miércoles, 31 de julio de 2024

La lesión.

 

Había amanecido cansada, con cientos de preguntas en la cabeza y con dudas que sabia que no se resolverían solas.

La habitación del hospital, sobria y fría como todas, le parecía mas grande que la tarde anterior cuando ingreso.

No era nada serio, pero los médicos habían decidido mantener en observación aquella lesión de su pierna durante unos días.

El silencio era atronador, se metía en su cabeza y la asustaba, ya que nunca le había gustado estar sola con sus pensamientos y en esta situación no tenia otra cosa que hacer.

Ya le dijeron que pasaría el medico a verla a media mañana, pero que el resto del día tratarían de no molestarla para que pudiera descansar. Las visitas, hasta al menos media tarde no aparecerían, o bien trabajaban, o bien por ser finales de julio estaban de vacaciones o como su nueva pareja salía de viaje ese mismo día.

En parte necesitaba estar sola, pero no quería sentirse sola.

Las preguntas que todos el mundo se hace alguna vez en la vida y que ella siempre se evitaba, llenaron su cabeza, “¿De donde vengo?”, “¿A donde voy?”, “¿Quien soy?”, “¿Quien quiero ser?” y quizás las mas importantes, “¿Como quiero ser?”, “¿Y que haré para conseguirlo?”.

El teléfono no dejaba de sonar, sus padres, su hermana, alguna amiga, su chico, un medio amigo pesado que parece que no podía dejar el WhatsApp en paz, algún amante preguntando si tenia plan e incluso una llamada para venderle una alarma y otra para saber si estaba contenta con su compañía de móvil.

Intento poner la televisión para ver algo de los juegos olímpicos y no pensar, pero nada de lo que veía llamo su atención, así que la apago, cerro los ojos e intento dormir un poco. No lo consiguió.

Su mente seguía dando vueltas a todo, a su situación actual, a su pasado, del cual estaba intentando escapar lo mejor que podía, a su futuro.

El día tenia pinta de que iba a ser una mierda.

Entre pensamiento y pensamiento, se le escapo alguna sonrisa al recordar los buenos ratos, alguna que otra lagrima, ahora que nadie la veía se podía mostrar vulnerable y tenia por lo que llorar.

El tiempo parecía torturarla con su lentitud. Tic, tac, tic tac, hasta se escuchaba el segundero del feo reloj que colgaba en la pared de enfrente junto a la televisión.

Cuando parecía que no podía mas, que aquello la superaría, unos nudillos golpearon la puerta, esta se abrió y una voz familiar dijo:” Toc, toc, toc, ¿Se puede?”

Antes de ver su cara, vio aparecer un ramo de coloridas flores de un tamaño considerable.

Su cara cambio por completo. Ahora una sonrisa y el brillo de sus ojos parecieron iluminar la habitación.

“Buenos días cariño, ¿Pero no te ibas de viaje?”- Pregunto con voz de sorpresa a su chico, que fue quien apareció detrás de las flores.

“Tienes razón mi niña, pensaba haber salido hace un par de horas pero, ¿Cómo me iba a marchar sin pasar a verte aunque sea cinco minutos?”- Contesto el mientras le daba un suave beso en los labios.

La conversación fue breve, con las frases y preguntas típicas de hospital y que no reproduciré para no aburriros. Diré que termino con un cálido a la vez que pasional beso y con una promesa de regresar lo antes posible de su viaje para cuidarla o ayudarla en lo que necesitara.

El chico se marcho con la misma tranquilidad con la que había entrado y ella respiro con una mezcla de alivio y felicidad.

Muchas de sus preguntas seguían sin respuesta, pero al menos sabia que tenia alguien con quien compartir sus dudas y que la ayudaría a levantarse para seguir adelante si flaqueaba.

Le serviría para sanar no solo de la lesión de su pierna.

La puerta volvió a sonar, esta vez no hubo sorpresa, el doctor pasaba su consulta tal y como le habían dicho.

Que rápido pasa el tiempo cuando quiere y que maravillosa puede llegar a ser la vida.




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