron las personas.
Fueron tiempos dificiles, demasiado complejos para la época.
Mientras continuaba con su peregrinar entre fríos muros de roca, escuchaba lamentos que le encogían el corazón, y llantos que le helaban la piel.
Bajò la cabeza y siguió en su periplo nocturno habitual.
Lentamente entro en el salón principal, donde se arrodillo, y miro al fondo de la estancia, hacia el lugar donde encontró a su mujer y su hija consumidas por el hambre y sin un ápice de vida. Rememoro aquel momento con suma tristeza, como había hecho desde aquel día. Igual  que ese martes de febrero, acerco una silla a la columna, ato a la misma una de las gruesas sogas que utilizaban para mantener recogidas las pesadas cortinas, realizo un nudo en el otro extremo como tantas veces el verdugo había realizado cumpliendo sus ordenes, paso su cabeza por el y respiro profundamente.
Como cada noche sobre las tres de la madrugada, en el monumental castillo de Volterra, ahora convertido en prisión, los presos escuchan el golpear de una silla antigua sobre el suelo y lo que parece el sonido de un cuello al quebrarse. Como cada noche desde hace siglos, El silencio mas absoluto vuelve a llenar estos pasillos.

jueves, 7 de junio de 2012

Paraiso.

Hacían ya mas de 24 horas desde que su velero fue golpeado por aquella ola salida de la nada. Mas de un día desde que este volcó. Una eternidad desde que pensó que moriría al caer al mar con el spinnaker enrollado sobre su cabeza.
Por suerte, pudo soltarse de el y encaramarse a parte del mástil que salio a flote.
Las aguas cálidas del Caribe estaban ablandando su piel, y haciendo que perdiera su cordura.
Ni una sola embarcación en todo ese tiempo, ni una mínima esperanza.
Había salido a navegar como cada mañana por el que desde su llegada había sido su paraíso particular. Solo, con la única compañía de su música favorita, sus aletas y sus gafas de bucear. Le esperaban para cenar, y confiaba en que al no aparecer, alguien se preocupara y hubieran salido en su búsqueda. Aunque también sabia que simplemente podían haber dado por supuesto que como en tantas otras ocasiones, hubiera decidido pasar la noche contemplando el cielo mar a dentro, o que en su camino cruzase un grupo de ballenas y se hubiera decidido a seguirla sin mas.
La noche fue dura, la temperatura bajo bastante, y tuvo que nadar todo lo que su cuerpo le permitio para no sufrir una hipotermia. En la mañana, sufrió un gran susto, unas aletas al fondo le hicieron verse siendo el desayuno de alguna de las muchas especies de tiburón que surcaban aquellas aguas, pero gracias a dios, solo se trataba de un grupo de delfines mulares.
Ahora, sus mayores problemas eran el agotamiento y el sol de justicia que le azotaba sin clemencia, lo que daría por una de las cervezas frías que siempre llevaba por docenas cuando salia a navegar.
Debía estar empezando a alucinar, ya que de fondo empezó a escuchar su canción, esa del grupo ingles que nunca recordaba el nombre, y que era su himno desde que se traslado a aquella isla, a su propio paraíso tal y como decía la canción. Coloco su mano abierta en su frente para protegerse del sol y poder otear el horizonte. Su corazón se acelero. No estaba alucinando, ya que vio un velero similar al suyo, donde parecía haber una fiesta, ya que aparte de la música, se veía gente en cubierta bailando y bebiendo.
Saco fuerzas de donde no las había y trato de ponerse en pie. En su primer intento no lo logro, e incluso se produjo un pequeño corte en el gemelo de su pierna derecha, nada importante, ya que apenas quedo una manchita de sangre en el agua.
La segunda vez lo consiguió, aunque el esfuerzo era máximo, ya que no podía dejar de mover los pies sobre el trozo de mástil para no volver a caer. Grito y agito sus brazos tratando de llamar la atención. Tras un par de minutos parece que lo consiguió, ya que todos los ocupantes de la embarcación, se asomaron por babor, y con la suavidad que da el viento sobre las velas, empezaron a virar hacia el.
Se dejo caer al agua y se aferro nuevamente a aquella madera que le había mantenido con vida.
Suspiro y pensó en lo acertado de haberse mudado al paraíso, aunque durante la noche se había planteado la decisión, sabia que no existía mejor lugar para vivir.
Cuando sus salvadores se encontraban tan cerca que hasta el mismo coreaba la canción que tanto le gustaba y que escuchaba ya con nitidez, noto que algo tiraba de el hacia abajo. Sintió un dolor tremendo en su pierna, y al momento el mar se tiño de rojo. Mientras trataba de escapar de aquellos dientes que le desgarraban, recordó la pequeña herida, y el buen olfato de los tiburones. Intento subir al mástil nuevamente, pero una de sus piernas ya no estaba donde debería. Golpeo con sus arrugadas manos al escualo, pero este no pareció sentirlo.
El barco estaba cerca. Había aguantado un día. La sangre lo pintaba todo de un color desagradable.
El mar quedo en calma. El paraíso volvió a ser tranquilo.



miércoles, 6 de junio de 2012

La alegre duendecilla.

No se si sabrán de la existencia de estos seres tan mágicos y especiales.
Por si no los conocen les contare sobre el que yo conozco.
La duendecilla en cuestión, no es demasiado baja, aunque tampoco es alta, como no me canso de repetirla. Luce cabellos de color pajizo, y unos chispeantes ojos castaños, nariz pequeña pero graciosa, y siempre acompañada de una deslumbrante sonrisa.
Vive en pequeños palacios habitados por fantasmas, en ocasiones de los constructores de los mismos, aunque no por ello la duendecilla pierde su jovialidad.
Para reconocer a tan peculiar ser, debes fijarte en varios detalles. La duendecilla siempre habla de ella en tercera persona, y cuando los demás hacen planes sin incluirla, ella dice sonriendo:"La duendecilla también quiere", o "la duendecilla es buena."
Otra cosa que la distingue es lo difícil que resulta enfadarla. Cuando un ogro gruñón la increpa, ella se limita a mover su naricilla de forma graciosa y como mucho dice: "hhhuuuummm, ¿porque eres tan malo con la duendecilla, ogro?. Y al momento vuelve a reír y charlar sin parar.
La duendecilla siempre quiso ser hada, por eso cuando baila mueve en círculos su dedo índice, como si este fuese una varita mágica, mientras cierra sus ojos y menea todo su cuerpo de forma extraña. ¡Ah! si queréis verla feliz, solo habéis de poner música, con cualquiera se volverá loca.
Aparte de esto, deciros que nunca intentéis seguirla, ella siempre quiere mas, no sabe parar, y si por ella fuera, nunca te dejaría dormir, ya que siempre que pueda hará lo posible por salir, así que es fácil que la encontréis en tiendas, restaurantes, teatros, discotecas y en cualquier otro lugar donde pueda encontrar gente.
Pero como todos los seres mágicos, ella también tiene un punto débil, algo que pase lo que pase no podréis hacer, no es que no coma después de media noche, ni que evite la luna llena, en este caso es mas sencillo, la única advertencia que os puedo hacer para que la duendecilla no desaparezca o se convierta en piedra, es que jamas, y digo ¡Jamas!, la dejéis al alcance de sus manitas un teléfono, ya que si lo encuentra, sera como si no estuviera, y os perderéis los grandes momento que os podría hacer pasar.
Ya solo me queda rogaros, que si por casualidad os encontráis con este maravilloso ser, hacer el favor de cuidarlo y mimarlo como se merece, ya que como ella misma os dirá:" La duendecilla es única."

Parole, parole

Con su dedo índice subió sus gafas que se habían deslizado por su nariz hasta casi caerse.
Se acerco al viejo tocadiscos que acumulaba polvo en un rincón del salón, se agacho y cogió el disco que contenía su canción favorita. Lo saco de su funda, ya arrugada por el paso de los años y los kilómetros recorridos, lo puso en el plato, coloco la aguja, y empezó a escuchar aquella melodía que la transportaba a otro lugar, a otro tiempo, aunque las palabras de Mina la traían de nuevo a aquel salón.
De fondo se escuchaba "parole, parole, parole". Mientras ella pensaba en todas esas palabras, en todas las promesas que el le hizo alguna vez y que no se habían concretado.
¿Como fue tan crédula como para dejarlo todo y seguirle tan lejos de su hogar? Debería haberse dado cuenta de que las promesas de un niño se quedan atrás cuando encuentra un nuevo juguete. Es cierto que con el vivió las emociones mas fuertes de su vida, sintió cosas que ni imaginaba que existían, pero aquello no duro demasiado. Quizás si en su primera mentira hubiera cortado la relación, si se hubiera puesto mas seria con aquel escarceo, quizás, quizás y quizás....
Ya no tenia importancia, el había confesado nuevas mentiras. Ella se había derrumbado. No fue capaz ni de reprocharselo, simplemente rompió a llorar, sufrió incluso un pequeño desmayo, y en unos minutos se recupero, al menos aparentemente.
El había seguido dando explicaciones sin parar, excusándose, y como ella pensó, tapando una mentira con otra mas elaborada.
Ella se había dirigido a la cocina a por un vaso de agua para mitigar su sed, y también aprovecho para vaciar el lavavajillas. El la siguió sin parar de mentir.
" ¿Como era aquella frase antigua que tanto me gustaba?, ¡Ah! si, Excusatio non petita, accusatio manifesta." Pensaba mientras decía que ya no quería escucharle mas.
Lo siguiente lo recordaba de forma borrosa.
Pero daba igual, aquella canción le encantaba, y era la música perfecta para limpiar la sangre antes de que se secara y llegara la policía, a la cual había llamado ella misma.
Miro al suelo del salón, y vio el reguero dejado por el chico al arrastrarse desde la cocina, mientras intentaba quitarse el cuchillo que ella sin vacilar le había atravesado en el cuello directamente desde el lavavajillas.
Se fijo en el cuerpo inerte, y acompañando a la canción, le dijo:" Ahora si quieres sigues con tus PAROLE, PAROLE, PAROLE"
Sonrió y se puso a limpiar mientras bailaba. Por fin era feliz.

martes, 5 de junio de 2012

El ultimo guiño.

Una gota de sudor descendió por su frente hasta llegar a su ojo.
Se incorporo levemente y la seco. Volvió a inclinarse hasta la ventana. Tomo la misma postura que mantenía desde hacia un par de horas. La vista siempre puesta en aquella puerta, esperando para verla salir.
El sol se estaba poniendo, y calculaba que no lardaría demasiado en abandonar su casa como venia haciendo cada noche desde que empezó a observarla. Haría lo de siempre, cena, copas y si tenia suerte, no volvería sola.
Fue divertido comenzar con ese seguimiento, de entrada ella parecía mas sosa, pero poco a poco fue dándose cuenta de que era bastante vital, parecía incluso divertida, y sobre todo sabia como disfrutar de su vida.
Se encendió la luz del portal, y el se inclino un poco mas. Falsa alarma, era solo el vecino gordo del 3º, ese del que ella se queja porque no la deja dormir, ese que madruga demasiado, y se pone a dar golpes, no seria la primera vez que ella sube a su casa y le dice que pare, que parece que se le va a caer el techo encima.
El se volvió a relajar, miro la vista privilegiada que tenia desde aquella atalaya, la ciudad se hallaba a sus pies, y ver como se iban encendiendo las luces de los distintos edificios le hizo sonreír. Eran muchas las ciudades que había contemplado de aquella forma, demasiados sitios visitados y de los cuales siempre se había marchado prometiéndose que volvería, y que jamas había vuelto a ver.
Tenia sed, el calor de aquella tarde había sido intenso, miro las cuatro latas de refresco que vacías había guardado en su mochila. "lastima no haber traído mas"- Pensó
Volvió a concentrarse en la puerta, ¿que se habría puesto para un día tan especial?, ¿El vestido rojo de lunares que tan bien le sentaba? ¿quizas el negro que le daba aire de vampiresa? aunque lo mas probable es que saliera con alguna de esa divertidas camisetas con lemas graciosos.
Se ilumino el portal, vio una sombra aparecer por la puerta, seguida de una hermosa joven de cabellos dorados. Sandalias negras, vestido corto del mismo color y con un bonito escote.
En la distancia el guiño un ojo, cosa que ella jamas podría ver, se santiguo, suavemente hizo retroceder su dedo. justo entonces dijo:" Hasta siempre bonita."
Tiro un poco mas de su dedo, y se escucho un estruendo.
Los pajaros salieron de sus nidos precipitadamente. El silencio que siguió fue sepulcral, y lo único que se escucho fue el caer de un cuerpo joven  contra una puerta de cristal, y los pasos raudos de alguien que escapaba por unas escaleras eternas.

lunes, 4 de junio de 2012

Solamente una voz.

Sonreía como un niño con zapatos nuevos.
Ese acento italiano tan cantarín le resultaba agradable. No sabría decir de que zona de Italia era, quizás toscano o piamontés, no conseguía distinguirlo, pero inevitablemente le hacia sonreír.
Era una voz femenina, culta, en exceso educada incluso, pero sobre todo tenia magnetismo.
Llevaría no menos de 10 minutos escuchándola hablar sin parar, disfrutando de su compañía, y aguantando el chaparron de reproches que ella le lanzaba.
En ningún momento el cambio su postura en el sofá, permanecia relajado y tranquilo. Aun no había abierto su boca para decir ni "¡hola!". Fue descolgar el teléfono y empezar con su discurso, que incluso parecía con la intención de  soltar de golpe para no olvidarlo.
¿Le habrá costado mucho prepararlo? ¿Lo habrá ensayado antes de llamar? Mientras el meditaba estas preguntas sin importancia, ella no paraba, continuaba con su retahíla, no tenia final.
Transcurrieron otros diez minutos aproximadamente, con el escuchando y con ella desahogándose, casi ahogandose, ya que no parecía ni respirar, hasta que al fin ella pregunto :¿No piensas decir nada?"
El volvió a sonreír y muy lentamente dijo :" Si, te diré dos cosas. La primera es que tienes una voz preciosa, y la segunda, que lo lamento, debería haberte interrumpido antes, pero creo que te has confundido de numero".

domingo, 3 de junio de 2012

El cazador.

Sigiloso, muy lentamente, el cazador se acercaba a la mas increíble criatura que jamas viera hombre alguno.
Ante el se alzaba majestuoso un blanco unicornio, de pelo resplandeciente y dorado cuerno.
Lo que había anhelado toda su vida, ahora estaba a tiro, pero ¿quien osaría dañar a ese ser?
Lo contemplo, se acerco arrastrándose por el suelo, hasta que aquel ser se percato de su presencia. No se movieron, se miraron y ambos entendieron que no estaba en la voluntad del otro dañarse mutuamente.
El cazador se puso en pie, y alargo su mano hasta acariciar el brillante pelaje. mirando al mágico ser, comprendio que no se encontraba bien, que algo le había herido. Le indico con la cabeza que le siguiera, y el unicornio así lo hizo.
Lo cuido y curo durante meses, lo mimo incluso, y lo llego a adorar como se merecía un ser tan especial.
Al cabo de un tiempo, se valió por si mismo, y salia a galopar casi a diario. De vez en cuando, caía en alguna trampa colocada por piratas, o se heria con plantas venenosas, pero el cazador una y otra vez se ocupaba de sanar a su querido unicornio.
Los mese pasaron, y las trampas de los piratas que codiciaban su cuerno, cada vez eran mas elaboradas y complejas, aunque también la astucia del unicornio le hacia evitarlas sin tropezar.
En una ocasión, los piratas llegaron a estar en la misma estancia que el, pero su desconfianza labrada a base de las heridas causadas, le hicieron salir indemne.
Todo marchaba a pedir de boca, pero el unicornio creyó estar recuperado del todo, y con ese convencimiento salio al galope, dejando atrás al cazador para siempre. El cazador, no tuvo otra ocurrencia que seguir al animal, preocupado por su bienestar, y añorándolo en demasía.
El unicornio se asusto, y se dejo embaucar por los feos piratas, que le convencieron de que las trampas en las que había caído eran cosa del cazador, que siempre estuvo obsesionado con el, y que sino se separaba de el, acabaria arrancándole el cuerno.
El pobre cazador al ver a su amigo con los piratas, y practicamente odiándole, rompió en llanto, y se retiro a su pequeña choza de montaña.
En las noches calurosas de verano, entre el cantar de los grillos, y el silbido del viento al pasar las copas de los arboles, se puede escuchar a un pobre cazador cantado una amarga canción de Silvio Rodriguez y suplicando a los dioses que protegían al unicornio de las garras de los malvados piratas.