domingo, 14 de julio de 2024

Grito mudo.

 Caminaba entre robles, mirando al suelo, pensando, recordando y con lagrimas que resbalaban por sus mejillas.

Como siempre cuando se cruzaba con alguien, que en esta época era bastante común, ya que todo el mundo buscaba la sombra de esos arboles para pasear y escapar del calor sofocante de Madrid, sonreía y ponía su mejor cara. Nadie se percato de la desazón que tenia dentro.

Recordaba la de veces que se había preocupado por los demás, siendo el pañuelo para las lagrimas, el cajón donde guardar las confesiones incomodas y la de noches que había pasado sin dormir buscando soluciones a problemas ajenos. Otras tantas, simplemente había escuchado durante horas, días, semanas o meses las penas de gente a la que no le importaba, pero que sabían de lo reconfortante de su compañía.

Siguió caminando y ya fue capaz de escuchar el agua a lo lejos.

Mientras sonreía para si mismo, pensó en cuantas veces había dicho que el estaba bien, que nada le afectaba y aunque cuando lo decía su voz sonaba triste, solo una persona había percibido aquello, el resto le solían decir, perfecto o genial y seguían contándole sus problemas.

¿Con casi medio siglo a sus espaldas y nadie se había parado a escucharle de verdad?, ¿Tan bien había fingido estar siempre bien, o tampoco le importaba a la gente? - Sonreía y lloraba a la vez mientras se hacia esas preguntas.

Ya no solo escuchaba el agua, sino que además ya la veía. Camino un poco mas hasta llegar a una gran roca desde la que se veía el salto de agua a su derecha, una pequeña charca como unos cuarenta metros mas abajo, cobijada por la sombra de los arboles y amenizando el precioso paisaje, se escuchaba el canto de cientos de pájaros, muy similar al que percibía en su cabeza desde hacia un tiempo.

Se sentó al borde de la roca, con los pies colgando de la misma, escucho el canto y dejo que su espalda se tendiera sobre la roca. Estaba caliente y eso le reconforto, lo sintió como el cálido abrazo que tantas veces anhelaba y casi nunca recibió.

Siguió pensando y recordando. La verdad es que había reído mas de lo que esperaba, aunque no siempre esa risa fuera real y en ocasiones el único objetivo de la misma simplemente fuese contagiar al interlocutor que tuviera delante para que este olvidara sus pesares. Había bailado, viajado y amado, y todos esas cosas las hizo sin ritmo, sin rumbo y sin sentido, pero eso era vivir, ¿No?

Separo su espalda de la roca volviendo a sentarse, miro a la charca que se debía ver minúscula en el fondo de la cascada, aunque sus ojos no podían enfocarla, las lagrimas cegaban totalmente su visión. Sonrió una vez mas y decidió ponerse en pie para regresar a casa. Hecho un ultimo vistazo al fondo del paisaje y esta vez incluso vio un pequeño pájaro carpintero acicalando sus plumas en las cristalinas aguas.

Se dio la vuelta, pero se mantuvo en el mismo sitio, al borde de la enorme roca.

Cerro los ojos con fuerza, abrió sus manos y elevo los brazos hasta tenerlos en cruz.

Respiro profundamente y Grito: ”Estoy bien, como siempre, estoy bien”.

Echo su cabeza hacia atrás y dejo que el peso de la misma tirase del cuerpo.

Mientras caía pensaba, ya no hará falta que pregunten, ya no tendré que fingir sonrisas, ya si estaré bien.

Se oyó un golpe o quizás no, ya se sabe que la gente oye solo lo que quiere oír.

La sinfonía de trinos y cantos de los pájaros ceso unos segundos, no se si a forma de respeto o simplemente sorprendidos por ver volar a uno que no era de los suyos, pero al momento volvieron a sus rutinas y el sufrimiento de aquel hombre paso inadvertido como había sucedido durante toda su vida.







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