jueves, 5 de julio de 2012

Recien nacido.

Era la sensacion mas maravillosa que jamas hubiese sentido.
Tener al bebe recién nacido en sus brazos la hacia sentirse viva y mas feliz que nunca.
Lo contemplo recreándose en los pequeños detalles.
Su pelito rubio, que era mas pelusa que pelo, los ojitos azulados y levemente abiertos, su boquita que buscaba de donde comer, esas manitas tan tiernas y diminutas. Era precioso.
Lo meció mientras le cantaba una dulce canción que aprendió cuando ella era niña, y que hacia que el pequeño estuviera aun mas tranquilo.
Cualquiera que la viera se asombraría de ver tanta felicidad en una persona, tan emocionada estaba que hasta se le caía la baba literalmente.
Con apenas unas horas de vida, aquel diminuto ser haría que cambiara todo su mundo.
Le hizo mil carantoñas mientras soltaba los absurdos sonidos que tanto había visto hacer a las madres que conocía:" ajo, ajo, ajo, cucu-tras, cucu-tras."
Miro su reloj y frunció el ceño.
¿Porque no había venido aun a verla?, ¿Donde estaría?
Siguió jugando con el bebe, y se olvido por completo del tiempo.
Hacia muchisimo tiempo que deseaba ser madre y ahora entendía porque, ya sabia que se sentía al tener un bebe en brazos en sus primeros momentos de vida, tanto le gustaba que esperaba repetir aquella sensacion en algún otro momento de su vida.
Volvió a mirar el reloj y su cara mostró signos de preocupación.
¿No seria capaz de no aparecer? se preguntó.
El niño empezó a llorar y ella se puso nerviosa. Volvió a moverlo y a cantarle, y a duras penas consiguió tranquilizarle.
Escucho la puerta abrirse, y estiro su esbelto y juvenil cuello para ver si era quien ella esperaba.
Al verle, tan elegante como lo recordaba y con un maletín de piel en las manos no pudo contener una sonrisa.
El se acerco y dejando el maletín en el suelo, extendió sus brazos hacia ella.
La chica, con sumo cuidado, deposito el niño en los brazos de el, y le dijo: " Es el niño mas bonito que jamas he visto. Creo que debería haberte pedido mas por el, pero un trato es un trato. En quince minutos las enfermeras despertaran para hacer su ronda nocturna y verán que no esta, así que deberías darte prisa."
El hombre asintió con la cabeza y se marcho por donde había venido.
Ella metió el maletín en su carro de limpieza, saco el cepillo y continuo con su labor diaria, siguió limpiando los pasillos del hospital como si nada hubiese sucedido. Nadie mas la vería por allí, igual que al niño rubito que desapareció aquella noche.


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