Esto solo es una forma de gritar en silencio al mundo todo lo que siento, como lo siento, pero atraves de breves historias sin importancia.
Para los que no me conozcan dire que no soy nadie, y para los que si tengan esa mala suerte, les pido disculpas de antemano por airear sentimientos con los cuales quizas se sientan identificados.
Nadie le conocía aunque hablaba con todo el mundo.
Era un tipo que
siempre tenia una palabra amable para los demás, un abrazo para
reconfortar y tiempo para escuchar. Era el amigo, el confidente, el
amante, pero en el fondo aunque era todo para muchas personas, no era
nadie para el.
Se molestaba en
solucionar problemas pero nunca los suyos, se rompía la cabeza
tratando de buscar soluciones pero se olvidaba de tomar una aspirina
para el dolor.
Siendo un pensador,
un psicólogo, un gladiador, incluso una tarjeta de crédito, en el
fondo no era importante.
El tiempo le había
enseñado a mirar siempre a delante, a no quejarse del pasado y a
seguir sonriendo. La vida no era un camino de rosas, pero las espinas
que las rosas tienen, el las trataba de quitar del camino de los
demás para que no resultaran heridos y si, ni con esas podía
evitarlo, el tenia a mano desinfectante y tiritas para curarlos.
Pasaría por un tipo
de lo mas normal, quizás tirando a feo, quizás tirando a obeso, su
aspecto nunca le preocupo en exceso siempre que antes de ir a dormir
hubiera conseguido arrancar una sonrisa a alguien.
Inevitablemente el
paso del tiempo le estaba dejando cicatrices, heridas de batallas que
no eran suyas, quemaduras de dragones por defender a princesas,
noches de insomnio por fantasmas de pesadillas ajenas y sobre todo
agotamiento. Necesitaba desconectar del ruido que los problemas
ajenos habían metido en su cabeza.
Un día vio una luz,
una luz cálida que le guio al mejor sitio donde podría estar, aun
lugar donde todo era bondad y amor, a un rincón donde nadie podría
dañarle y el podría sanar.
Se sentó en el
suelo cogiendo sus rodillas entre sus brazos, metió su cabeza entre
ellos y respiro.
“Solo aquí, solo
en mi enorme y noble corazón lograre sanar y salir mas fuerte al
mundo.”- se dijo mientras hacia por no olvidarse de respirar.
Hoy había vuelto a
conseguirlo, hoy también se acostaría habiendo arrancado una
sonrisa, aunque esta vez fuese la suya propia.
Que daño hizo la dichosa serie de la casa de papel.
Hay gente que habla
de las 50 sombras, pero aquello era previsible, sin embargo nadie
esperaba que la serie fuera igual o peor.
Y os preguntareis
porque digo esto, no os preocupéis, os contare una pequeña
historia.
Es la historia de
una revolucionaria de izquierdas, nada fuera de lo común hoy en día,
pero revolucionaria de barra de bar, que es lo que se lleva.
Una chica con sus
estudios, con su familia y con los problemas que acucian a cualquiera
hoy en día, trabajo, dinero, salud, preguntas existenciales, etc,
etc.
La vida tiene
momentos buenos y malos para todos, pero son eso, solo momentos y
ella los malos los sobrellevaba y los buenos, bueno, siempre
encontraba la forma de tener sus buenos momentos y a ser posible en
compañía masculina.
Su vida cambio
cuando encontró al profesor, ¿Qué mujer no quiere uno después de
ver la serie?, pues eso, ella encontró el suyo y como fan, muy fan
de la serie, sus momentos de intimidad se convirtieron en una escena
mas. ¿Os preguntáis porque?, muy sencillo, un día, desde la calle
los vecinos escucharon frases tales como: “Profesor lléname la boca
con tu enorme sabiduría, profesor penetra hasta el fondo de mi
agujero negro, profesor no dejes nada de mi sin robar, profesor
inundarme con tu gran conocimiento, profesor castígame que he sido
mala, profesor examinarme como sino hubiera un mañana, profesor
rompe el núcleo de todos mis átomos hasta que no pueda sentarme
durante una semana, profesor déjame lamer tu infinito.”
Esto acababa con
dolores de cabeza, menstruales y todo tipo de preocupaciones.
Así que ya sabéis
el porque de mi teoría sobre la serie. Diréis que para teorizar
debo ser profesor y algo de razón tenéis, pero si la gente habla
del gato de schrödinger sin haber visto un gato en su vida y por
supuesto no tener ningún conocimiento de quien era ese físico, por
las mismas yo me permito escribir estas letras satíricas.
Estaba tumbado y elsilencio llenaba la habitación aunque no sus pensamientos.
Hacia horas que
permanecía tendido en el suelo, había sido un mal viaje y lo que
debía haber sido una fiesta se torno en pesadilla.
La cerveza y el
añejo de malta surtieron su efecto, bailo al son de la música,
aunque no la escuchaba.
Quien en su sano
juicio diría que no a las suculentas rayas que le ofrecían, tan
bien hechas, tan blancas, en ese espejo que habían descolgado de la
pared solo para ello, en el que podía ver su reflejo al esnifar aquella mágica sustancia.
Puffffff, fue como
un balonazo que acertara el centro de su cabeza, nada mas tomarla
noto que aquello era distinto, que nunca había tomado nada igual.
Su cabeza empezó a
dar vueltas y perdió la noción de donde o con quien estaba.
Sin tener claro por
que, se vio hablando en extrañas lenguas, o al menos a el se lo
parecía, simplemente balbuceaba, se sintió tan fuerte que intento
levantar el sofá con sus amigos encima y creyó que lo hacia, pero
nada mas lejos de la realidad, todos se reían de el y de su cara de
esfuerzo mientras el sofá no se movió ni un milímetro.
Después se puso a
saltar, intentando dar con la cabeza en el techo, cosa que era
imposible, ya que aquella casa tenia los techos abovedados a no menos
de cinco metros, pero el sentía que volaba y llegaba con facilidad. Del rato que estuvo persiguiendo pitufos por toda la casa, quizás os hable en otro momento.
Tenia sed, mucha
sed, así que decidió tomar una mierda que pidió en alguna ocasión
para una chica que le había marcado sin saber porque, vodka con Red Bull. No podía estar mas malo, pero como la sensación de tener
la garganta seca le estaba matando, se lo bebió de un trago. Mal
hecho, sintió otro golpe en la cabeza y unas terribles ganas de
vomitar. Siguió intentando proezas imposibles, pero no tan raras, o
acaso nadie ha intentado subir andando por la pared, lamer el fondo
de una botella de whisky, hacer un ejercicio de anillas sujetando
unas cortinas, un triple mortal tomando como trampolín la mesa del
salón o jugar a ser Guillermo Tell con un arco que trajo de alguno
de sus viajes a África. Aquí fue donde la gente se asusto y se
marcho, nadie quería acabar con una flecha incrustada en su cabeza
por un mal pedo.
Cuando la gente se
marcho, cuando todo estuvo en silencio, cuando ya no quería
impresionar a nadie y a nadie le preocupaba, se acerco al viejo
tocadiscos del salón y rebuscando en la estantería encontró el
vinilo que quería.
Lo saco de su funda
y tras depositar la aguja con suavidad sobre sus surcos, la música
de Radiohead lleno la estancia.
Se desplomo en el
suelo, sus labios acompañaban la letra pero sin emitir ningún
sonido.
Los recuerdos de la
chica del vodka llenaron su cabeza.
El era feliz porque
ella era feliz, pero si algo le diferenciaba del resto del mundo es
que tenia la cualidad de analizar situaciones y prever el desenlace
de las mismas. El ser humano era tan predecible.... Como era normal en el, ya que el tiempo le había enseñado a ser discreto, aunque tuviera claro el desenlace de los acontecimientos, sabia que tenia que callar y dejar que la vida siguiera su curso.
Lloro en silencio
mientras ahora si, entre sollozos, canto, canto y canto, hasta
quedarse dormido.
Mientras el avión despegaba, sonreía. Llevaba tiempo queriendo
hacer aquello y por fin hoy era el día.
Había encontrado el
valor necesario, ya había escuchado todo lo que necesitaba, escrito
todo lo que sabia, bailado hasta que se acabo la música, bebido como
si tuviera sed y amado hasta que su corazón le permitió.
Ya era hora de dar
el paso, ya era hora de decir adiós a sus miedos.
Con lo que le
gustaba reír y últimamente componía una mueca con sus labios para
simular una sonrisa. Sus ojos se habían apagado y en su cabeza ya no
surgían las palabras con las que mantener interesantes
conversaciones y mucho menos escribir esos relatos de dudosa calidad,
pero que a el le ayudaban a liberar la mente.
El avión no paraba
de ascender y el ruido de las hélices cada vez era mas ensordecedor.
Empezaba a sentir algo de frio, así que cruzo sus brazos sobre el
pecho para tratar de darse calor. No lo consiguió.
Su mente volaba mas
deprisa que aquel aeroplano, sus pensamientos que nunca le daban un
respiro en aquel momento sonaban como las pezuñas de mil caballos al
galope. Le dolía la cabeza y aquel era el peor dolor que podía
sentir. Se había fracturados huesos, ligamentos, había tenido
cólicos y mil dolencias mas, pero el dolor de cabeza, eso le
consumía. ¿Podrían unas simples letras haber hecho tal mella en su
subconsciente?
Seguían
ascendiendo, el suelo ya no se apreciaba por la ventanilla, incluso
vio como atravesaban unas nubes blancas y densas.
Ocho mil pies y
subiendo.
Cogió la mochila,
se la coloco a la espalda y la fijo con firmeza.
Mientras se ponía
en pie, trato de recordar las palabras, y sin lugar a dudas golpearon
su cabeza “calvo,
sobrepeso, serio y nada atractivo”- Pues
era una buena forma de definirle, el que nunca había prestado
atención al físico y era definido solo por ello.
Cogió
la manivela de la puerta, la subió y tiro de la misma. La puerta se
deslizo con fuerza y ante el apareció el cielo azul y unos cientos
de metros mas abajo las nubes que habían atravesado.
Se
santiguo, miro al frente y salto.
En
nada se vio perforando las nubes, junto sus piernas y pego sus brazos
al cuerpo, la velocidad cada vez era mayor y entonces grito:
“Calvooooo, feooooo, gordooooo”
La
velocidad no dejaba de incrementar y ya se distinguía el suelo con
claridad.
Sin
saber porque, comenzó a reír, no una risa normal, sino una
carcajada descomunal. Se reía de la vida, se reía de la gente, se
reía de lo banal y lo mundano.
Tiro
de la anilla, el paracaídas de desplegó y noto como este tiraba de
sus hombros con fuerza. Planeo los metros que quedaban hasta el suelo
y aterrizo suavemente, algo nada lógico para su gran peso.
Libero
los anclajes de la mochila que le mantenían fijado al cordaje, soltó
un grito de esos que te liberan de la tensión y cantando una canción
de “Viva Suecia” se dirigió al coche para seguir con la rutina,
que al fin y al cabo era martes y debería estar trabajando.
“El día no había sido como esperaba”, pensaba mientras montaba
en el metro camino a casa.
Le habían llamado
para solucionar una pequeña desavenencia y cuando parecía que su
don de palabra lo tenia resuelto, salieron los dichosos flecos
sueltos de toda negociación, esos que sabes que están ahí, pero
que siempre crees que serán puro tramite.
Que si tu te quedas
con esto, que si tu con lo otro, lo de siempre en su trabajo.
Siempre hay un
estúpido que trata de ser mas listo que el resto y al que hay que
mantener un poco mas controlado, en este caso había dos, uno por
cada parte.
Estaba cansado de
este tipo de gente, parece que no tienen otra cosa que hacer en la
vida mas que ir midiéndosela con todo el mundo, demostrar que son mas
listos, mas fuertes y con mas cojones que nadie. “Que harto estaba
de tanto estúpido”- no dejaba de pensar mientras seguía tratando
de calmar la situación.
Cuando pensaba que
no podía ir peor, apareció el otro tonto, el que saca del bolsillo
la polvera para esnifar coca y tratar de aparentar tranquilidad. Que
se droguen era algo habitual en su trabajo, pero que en un momento de
tensión alguien meta la mano en la chaqueta y la vuelva a sacar
rápidamente, eso siempre traía problemas. El movimiento reflejo de
los que tenia enfrente hizo que ellos repitieran el movimiento, pero
en sus manos aparecieron las tan comunes pistolas semiautomáticas de
este mundillo.
Por si no lo sabíais
o no os lo había contado, el trabajo de nuestro hombre era el de
pacificador de los carteles, era a quien llamaban para en su
representación poner paz en las disputas de las pequeñas bandas que
se encargaban de las distintas zonas de distribución.
Cuando las armas
afloraron, suspiro, pidió calma y les rogó que las guardasen.
Aunque a
regañadientes, poco a poco volvieron a su lugar bajo las chaquetas.
Una vez recuperada
la calma, volvió a centrarse en los dos mas gallitos.
La conversación se
estaba saliendo de madre y no había forma de frenarlos, cada vez mas
cerca uno del otro, cada vez mas exaltados. Dio un paso hacia delante
y se coloco prácticamente en medio de ellos. Les dijo con voz
calmada: “Hoy no tengo el ritmo en el cuerpo para bailar el agua a
nadie, así que dejarlo de una puta vez.”
Ellos dieron un paso
mas y quedaron a una distancia incomoda del pacificador. Este se
cruzo de brazos, metiendo sus manos bajo la gabardina, suspiro y con
un rápido movimiento, sus manos aparecieron de nuevo a la vista de
todos con un Tanto japones en cada una, acabando con la discusión a
la vez que acababa con la vida de los dos gallitos. El resto casi no
vieron las armas, prácticamente no percibieron el movimiento de
manos, simplemente vieron las dos gargantas cercenadas de las que
brotaba sangre como si de un manantial se tratara.
Dio un par de pasos
atrás y guardo los cuchillos para remplazarlos por dos armas
automáticas de fabricación rusa.
Miro al resto y les
dijo: “Vosotros veréis, si seguís haciendo el gilipollas no me
vais a dejar otra opción mas que acabar con todo el que sea un
problema sino, podéis asentir, reconocer los términos que os he
propuesto para zanjar este acuerdo y deshaceros del cuerpo de estos
dos mierdas.”
Asintieron y cada
grupo se acerco para recoger a su miembro caído.
El permaneció
tranquilo, impasible mientras se marchaban. Una vez estuvo solo, saco
un pañuelo de su bolsillo, limpio la sangre que había caído en sus
zapatos y se dirigió al metro.
“El día no había
sido como esperaba”, pensaba mientras montaba en el metro camino a
casa.
“Y ahora me queda
lo peor, cumpleaños de mi hija en el parque de bolas y aguantar a
los gallitos de los padres presumiendo de trabajos, coches y de lo
listos y guapos que son sus hijos”-Pensaba mientras hacia una mueca
de asco – “Mejor me dejo los cuchillos en casa.”
Había amanecido cansada, con cientos de preguntas en la cabeza y con
dudas que sabia que no se resolverían solas.
La habitación del
hospital, sobria y fría como todas, le parecía mas grande que la
tarde anterior cuando ingreso.
No era nada serio,
pero los médicos habían decidido mantener en observación aquella
lesión de su pierna durante unos días.
El silencio era
atronador, se metía en su cabeza y la asustaba, ya que nunca le
había gustado estar sola con sus pensamientos y en esta situación
no tenia otra cosa que hacer.
Ya le dijeron que
pasaría el medico a verla a media mañana, pero que el resto del día
tratarían de no molestarla para que pudiera descansar. Las visitas,
hasta al menos media tarde no aparecerían, o bien trabajaban, o bien
por ser finales de julio estaban de vacaciones o como su nueva pareja
salía de viaje ese mismo día.
En parte necesitaba
estar sola, pero no quería sentirse sola.
Las preguntas que
todos el mundo se hace alguna vez en la vida y que ella siempre se
evitaba, llenaron su cabeza, “¿De donde vengo?”, “¿A donde
voy?”, “¿Quien soy?”, “¿Quien quiero ser?” y quizás las
mas importantes, “¿Como quiero ser?”, “¿Y que haré para
conseguirlo?”.
El teléfono no
dejaba de sonar, sus padres, su hermana, alguna amiga, su chico, un
medio amigo pesado que parece que no podía dejar el WhatsApp en paz,
algún amante preguntando si tenia plan e incluso una llamada para
venderle una alarma y otra para saber si estaba contenta con su
compañía de móvil.
Intento poner la
televisión para ver algo de los juegos olímpicos y no pensar, pero
nada de lo que veía llamo su atención, así que la apago, cerro los
ojos e intento dormir un poco. No lo consiguió.
Su mente seguía
dando vueltas a todo, a su situación actual, a su pasado, del cual
estaba intentando escapar lo mejor que podía, a su futuro.
El día tenia pinta
de que iba a ser una mierda.
Entre pensamiento y
pensamiento, se le escapo alguna sonrisa al recordar los buenos
ratos, alguna que otra lagrima, ahora que nadie la veía se podía
mostrar vulnerable y tenia por lo que llorar.
El tiempo parecía
torturarla con su lentitud. Tic, tac, tic tac, hasta se escuchaba el
segundero del feo reloj que colgaba en la pared de enfrente junto a
la televisión.
Cuando parecía que
no podía mas, que aquello la superaría, unos nudillos golpearon la
puerta, esta se abrió y una voz familiar dijo:” Toc, toc, toc, ¿Se
puede?”
Antes de ver su
cara, vio aparecer un ramo de coloridas flores de un tamaño
considerable.
Su cara cambio por
completo. Ahora una sonrisa y el brillo de sus ojos parecieron
iluminar la habitación.
“Buenos días
cariño, ¿Pero no te ibas de viaje?”- Pregunto con voz de sorpresa
a su chico, que fue quien apareció detrás de las flores.
“Tienes razón mi
niña, pensaba haber salido hace un par de horas pero, ¿Cómo me iba
a marchar sin pasar a verte aunque sea cinco minutos?”- Contesto el mientras le daba un suave beso en los labios.
La conversación fue
breve, con las frases y preguntas típicas de hospital y que no reproduciré
para no aburriros. Diré que termino con un cálido a la vez que pasional beso y
con una promesa de regresar lo antes posible de su viaje para
cuidarla o ayudarla en lo que necesitara.
El chico se marcho
con la misma tranquilidad con la que había entrado y ella respiro
con una mezcla de alivio y felicidad.
Muchas de sus
preguntas seguían sin respuesta, pero al menos sabia que tenia
alguien con quien compartir sus dudas y que la ayudaría a levantarse
para seguir adelante si flaqueaba.
Le serviría para sanar no solo de la lesión de su pierna.
La puerta volvió a
sonar, esta vez no hubo sorpresa, el doctor pasaba su consulta tal y
como le habían dicho.
Que rápido pasa el
tiempo cuando quiere y que maravillosa puede llegar a ser la vida.
Parece mentira, pensaba mientras tomaba un granizado sentado el el
parque Garibaldi, con la ciudad eterna a sus pies.
Llevaba en la tierra
mas tiempo del que pudiera recordar. Le mandaron a ella para ayudar y
guiar al ser humano en su evolución, y aunque en muchos aspectos
habían aprendido y cada vez eran mas civilizados, había algo en lo
que no cambiaban, que le ocasionaba guerras, disputas familiares y
rupturas de parejas.
El ser humano era
mentiroso por naturaleza, da igual la confianza que tuvieran, incluso
daba igual que les dijeras que no sabían mentir y que siempre se
notaba que lo hacían, todo daba igual, ellos seguían haciéndolo
creyendo que eran mas listos que los demás y que nadie se daría
cuenta.
Mintió Cleopatra,
mintió Cesar, Alejandro Magno, Carlos V, Napoleón y así podría
seguir y enumerar desde el primer hasta el ultimo miembro de esta
especie.
Los niños mienten
cuando tiran algo, aunque les vean, siempre dicen que ellos no han
sido.
El granizado estaba
casi acabado y mirando al fondo del vaso pensó: “La sociedad
también debe acabar.”
Se había cansado de
ser compasivo, estaba harto de luchar por ellos e interferir ante los
dioses justificando la falta de tiempo que había tenido para
guiarles, ganando siglos para que modificaran su conducta. De nada
había servido.
Siempre pensó que
los hombres eran buenos por naturaleza, pero poco a poco había
dejado de creerlo, el ser humano era egoísta, avaricioso y sobre
todo mentiroso.
Sentía que había
desperdiciado unos milenios muy valiosos, que quizás de haber hecho
antes lo que tenia que hacer, hubiera surgido otra especie mas
inteligente y menos engreída.
Estrujo el vaso en
su mano hasta hacerlo una bola y suspiro.
Ya no creía en
ellos y que mejor que la ciudad eterna para marcar el fin de la
humanidad.
Alzo sus manos al
cielo, invoco la furia de los dioses y bajo sus brazos de golpe con
un ensordecedor grito de rabia.
Del cielo
descendieron columnas de fuego que al chocar contra el suelo
generaban devastadores incendios y terrible temblores.
La tierra se abría,
se desgarraba, brotando ríos de lava por doquier.
Vio caer el coliseo,
contemplo como la plaza de San Pedro se tornaba en volcán, vio a la
gente llorar y perecer.
La tierra se hundía
bajo sus pies, pero el se mantenía en el mismo lugar, suspendido en
el aire, con un gesto triste, pero a la vez calmado.
Cerro los ojos unos
segundos a modo de despedía y se desvaneció en el aire.
Quizás algún día
otra especie evolucionara y el tendría que volver, quizás el mundo
tendría lo que se merecía, mientras tanto las mentiras habrían
desaparecido.
Sin esperarlo, estaba enamorada, se había vuelto a ilusionar con
alguien que había conocido cuando no era eso lo que buscaba. La
relación parecía avanzar despacio pero con buena letra, como se
suele decir de las cosas que marchan según lo previsto. Tanto era
así que había decidido decir adiós a sus amantes y a la temporada
de frivolidad y desenfreno en la que llevaba meses envuelta.
Cuando tenia pareja
siempre era fiel y ahora ya la tenia, aunque hasta el próximo mes,
hasta que no volvieran ambos de vacaciones, ella no lo quería tomar
como algo oficial.
Los mensajes eran
continuos, las llamadas en las que se comían el uno al otro con las
palabras, los innumerables planes, todo era perfecto. “Se acabaron
las mentiras, me volcare en el”- Pensaba mientras se dirigía a la
cita con su ultimo amante, a lo que había decidido que fuese su
ultima locura antes de volver a ser la chica formal con pareja que
tanto le gustaba ser.
Su plan consistía
en pasar dos días y una noche con aquel amigo, llamémosle así,
encerrada en una habitación, disfrutando sin mas, charlando, riendo,
follando, sobre todo eso, follar hasta no poder mas.
Una vez se
encontraron, no medio palabra alguna, se besaron son pasión, se
arrancaron la ropa mas que quitársela y sus cuerpos se pegaron de
tal manera que no sabias donde empezaba uno y donde el otro. Para
relajarse un poco y descansar, decidieron darse un baño en el
jacuzzi a la vez que compartían una botella de Moët que el había
comprado para la ocasión. Al final las burbujas del jacuzzi se
mezclaron con las del espumoso francés y con un nuevo baile
sexual de ambos.
Todo estaba saliendo
según lo planificado, pero hacia un rato que el teléfono no dejaba
de sonar y ella empezaba a preocuparse por si hubiera ocurrido algún
imprevisto con su familia.
Miro el teléfono y
se extraño al ver que las llamadas no eran de nadie de su familia,
que eran todas de su pareja, de aquel con quien tenia planeado
comenzar una nueva vida.
Decidió ignorar las
llamadas y volvió a la cama junto a su amante, y siguió con aquello
que había venido a hacer.
Hacia ya varias
horas que estaban juntos y no habían tomado ni un descanso, ya no
gemía, no jadeaba, simplemente luchaba por respirar y mantener la
conciencia, su cuerpo no podía mas, aunque su cabeza de vez en
cuando se perdía con el sonido de una nueva llamada. “¿Y si le
pasa algo grave?, ¿Y si necesita ayuda?” - Daba vueltas en su
cabeza cada vez que el teléfono sonaba.
Al final, no pudo
mas y pidiendo a su amante que le diera una tregua, cogió el móvil
y llamo a su chico.
“¿Buenas tardes
cariño, estas bien?”- Le pregunto en cuanto el descolgó.
Mientras esto se
producía, su amante le había separado las piernas con sutileza, con
sus dedos abría los labios de su sexo y hábilmente y de manera muy
suave, lamia su clítoris. Un escalofrió recorrió todo su cuerpo y
su respiración se vio nuevamente alterada.
Al otro lado del
teléfono una voz varonil a la vez que tierna le decía:” Buenas
tardes cariño, no me pasa nada, simplemente te echaba de menos y
necesitaba decirte que te quiero, que me muero de ganas por volver a
verte, por tocarte, por besarte. Eres el mas bonito regalo que me ha
podido hacer el universo. Ósea, simplemente eso, que te quiero
mucho.”
El amante, que
escuchaba la conversación mientras lamia con fruición, al ver que
ella iba a responder, acelero los movimientos de su lengua e
introdujo sus dedos dentro de ella, penetrándola con rapidez y
destreza.
“¡Joder!”-
Grito ella sin poder controlarse por el placer, -”Yo también te
quiero cariño”- Dijo como pudo.
Desde el otro lado
del teléfono se escucho una carcajada- “Que expresiva estas hoy
cariño, ese joder no me lo esperaba” – Y volvió a reír. “Eres
única para mi y me gusto que nos prometiéramos no mentirnos nunca,
eso hace que me sienta tranquilo y mas conectado a ti cielo. Bueno,
no te molesto mas que andarás liada con tus cosas, que tener que
trabajar todo el fin de semana es una faena. No curres mucho amor.”-
Se escucho el sonido de un beso.
Ella como pudo le
dijo: “Normal que sea expresiva, no esperaba una llamada tan bonita
mientras trabajo, gracias por llamarme amor. Te quiero muchísimo.”
Ella también emitió un sonoro beso y colgó.
Miro a su amante a
los ojos, y le dijo:” ¡Eres un cabrón, mi cabrón!”
Cogiendo su cabeza
entre sus manos, la apretó contra su sexo exhortándole a seguir con
lo que estaba haciendo, y lo hizo por dos motivos, uno para disfrutar
y el segundo, el importante, para que el no pudiera ver como sus
mejillas se llenaban de lagrimas al sentir la culpa de haber
traicionado una promesa, de haber mentido a su pareja. “Pero bueno,
ya no volverá a pasar, o eso espero”- Pensó mientras otro orgasmo
tomaba su cuerpo y su boca volvía a dejar escapar un “Mi cabrón”
Decía una canción que hablar de tu novia o hablar de la mía es un
rollo, pero ya me da igual, si te deja tu novia te jodes.
Pues eso, que andaba
jodido y eso que ni tan siquiera era su novia, simplemente había
sido un leve soplo de aire en su aburrida vida, “pero oye, que me
quiten lo bailado”, pensó.
Había surgido como
una conversación sin mas, tuvieron un primer encuentro divertido y
tórrido y sin darse cuenta se habían visto casi toda la semana,
habían disfrutado, reído, llorado y por supuesto follado.
Era una de esas
historias que no contaría a nadie para no parecer idiota, ya que
desde el primer momento el sabia que la chica ya tenia quien le
quitaba el sueño, tenia claro que de aquello no saldría nada bueno,
quizás una amistad gregaria, en este caso se acordó de una película
y de lo bien que le caía Gorka Otxoa, su protagonista, ¿Cuántas
veces se sentiría el protagonista de esa película en su vida?
Se levanto de la
cama y pensó en lo divertido que habría sido ir a un karaoke con
ella, aquí se acordó de dos películas, cuando Harry encontró a
Sally, y la que mas le gustaba, otra en la que se volvió a sentir
identificado, en esta era Cameron Diaz la que destrozaba una canción
en el karaoke, pero su prometido la miraba con ojos de cordero
degollado y totalmente enamorado.
Tocaba bañarse así
que se dirigió al aseo y mientras pensó que habría estado bien
bañarse con ella, recordó a Kevin Spacey mirando a Mena Suvari con
esa mirada que solo un hombre puede tener en esa situación y por
supuesto solo se dan en las películas.
Al salir del baño
para vestirse se le paso por la cabeza una idea, ¿Y si nuestras
vidas no son mas que fragmentos de películas o canciones?, ¿Y si
solo somos personajes de una película como Jim Carrey en El Show de
Truman?
Se había puesto los
calzoncillos, los calcetines y la camisa y quiso probar a ver si su
teoría era cierta, así que intento deslizarse como Tom Cruise en
Risky Business y todo parecía ir bien, hasta que su pie se freno de
golpe, tropezó, se empotro contra la pared y su nariz rompió a
sangrar.
Mientras taponaba la
nariz para cortar la hemorragia y cogía otra camisa del armario, se
le escapo una carcajada y se dijo para si mismo, esta claro que no,
que la vida solo es vida y menos mal que no me atreví con una escena
de misión imposible.
Nota del Autor: No
te quedes con la duda, corre a buscar las películas de las que hablo
y no he puesto el titulo. Ha sido una bonita forma de hacerte pensar.
Si reconocías
alguna antes de buscarla, no te cortes y deja un comentario.
Caminaba entre robles, mirando al suelo, pensando, recordando y con
lagrimas que resbalaban por sus mejillas.
Como siempre cuando
se cruzaba con alguien, que en esta época era bastante común, ya
que todo el mundo buscaba la sombra de esos arboles para pasear y
escapar del calor sofocante de Madrid, sonreía y ponía su mejor
cara. Nadie se percato de la desazón que tenia dentro.
Recordaba la de
veces que se había preocupado por los demás, siendo el pañuelo
para las lagrimas, el cajón donde guardar las confesiones incomodas
y la de noches que había pasado sin dormir buscando soluciones a
problemas ajenos. Otras tantas, simplemente había escuchado durante
horas, días, semanas o meses las penas de gente a la que no le
importaba, pero que sabían de lo reconfortante de su compañía.
Siguió caminando y
ya fue capaz de escuchar el agua a lo lejos.
Mientras sonreía
para si mismo, pensó en cuantas veces había dicho que el estaba
bien, que nada le afectaba y aunque cuando lo decía su voz sonaba
triste, solo una persona había percibido aquello, el resto le solían
decir, perfecto o genial y seguían contándole sus problemas.
¿Con casi medio
siglo a sus espaldas y nadie se había parado a escucharle de
verdad?, ¿Tan bien había fingido estar siempre bien, o tampoco le
importaba a la gente? - Sonreía y lloraba a la vez mientras se hacia
esas preguntas.
Ya no solo escuchaba
el agua, sino que además ya la veía. Camino un poco mas hasta llegar
a una gran roca desde la que se veía el salto de agua a su derecha,
una pequeña charca como unos cuarenta metros mas abajo, cobijada por
la sombra de los arboles y amenizando el precioso paisaje, se
escuchaba el canto de cientos de pájaros, muy similar al que
percibía en su cabeza desde hacia un tiempo.
Se sentó al borde
de la roca, con los pies colgando de la misma, escucho el canto y dejo
que su espalda se tendiera sobre la roca. Estaba caliente y eso le
reconforto, lo sintió como el cálido abrazo que tantas veces
anhelaba y casi nunca recibió.
Siguió pensando y
recordando. La verdad es que había reído mas de lo que esperaba,
aunque no siempre esa risa fuera real y en ocasiones el único
objetivo de la misma simplemente fuese contagiar al interlocutor que
tuviera delante para que este olvidara sus pesares. Había bailado,
viajado y amado, y todos esas cosas las hizo sin ritmo, sin rumbo y
sin sentido, pero eso era vivir, ¿No?
Separo su espalda de
la roca volviendo a sentarse, miro a la charca que se debía ver
minúscula en el fondo de la cascada, aunque sus ojos no podían
enfocarla, las lagrimas cegaban totalmente su visión. Sonrió una
vez mas y decidió ponerse en pie para regresar a casa. Hecho un
ultimo vistazo al fondo del paisaje y esta vez incluso vio un pequeño
pájaro carpintero acicalando sus plumas en las cristalinas aguas.
Se dio la vuelta,
pero se mantuvo en el mismo sitio, al borde de la enorme roca.
Cerro los ojos con
fuerza, abrió sus manos y elevo los brazos hasta tenerlos en cruz.
Respiro
profundamente y Grito: ”Estoy bien, como siempre, estoy bien”.
Echo su cabeza hacia
atrás y dejo que el peso de la misma tirase del cuerpo.
Mientras caía
pensaba, ya no hará falta que pregunten, ya no tendré que fingir
sonrisas, ya si estaré bien.
Se oyó un golpe o
quizás no, ya se sabe que la gente oye solo lo que quiere oír.
La sinfonía de
trinos y cantos de los pájaros ceso unos segundos, no se si a forma
de respeto o simplemente sorprendidos por ver volar a uno que no era
de los suyos, pero al momento volvieron a sus rutinas y el
sufrimiento de aquel hombre paso inadvertido como había sucedido
durante toda su vida.