miércoles, 7 de agosto de 2024

¿Quién es el?

Nadie le conocía aunque hablaba con todo el mundo.

Era un tipo que siempre tenia una palabra amable para los demás, un abrazo para reconfortar y tiempo para escuchar. Era el amigo, el confidente, el amante, pero en el fondo aunque era todo para muchas personas, no era nadie para el.

Se molestaba en solucionar problemas pero nunca los suyos, se rompía la cabeza tratando de buscar soluciones pero se olvidaba de tomar una aspirina para el dolor.

Siendo un pensador, un psicólogo, un gladiador, incluso una tarjeta de crédito, en el fondo no era importante.

El tiempo le había enseñado a mirar siempre a delante, a no quejarse del pasado y a seguir sonriendo. La vida no era un camino de rosas, pero las espinas que las rosas tienen, el las trataba de quitar del camino de los demás para que no resultaran heridos y si, ni con esas podía evitarlo, el tenia a mano desinfectante y tiritas para curarlos.

Pasaría por un tipo de lo mas normal, quizás tirando a feo, quizás tirando a obeso, su aspecto nunca le preocupo en exceso siempre que antes de ir a dormir hubiera conseguido arrancar una sonrisa a alguien.

Inevitablemente el paso del tiempo le estaba dejando cicatrices, heridas de batallas que no eran suyas, quemaduras de dragones por defender a princesas, noches de insomnio por fantasmas de pesadillas ajenas y sobre todo agotamiento. Necesitaba desconectar del ruido que los problemas ajenos habían metido en su cabeza.

Un día vio una luz, una luz cálida que le guio al mejor sitio donde podría estar, aun lugar donde todo era bondad y amor, a un rincón donde nadie podría dañarle y el podría sanar.

Se sentó en el suelo cogiendo sus rodillas entre sus brazos, metió su cabeza entre ellos y respiro.

“Solo aquí, solo en mi enorme y noble corazón lograre sanar y salir mas fuerte al mundo.”- se dijo mientras hacia por no olvidarse de respirar.

Hoy había vuelto a conseguirlo, hoy también se acostaría habiendo arrancado una sonrisa, aunque esta vez fuese la suya propia.




La casa de papel.

 

Que daño hizo la dichosa serie de la casa de papel.

Hay gente que habla de las 50 sombras, pero aquello era previsible, sin embargo nadie esperaba que la serie fuera igual o peor.

Y os preguntareis porque digo esto, no os preocupéis, os contare una pequeña historia.

Es la historia de una revolucionaria de izquierdas, nada fuera de lo común hoy en día, pero revolucionaria de barra de bar, que es lo que se lleva.

Una chica con sus estudios, con su familia y con los problemas que acucian a cualquiera hoy en día, trabajo, dinero, salud, preguntas existenciales, etc, etc.

La vida tiene momentos buenos y malos para todos, pero son eso, solo momentos y ella los malos los sobrellevaba y los buenos, bueno, siempre encontraba la forma de tener sus buenos momentos y a ser posible en compañía masculina.

Su vida cambio cuando encontró al profesor, ¿Qué mujer no quiere uno después de ver la serie?, pues eso, ella encontró el suyo y como fan, muy fan de la serie, sus momentos de intimidad se convirtieron en una escena mas. ¿Os preguntáis porque?, muy sencillo, un día, desde la calle los vecinos escucharon frases tales como: “Profesor lléname la boca con tu enorme sabiduría, profesor penetra hasta el fondo de mi agujero negro, profesor no dejes nada de mi sin robar, profesor inundarme con tu gran conocimiento, profesor castígame que he sido mala, profesor examinarme como sino hubiera un mañana, profesor rompe el núcleo de todos mis átomos hasta que no pueda sentarme durante una semana, profesor déjame lamer tu infinito.”

Esto acababa con dolores de cabeza, menstruales y todo tipo de preocupaciones.

Así que ya sabéis el porque de mi teoría sobre la serie. Diréis que para teorizar debo ser profesor y algo de razón tenéis, pero si la gente habla del gato de schrödinger sin haber visto un gato en su vida y por supuesto no tener ningún conocimiento de quien era ese físico, por las mismas yo me permito escribir estas letras satíricas.




martes, 6 de agosto de 2024

Mal viaje

Estaba tumbado y el silencio llenaba la habitación aunque no sus pensamientos.

Hacia horas que permanecía tendido en el suelo, había sido un mal viaje y lo que debía haber sido una fiesta se torno en pesadilla.

La cerveza y el añejo de malta surtieron su efecto, bailo al son de la música, aunque no la escuchaba.

Quien en su sano juicio diría que no a las suculentas rayas que le ofrecían, tan bien hechas, tan blancas, en ese espejo que habían descolgado de la pared solo para ello, en el que podía ver su reflejo al esnifar aquella mágica sustancia.

Puffffff, fue como un balonazo que acertara el centro de su cabeza, nada mas tomarla noto que aquello era distinto, que nunca había tomado nada igual.

Su cabeza empezó a dar vueltas y perdió la noción de donde o con quien estaba.

Sin tener claro por que, se vio hablando en extrañas lenguas, o al menos a el se lo parecía, simplemente balbuceaba, se sintió tan fuerte que intento levantar el sofá con sus amigos encima y creyó que lo hacia, pero nada mas lejos de la realidad, todos se reían de el y de su cara de esfuerzo mientras el sofá no se movió ni un milímetro.

Después se puso a saltar, intentando dar con la cabeza en el techo, cosa que era imposible, ya que aquella casa tenia los techos abovedados a no menos de cinco metros, pero el sentía que volaba y llegaba con facilidad. Del rato que estuvo persiguiendo pitufos por toda la casa, quizás os hable en otro momento.

Tenia sed, mucha sed, así que decidió tomar una mierda que pidió en alguna ocasión para una chica que le había marcado sin saber porque, vodka con Red Bull. No podía estar mas malo, pero como la sensación de tener la garganta seca le estaba matando, se lo bebió de un trago. Mal hecho, sintió otro golpe en la cabeza y unas terribles ganas de vomitar. Siguió intentando proezas imposibles, pero no tan raras, o acaso nadie ha intentado subir andando por la pared, lamer el fondo de una botella de whisky, hacer un ejercicio de anillas sujetando unas cortinas, un triple mortal tomando como trampolín la mesa del salón o jugar a ser Guillermo Tell con un arco que trajo de alguno de sus viajes a África. Aquí fue donde la gente se asusto y se marcho, nadie quería acabar con una flecha incrustada en su cabeza por un mal pedo.

Cuando la gente se marcho, cuando todo estuvo en silencio, cuando ya no quería impresionar a nadie y a nadie le preocupaba, se acerco al viejo tocadiscos del salón y rebuscando en la estantería encontró el vinilo que quería.

Lo saco de su funda y tras depositar la aguja con suavidad sobre sus surcos, la música de Radiohead lleno la estancia.

Se desplomo en el suelo, sus labios acompañaban la letra pero sin emitir ningún sonido.

Los recuerdos de la chica del vodka llenaron su cabeza.

El era feliz porque ella era feliz, pero si algo le diferenciaba del resto del mundo es que tenia la cualidad de analizar situaciones y prever el desenlace de las mismas. El ser humano era tan predecible.... Como era normal en el, ya que el tiempo le había enseñado a ser discreto, aunque tuviera claro el desenlace de los acontecimientos, sabia que tenia que callar y dejar que la vida siguiera su curso.

Lloro en silencio mientras ahora si, entre sollozos, canto, canto y canto, hasta quedarse dormido.




Hora de dar el paso.

 

Mientras el avión despegaba, sonreía. Llevaba tiempo queriendo hacer aquello y por fin hoy era el día.

Había encontrado el valor necesario, ya había escuchado todo lo que necesitaba, escrito todo lo que sabia, bailado hasta que se acabo la música, bebido como si tuviera sed y amado hasta que su corazón le permitió.

Ya era hora de dar el paso, ya era hora de decir adiós a sus miedos.

Con lo que le gustaba reír y últimamente componía una mueca con sus labios para simular una sonrisa. Sus ojos se habían apagado y en su cabeza ya no surgían las palabras con las que mantener interesantes conversaciones y mucho menos escribir esos relatos de dudosa calidad, pero que a el le ayudaban a liberar la mente.

El avión no paraba de ascender y el ruido de las hélices cada vez era mas ensordecedor. Empezaba a sentir algo de frio, así que cruzo sus brazos sobre el pecho para tratar de darse calor. No lo consiguió.

Su mente volaba mas deprisa que aquel aeroplano, sus pensamientos que nunca le daban un respiro en aquel momento sonaban como las pezuñas de mil caballos al galope. Le dolía la cabeza y aquel era el peor dolor que podía sentir. Se había fracturados huesos, ligamentos, había tenido cólicos y mil dolencias mas, pero el dolor de cabeza, eso le consumía. ¿Podrían unas simples letras haber hecho tal mella en su subconsciente?

Seguían ascendiendo, el suelo ya no se apreciaba por la ventanilla, incluso vio como atravesaban unas nubes blancas y densas.

Ocho mil pies y subiendo.

Cogió la mochila, se la coloco a la espalda y la fijo con firmeza.

Mientras se ponía en pie, trato de recordar las palabras, y sin lugar a dudas golpearon su cabeza “calvo, sobrepeso, serio y nada atractivo”- Pues era una buena forma de definirle, el que nunca había prestado atención al físico y era definido solo por ello.

Cogió la manivela de la puerta, la subió y tiro de la misma. La puerta se deslizo con fuerza y ante el apareció el cielo azul y unos cientos de metros mas abajo las nubes que habían atravesado.

Se santiguo, miro al frente y salto.

En nada se vio perforando las nubes, junto sus piernas y pego sus brazos al cuerpo, la velocidad cada vez era mayor y entonces grito: “Calvooooo, feooooo, gordooooo”

La velocidad no dejaba de incrementar y ya se distinguía el suelo con claridad.

Sin saber porque, comenzó a reír, no una risa normal, sino una carcajada descomunal. Se reía de la vida, se reía de la gente, se reía de lo banal y lo mundano.

Tiro de la anilla, el paracaídas de desplegó y noto como este tiraba de sus hombros con fuerza. Planeo los metros que quedaban hasta el suelo y aterrizo suavemente, algo nada lógico para su gran peso.

Libero los anclajes de la mochila que le mantenían fijado al cordaje, soltó un grito de esos que te liberan de la tensión y cantando una canción de “Viva Suecia” se dirigió al coche para seguir con la rutina, que al fin y al cabo era martes y debería estar trabajando.





viernes, 2 de agosto de 2024

Pequeñas desavenencias.

 

“El día no había sido como esperaba”, pensaba mientras montaba en el metro camino a casa.

Le habían llamado para solucionar una pequeña desavenencia y cuando parecía que su don de palabra lo tenia resuelto, salieron los dichosos flecos sueltos de toda negociación, esos que sabes que están ahí, pero que siempre crees que serán puro tramite.

Que si tu te quedas con esto, que si tu con lo otro, lo de siempre en su trabajo.

Siempre hay un estúpido que trata de ser mas listo que el resto y al que hay que mantener un poco mas controlado, en este caso había dos, uno por cada parte.

Estaba cansado de este tipo de gente, parece que no tienen otra cosa que hacer en la vida mas que ir midiéndosela con todo el mundo, demostrar que son mas listos, mas fuertes y con mas cojones que nadie. “Que harto estaba de tanto estúpido”- no dejaba de pensar mientras seguía tratando de calmar la situación.

Cuando pensaba que no podía ir peor, apareció el otro tonto, el que saca del bolsillo la polvera para esnifar coca y tratar de aparentar tranquilidad. Que se droguen era algo habitual en su trabajo, pero que en un momento de tensión alguien meta la mano en la chaqueta y la vuelva a sacar rápidamente, eso siempre traía problemas. El movimiento reflejo de los que tenia enfrente hizo que ellos repitieran el movimiento, pero en sus manos aparecieron las tan comunes pistolas semiautomáticas de este mundillo.

Por si no lo sabíais o no os lo había contado, el trabajo de nuestro hombre era el de pacificador de los carteles, era a quien llamaban para en su representación poner paz en las disputas de las pequeñas bandas que se encargaban de las distintas zonas de distribución.

Cuando las armas afloraron, suspiro, pidió calma y les rogó que las guardasen.

Aunque a regañadientes, poco a poco volvieron a su lugar bajo las chaquetas.

Una vez recuperada la calma, volvió a centrarse en los dos mas gallitos.

La conversación se estaba saliendo de madre y no había forma de frenarlos, cada vez mas cerca uno del otro, cada vez mas exaltados. Dio un paso hacia delante y se coloco prácticamente en medio de ellos. Les dijo con voz calmada: “Hoy no tengo el ritmo en el cuerpo para bailar el agua a nadie, así que dejarlo de una puta vez.”

Ellos dieron un paso mas y quedaron a una distancia incomoda del pacificador. Este se cruzo de brazos, metiendo sus manos bajo la gabardina, suspiro y con un rápido movimiento, sus manos aparecieron de nuevo a la vista de todos con un Tanto japones en cada una, acabando con la discusión a la vez que acababa con la vida de los dos gallitos. El resto casi no vieron las armas, prácticamente no percibieron el movimiento de manos, simplemente vieron las dos gargantas cercenadas de las que brotaba sangre como si de un manantial se tratara.

Dio un par de pasos atrás y guardo los cuchillos para remplazarlos por dos armas automáticas de fabricación rusa.

Miro al resto y les dijo: “Vosotros veréis, si seguís haciendo el gilipollas no me vais a dejar otra opción mas que acabar con todo el que sea un problema sino, podéis asentir, reconocer los términos que os he propuesto para zanjar este acuerdo y deshaceros del cuerpo de estos dos mierdas.”

Asintieron y cada grupo se acerco para recoger a su miembro caído.

El permaneció tranquilo, impasible mientras se marchaban. Una vez estuvo solo, saco un pañuelo de su bolsillo, limpio la sangre que había caído en sus zapatos y se dirigió al metro.

“El día no había sido como esperaba”, pensaba mientras montaba en el metro camino a casa.

“Y ahora me queda lo peor, cumpleaños de mi hija en el parque de bolas y aguantar a los gallitos de los padres presumiendo de trabajos, coches y de lo listos y guapos que son sus hijos”-Pensaba mientras hacia una mueca de asco – “Mejor me dejo los cuchillos en casa.”




miércoles, 31 de julio de 2024

La lesión.

 

Había amanecido cansada, con cientos de preguntas en la cabeza y con dudas que sabia que no se resolverían solas.

La habitación del hospital, sobria y fría como todas, le parecía mas grande que la tarde anterior cuando ingreso.

No era nada serio, pero los médicos habían decidido mantener en observación aquella lesión de su pierna durante unos días.

El silencio era atronador, se metía en su cabeza y la asustaba, ya que nunca le había gustado estar sola con sus pensamientos y en esta situación no tenia otra cosa que hacer.

Ya le dijeron que pasaría el medico a verla a media mañana, pero que el resto del día tratarían de no molestarla para que pudiera descansar. Las visitas, hasta al menos media tarde no aparecerían, o bien trabajaban, o bien por ser finales de julio estaban de vacaciones o como su nueva pareja salía de viaje ese mismo día.

En parte necesitaba estar sola, pero no quería sentirse sola.

Las preguntas que todos el mundo se hace alguna vez en la vida y que ella siempre se evitaba, llenaron su cabeza, “¿De donde vengo?”, “¿A donde voy?”, “¿Quien soy?”, “¿Quien quiero ser?” y quizás las mas importantes, “¿Como quiero ser?”, “¿Y que haré para conseguirlo?”.

El teléfono no dejaba de sonar, sus padres, su hermana, alguna amiga, su chico, un medio amigo pesado que parece que no podía dejar el WhatsApp en paz, algún amante preguntando si tenia plan e incluso una llamada para venderle una alarma y otra para saber si estaba contenta con su compañía de móvil.

Intento poner la televisión para ver algo de los juegos olímpicos y no pensar, pero nada de lo que veía llamo su atención, así que la apago, cerro los ojos e intento dormir un poco. No lo consiguió.

Su mente seguía dando vueltas a todo, a su situación actual, a su pasado, del cual estaba intentando escapar lo mejor que podía, a su futuro.

El día tenia pinta de que iba a ser una mierda.

Entre pensamiento y pensamiento, se le escapo alguna sonrisa al recordar los buenos ratos, alguna que otra lagrima, ahora que nadie la veía se podía mostrar vulnerable y tenia por lo que llorar.

El tiempo parecía torturarla con su lentitud. Tic, tac, tic tac, hasta se escuchaba el segundero del feo reloj que colgaba en la pared de enfrente junto a la televisión.

Cuando parecía que no podía mas, que aquello la superaría, unos nudillos golpearon la puerta, esta se abrió y una voz familiar dijo:” Toc, toc, toc, ¿Se puede?”

Antes de ver su cara, vio aparecer un ramo de coloridas flores de un tamaño considerable.

Su cara cambio por completo. Ahora una sonrisa y el brillo de sus ojos parecieron iluminar la habitación.

“Buenos días cariño, ¿Pero no te ibas de viaje?”- Pregunto con voz de sorpresa a su chico, que fue quien apareció detrás de las flores.

“Tienes razón mi niña, pensaba haber salido hace un par de horas pero, ¿Cómo me iba a marchar sin pasar a verte aunque sea cinco minutos?”- Contesto el mientras le daba un suave beso en los labios.

La conversación fue breve, con las frases y preguntas típicas de hospital y que no reproduciré para no aburriros. Diré que termino con un cálido a la vez que pasional beso y con una promesa de regresar lo antes posible de su viaje para cuidarla o ayudarla en lo que necesitara.

El chico se marcho con la misma tranquilidad con la que había entrado y ella respiro con una mezcla de alivio y felicidad.

Muchas de sus preguntas seguían sin respuesta, pero al menos sabia que tenia alguien con quien compartir sus dudas y que la ayudaría a levantarse para seguir adelante si flaqueaba.

Le serviría para sanar no solo de la lesión de su pierna.

La puerta volvió a sonar, esta vez no hubo sorpresa, el doctor pasaba su consulta tal y como le habían dicho.

Que rápido pasa el tiempo cuando quiere y que maravillosa puede llegar a ser la vida.




martes, 23 de julio de 2024

Adiós mentiras.

 

Parece mentira, pensaba mientras tomaba un granizado sentado el el parque Garibaldi, con la ciudad eterna a sus pies.

Llevaba en la tierra mas tiempo del que pudiera recordar. Le mandaron a ella para ayudar y guiar al ser humano en su evolución, y aunque en muchos aspectos habían aprendido y cada vez eran mas civilizados, había algo en lo que no cambiaban, que le ocasionaba guerras, disputas familiares y rupturas de parejas.

El ser humano era mentiroso por naturaleza, da igual la confianza que tuvieran, incluso daba igual que les dijeras que no sabían mentir y que siempre se notaba que lo hacían, todo daba igual, ellos seguían haciéndolo creyendo que eran mas listos que los demás y que nadie se daría cuenta.

Mintió Cleopatra, mintió Cesar, Alejandro Magno, Carlos V, Napoleón y así podría seguir y enumerar desde el primer hasta el ultimo miembro de esta especie.

Los niños mienten cuando tiran algo, aunque les vean, siempre dicen que ellos no han sido.

El granizado estaba casi acabado y mirando al fondo del vaso pensó: “La sociedad también debe acabar.”

Se había cansado de ser compasivo, estaba harto de luchar por ellos e interferir ante los dioses justificando la falta de tiempo que había tenido para guiarles, ganando siglos para que modificaran su conducta. De nada había servido.

Siempre pensó que los hombres eran buenos por naturaleza, pero poco a poco había dejado de creerlo, el ser humano era egoísta, avaricioso y sobre todo mentiroso.

Sentía que había desperdiciado unos milenios muy valiosos, que quizás de haber hecho antes lo que tenia que hacer, hubiera surgido otra especie mas inteligente y menos engreída.

Estrujo el vaso en su mano hasta hacerlo una bola y suspiro.

Ya no creía en ellos y que mejor que la ciudad eterna para marcar el fin de la humanidad.

Alzo sus manos al cielo, invoco la furia de los dioses y bajo sus brazos de golpe con un ensordecedor grito de rabia.

Del cielo descendieron columnas de fuego que al chocar contra el suelo generaban devastadores incendios y terrible temblores.

La tierra se abría, se desgarraba, brotando ríos de lava por doquier.

Vio caer el coliseo, contemplo como la plaza de San Pedro se tornaba en volcán, vio a la gente llorar y perecer.

La tierra se hundía bajo sus pies, pero el se mantenía en el mismo lugar, suspendido en el aire, con un gesto triste, pero a la vez calmado.

Cerro los ojos unos segundos a modo de despedía y se desvaneció en el aire.

Quizás algún día otra especie evolucionara y el tendría que volver, quizás el mundo tendría lo que se merecía, mientras tanto las mentiras habrían desaparecido.




jueves, 18 de julio de 2024

La llamada y el cabrón.

 

Sin esperarlo, estaba enamorada, se había vuelto a ilusionar con alguien que había conocido cuando no era eso lo que buscaba. La relación parecía avanzar despacio pero con buena letra, como se suele decir de las cosas que marchan según lo previsto. Tanto era así que había decidido decir adiós a sus amantes y a la temporada de frivolidad y desenfreno en la que llevaba meses envuelta.

Cuando tenia pareja siempre era fiel y ahora ya la tenia, aunque hasta el próximo mes, hasta que no volvieran ambos de vacaciones, ella no lo quería tomar como algo oficial.

Los mensajes eran continuos, las llamadas en las que se comían el uno al otro con las palabras, los innumerables planes, todo era perfecto. “Se acabaron las mentiras, me volcare en el”- Pensaba mientras se dirigía a la cita con su ultimo amante, a lo que había decidido que fuese su ultima locura antes de volver a ser la chica formal con pareja que tanto le gustaba ser.

Su plan consistía en pasar dos días y una noche con aquel amigo, llamémosle así, encerrada en una habitación, disfrutando sin mas, charlando, riendo, follando, sobre todo eso, follar hasta no poder mas.

Una vez se encontraron, no medio palabra alguna, se besaron son pasión, se arrancaron la ropa mas que quitársela y sus cuerpos se pegaron de tal manera que no sabias donde empezaba uno y donde el otro. Para relajarse un poco y descansar, decidieron darse un baño en el jacuzzi a la vez que compartían una botella de Moët que el había comprado para la ocasión. Al final las burbujas del jacuzzi se mezclaron con las del espumoso francés y con un nuevo baile sexual de ambos.

Todo estaba saliendo según lo planificado, pero hacia un rato que el teléfono no dejaba de sonar y ella empezaba a preocuparse por si hubiera ocurrido algún imprevisto con su familia.

Miro el teléfono y se extraño al ver que las llamadas no eran de nadie de su familia, que eran todas de su pareja, de aquel con quien tenia planeado comenzar una nueva vida.

Decidió ignorar las llamadas y volvió a la cama junto a su amante, y siguió con aquello que había venido a hacer.

Hacia ya varias horas que estaban juntos y no habían tomado ni un descanso, ya no gemía, no jadeaba, simplemente luchaba por respirar y mantener la conciencia, su cuerpo no podía mas, aunque su cabeza de vez en cuando se perdía con el sonido de una nueva llamada. “¿Y si le pasa algo grave?, ¿Y si necesita ayuda?” - Daba vueltas en su cabeza cada vez que el teléfono sonaba.

Al final, no pudo mas y pidiendo a su amante que le diera una tregua, cogió el móvil y llamo a su chico.

“¿Buenas tardes cariño, estas bien?”- Le pregunto en cuanto el descolgó.

Mientras esto se producía, su amante le había separado las piernas con sutileza, con sus dedos abría los labios de su sexo y hábilmente y de manera muy suave, lamia su clítoris. Un escalofrió recorrió todo su cuerpo y su respiración se vio nuevamente alterada.

Al otro lado del teléfono una voz varonil a la vez que tierna le decía:” Buenas tardes cariño, no me pasa nada, simplemente te echaba de menos y necesitaba decirte que te quiero, que me muero de ganas por volver a verte, por tocarte, por besarte. Eres el mas bonito regalo que me ha podido hacer el universo. Ósea, simplemente eso, que te quiero mucho.”

El amante, que escuchaba la conversación mientras lamia con fruición, al ver que ella iba a responder, acelero los movimientos de su lengua e introdujo sus dedos dentro de ella, penetrándola con rapidez y destreza.

“¡Joder!”- Grito ella sin poder controlarse por el placer, -”Yo también te quiero cariño”- Dijo como pudo.

Desde el otro lado del teléfono se escucho una carcajada- “Que expresiva estas hoy cariño, ese joder no me lo esperaba” – Y volvió a reír. “Eres única para mi y me gusto que nos prometiéramos no mentirnos nunca, eso hace que me sienta tranquilo y mas conectado a ti cielo. Bueno, no te molesto mas que andarás liada con tus cosas, que tener que trabajar todo el fin de semana es una faena. No curres mucho amor.”- Se escucho el sonido de un beso.

Ella como pudo le dijo: “Normal que sea expresiva, no esperaba una llamada tan bonita mientras trabajo, gracias por llamarme amor. Te quiero muchísimo.” Ella también emitió un sonoro beso y colgó.

Miro a su amante a los ojos, y le dijo:” ¡Eres un cabrón, mi cabrón!”

Cogiendo su cabeza entre sus manos, la apretó contra su sexo exhortándole a seguir con lo que estaba haciendo, y lo hizo por dos motivos, uno para disfrutar y el segundo, el importante, para que el no pudiera ver como sus mejillas se llenaban de lagrimas al sentir la culpa de haber traicionado una promesa, de haber mentido a su pareja. “Pero bueno, ya no volverá a pasar, o eso espero”- Pensó mientras otro orgasmo tomaba su cuerpo y su boca volvía a dejar escapar un “Mi cabrón”





lunes, 15 de julio de 2024

Vida de pelicula.

 Decía una canción que hablar de tu novia o hablar de la mía es un rollo, pero ya me da igual, si te deja tu novia te jodes.

Pues eso, que andaba jodido y eso que ni tan siquiera era su novia, simplemente había sido un leve soplo de aire en su aburrida vida, “pero oye, que me quiten lo bailado”, pensó.

Había surgido como una conversación sin mas, tuvieron un primer encuentro divertido y tórrido y sin darse cuenta se habían visto casi toda la semana, habían disfrutado, reído, llorado y por supuesto follado.

Era una de esas historias que no contaría a nadie para no parecer idiota, ya que desde el primer momento el sabia que la chica ya tenia quien le quitaba el sueño, tenia claro que de aquello no saldría nada bueno, quizás una amistad gregaria, en este caso se acordó de una película y de lo bien que le caía Gorka Otxoa, su protagonista, ¿Cuántas veces se sentiría el protagonista de esa película en su vida?

Se levanto de la cama y pensó en lo divertido que habría sido ir a un karaoke con ella, aquí se acordó de dos películas, cuando Harry encontró a Sally, y la que mas le gustaba, otra en la que se volvió a sentir identificado, en esta era Cameron Diaz la que destrozaba una canción en el karaoke, pero su prometido la miraba con ojos de cordero degollado y totalmente enamorado.

Tocaba bañarse así que se dirigió al aseo y mientras pensó que habría estado bien bañarse con ella, recordó a Kevin Spacey mirando a Mena Suvari con esa mirada que solo un hombre puede tener en esa situación y por supuesto solo se dan en las películas.

Al salir del baño para vestirse se le paso por la cabeza una idea, ¿Y si nuestras vidas no son mas que fragmentos de películas o canciones?, ¿Y si solo somos personajes de una película como Jim Carrey en El Show de Truman?

Se había puesto los calzoncillos, los calcetines y la camisa y quiso probar a ver si su teoría era cierta, así que intento deslizarse como Tom Cruise en Risky Business y todo parecía ir bien, hasta que su pie se freno de golpe, tropezó, se empotro contra la pared y su nariz rompió a sangrar.

Mientras taponaba la nariz para cortar la hemorragia y cogía otra camisa del armario, se le escapo una carcajada y se dijo para si mismo, esta claro que no, que la vida solo es vida y menos mal que no me atreví con una escena de misión imposible.


Nota del Autor: No te quedes con la duda, corre a buscar las películas de las que hablo y no he puesto el titulo. Ha sido una bonita forma de hacerte pensar.

Si reconocías alguna antes de buscarla, no te cortes y deja un comentario.






domingo, 14 de julio de 2024

Grito mudo.

 Caminaba entre robles, mirando al suelo, pensando, recordando y con lagrimas que resbalaban por sus mejillas.

Como siempre cuando se cruzaba con alguien, que en esta época era bastante común, ya que todo el mundo buscaba la sombra de esos arboles para pasear y escapar del calor sofocante de Madrid, sonreía y ponía su mejor cara. Nadie se percato de la desazón que tenia dentro.

Recordaba la de veces que se había preocupado por los demás, siendo el pañuelo para las lagrimas, el cajón donde guardar las confesiones incomodas y la de noches que había pasado sin dormir buscando soluciones a problemas ajenos. Otras tantas, simplemente había escuchado durante horas, días, semanas o meses las penas de gente a la que no le importaba, pero que sabían de lo reconfortante de su compañía.

Siguió caminando y ya fue capaz de escuchar el agua a lo lejos.

Mientras sonreía para si mismo, pensó en cuantas veces había dicho que el estaba bien, que nada le afectaba y aunque cuando lo decía su voz sonaba triste, solo una persona había percibido aquello, el resto le solían decir, perfecto o genial y seguían contándole sus problemas.

¿Con casi medio siglo a sus espaldas y nadie se había parado a escucharle de verdad?, ¿Tan bien había fingido estar siempre bien, o tampoco le importaba a la gente? - Sonreía y lloraba a la vez mientras se hacia esas preguntas.

Ya no solo escuchaba el agua, sino que además ya la veía. Camino un poco mas hasta llegar a una gran roca desde la que se veía el salto de agua a su derecha, una pequeña charca como unos cuarenta metros mas abajo, cobijada por la sombra de los arboles y amenizando el precioso paisaje, se escuchaba el canto de cientos de pájaros, muy similar al que percibía en su cabeza desde hacia un tiempo.

Se sentó al borde de la roca, con los pies colgando de la misma, escucho el canto y dejo que su espalda se tendiera sobre la roca. Estaba caliente y eso le reconforto, lo sintió como el cálido abrazo que tantas veces anhelaba y casi nunca recibió.

Siguió pensando y recordando. La verdad es que había reído mas de lo que esperaba, aunque no siempre esa risa fuera real y en ocasiones el único objetivo de la misma simplemente fuese contagiar al interlocutor que tuviera delante para que este olvidara sus pesares. Había bailado, viajado y amado, y todos esas cosas las hizo sin ritmo, sin rumbo y sin sentido, pero eso era vivir, ¿No?

Separo su espalda de la roca volviendo a sentarse, miro a la charca que se debía ver minúscula en el fondo de la cascada, aunque sus ojos no podían enfocarla, las lagrimas cegaban totalmente su visión. Sonrió una vez mas y decidió ponerse en pie para regresar a casa. Hecho un ultimo vistazo al fondo del paisaje y esta vez incluso vio un pequeño pájaro carpintero acicalando sus plumas en las cristalinas aguas.

Se dio la vuelta, pero se mantuvo en el mismo sitio, al borde de la enorme roca.

Cerro los ojos con fuerza, abrió sus manos y elevo los brazos hasta tenerlos en cruz.

Respiro profundamente y Grito: ”Estoy bien, como siempre, estoy bien”.

Echo su cabeza hacia atrás y dejo que el peso de la misma tirase del cuerpo.

Mientras caía pensaba, ya no hará falta que pregunten, ya no tendré que fingir sonrisas, ya si estaré bien.

Se oyó un golpe o quizás no, ya se sabe que la gente oye solo lo que quiere oír.

La sinfonía de trinos y cantos de los pájaros ceso unos segundos, no se si a forma de respeto o simplemente sorprendidos por ver volar a uno que no era de los suyos, pero al momento volvieron a sus rutinas y el sufrimiento de aquel hombre paso inadvertido como había sucedido durante toda su vida.