Se dirigió a la mesilla de noche que había al lado derecho de la enorme cama, y con cuidado rebusco en sus cajones. Encontró fotografías, algo de ropa interior femenina y un montón de trastos que para el no tienen ningún valor.
Rodeo la cama para buscar en la otra mesilla. Mas o menos lo mismo, con algunos mecheros en el cajón que la otra contenía los trastos y ropa interior masculina en vez de femenina.
Lo dejo como estaba y se encamino a la cómoda que había justo en el centro de la cama.
Estos cajones eran mas grandes, y contenían sabanas y toallas, pero por mucho que buscaba, no daba con lo que le había llevado hasta allí.
Resignado se dedico a revisar los cajones del armario de cuatro puertas que cubría todo el lado derecho de la estancia. Paso bastante tiempo haciendo esto, pero nada, no tenia suerte.
Miro en las cajas de zapatos, en los bolsillos de los abrigos y chaquetas, y siguió sin encontrar nada, esto le hacía perder la paciencia por momentos.
Volvió a la primera mesilla, se sentó sobre la cama y cogió el teléfono que había sobre esta.
Marco un numero de móvil que conocía de memoria, escucho tres tonos, y antes del cuarto una voz femenina respondió al otro lado de la linea:" ¿Diga me?"
El chico, ahora recostado sobre la cama, contesto:" Mama, no se donde están mis llaves, ¿Donde tienes guardado el juego de reserva?"
Moraleja: Lo importante no es saber las cosas, basta con tener el teléfono de quien las sabe.
Jajaja... me encanta cuando una de tus historias, después de ponerme en tensión me hace reir.
ResponderEliminarYo que estaba de lo más intrigada, pensando en lo que buscaría ese que suponía era un ladrón.
Genial la moraleja y cuanta razón que tiene, jajaja :)