viernes, 28 de septiembre de 2012

¿Cuanto me quieres?

Era viernes y mientras conducía, contemplaba el agua que caía en cascadas desde los tejados.
El cielo parecía haberse roto y el agua que contenía escapa a borbotones por esa grieta. El limpia parabrisas del coche no daba abasto, pero le encantaban esos días.
La noche había caído hacia horas, y tras tomar unas copas con los amigos se decidió a dar una vuelta por la periferia y disfrutar de la soledad escuchando música y conduciendo.
Hacia demasiado tiempo que no tenia pareja, y lo echaba de menos, necesitaba a alguien a quien mimar y con quien compartir sus alegrías y tristezas. Los viernes eran los días en que mas lo añoraba, como decía su canción favorita de The Cure, el viernes estoy enamorado, pero el no lo estaba, y peor aun, nadie lo estaba de el.
Puso la canción en el cd del coche y comenzó a tararearla y a cantar su estribillo a voz en grito.
El cansancio comenzaba a hacer mella, y se encontraba a mas de una hora de casa así que decidió dar la vuelta y dirigirse a la calidez de su cama.
Durante todo el trayecto de vuelta escucho una y otra vez la misma canción, y ninguna de las veces dejo de cantarla.
Al tomar el ultimo desvió para entrar en la ciudad, estaba convencido de que necesitaba amor, así que aminoro la velocidad y se dedico a contemplar a las mujeres que ejercían la prostitución al borde de la calzada. Ya desde lejos se fijo en una belleza rubia de no mas de veinticinco años, semi desnuda, y con una sonrisa propia de una diosa. Detuvo el coche junto a ella y bajo la ventanilla del acompañante.
La chica se acerco y con acento de algún país del este le saludo:" Hola guapo".
De cerca era aun mas bonita y diría que incluso mas joven.
El sonrió y le pregunto:"¿Cuanto me quieres?"
" Cincuenta euros"- Contesto ella con su tono dulce.
El hizo un pequeño gesto de aprobacion con la cabeza y la chica subió al coche.
Minutos después, el continuaba su camino a casa, la misma canción sonaba por los altavoces, pero el en vez de cantar simplemente sonreía aunque con tristeza.
Era viernes y volvía a estar solo en el coche.



jueves, 27 de septiembre de 2012

Como un cuento.

Descendió de su caballo con la pose arrogante que le proporcionaba su estatus.
Camino altiva, con paso firme y mirada desafiante.
Su larga capa dibujaba un camino en la arena tras de si, y su enorme corcel blanco permanecía impasible, estático, casi parecía una estatua de mármol.
Su palacio, majestuoso como siempre se alzaba ante ella con sus bien cuidados jardines infinitos.
Paso a paso se acerco a la puerta principal. Era una puerta que nada tenia que envidiar ni a las puertas de oro del baptisterio de Florencia, ni a las puertas del infierno de Rodin. Estaban repletas de hermosos grabados que narraban batallas y acontecimientos históricos acaecidos en otros tiempos.
La atravesó y se encontró en medio de un enorme recibidor, decorado con esculturas de los mejores artistas renacentistas, y cubierto de suelo a techo por los inigualables mármoles de Carrara.
Lo tenia todo, riqueza, poder, posición social y amor, no podía desear mas.
El trato de alteza le agradaba sobre manera, y el "si señora" de los sirvientes la hacia sentirse única.
Lo único que le faltaba por conseguir era tener su propia familia, tener hijos tan apuestos que hasta los mismísimos ángeles y querubines les envidiaran, y para eso ya solo quedaban unos meses.
La vida perfecta, el final ideal para cualquier historia o sueño de niña.
Sonrió, dejo su pluma sobre el escritorio, y pensó en lo hermoso que le quedaría aquel cuento cuando estuviese terminado. No le había resultado difícil escribirlo, ya que simplemente había recordado como se imaginaba ella de mayor cuando no tenia mas de seis años, y lo había plasmado en aquel manuscrito.
Que bonito era soñar cuando no se sabia nada de la vida, y que hermoso es seguir haciéndolo para escapar de la cruda realidad.


miércoles, 26 de septiembre de 2012

Una flor.

Ella no sabia lo que le esperaba, seria algo nuevo, algo que jamas le había sucedido.
El la esperaba oculto en las sombras, manteniendo siempre una mano tras su espalda, para que nadie pudiera ver lo que escondía.
A lo lejos, en el silencio de la noche, el escuchaba los pasos de unos zapatos de tacón acercándose, y aunque podía ser cualquiera, sabia que seria ella. Retrocedió un poco mas en la oscuridad y se preparo para sorprenderla.
En ese momento una fina lluvia comenzó a caer. El no se mojaba, pero vio como poco a poco el suelo se tornaba mas brillante, y los jardines aledaños desprendían ese olor que tanto le gustaba de tierra húmeda.
Los pasos cada vez mas cercanos le hicieron tensar su cuerpo.
Calculo la distancia y cuando percibió que estaba suficientemente cerca, salio de las sombras, se tiro de rodillas frente a ella y ofreció al tiempo la flor que había mantenido en su espalda hasta ese momento.
Había planeado aquello con minuciosidad, y esperaba que la cara de sorpresa de ella le hubiera proporcionado una gran felicidad, pero no fue como lo planeo.
La cara de sorpresa fue la de el. Su rostro se torno pálido, su gesto era de todo menos de felicidad, y de sus ojos brotaron lágrimas que se confundieron con la lluvia.
Ella permanecía impasible frente a el, cogida de la cintura por un apuesto hombre, alguien de quien alguna vez habían hablado e incluso habían visto fotos, un tipo que debía ser pasado, pero que en este momento estaba muy presente.
La flor se escurrió entre sus dedos hasta caer al suelo.
Se puso en pie, dio un paso atrás, y ocultándose en las sombras desapareció para siempre.
Ella quieta y sin decir nada, escucho unos pasos que se alejaban en la noche mientras la lluvia mojaba su vergüenza.
Nunca le habían regalado flores, y estaba segura de que siempre recordaría la primera vez en que lo intentaron.

Un segundo.

Se encontraba perdido en sin salir de su habitación.
Su mente peleaba con sentimientos encontrados de amor, amistad, desilusión y fantasía.
Si ella supiera lo que su corazón sentía en aquel momento, quizás le tomara en cuenta, o tal vez pondría su mejor sonrisa y jugaría con sus emociones.
Como solía hacer en aquellas situaciones en que su cabeza no le respondía con claridad, se sentó en una esquina, en el suelo, y buscó en su teléfono alguna canción que le diera respuestas. La música para el era como el refranero, siempre tenia la respuesta mas apropiada para cada situación.
Aprovecho para echar una ojeada a sus mensajes, nunca sabia si subía o bajaba, de no ser porque sabia que no era así, habría dicho que era gallega.
"Mujeres"- Suspiro - "¿Porque lo harán toda tan complejo?"
Se puso en pie, salio a la calle y monto en su coche. Si había algo que pudiera relajarle y hacer que su mente funcionara con claridad, eso era conducir de noche, cuando el mundo dormía. Lo hacia sin rumbo, lo mismo terminaba desayunando en una playa, que veía amanecer en lo alto de una montaña.
Esta noche parece que tocarian las curvas de alguna sinuosa cima.
Mientras circulaba solo, se el ocurrió escribirla un mensaje para darla las buenas noches, y así lo hizo, practicamente sin apartar la vista de la carretera cogió su teléfono, comenzó y a escribir.
El problema fue ese practicamente, durante un segundo desvió la mirada, y no vio la señal de STOP, así que paso sin mas, y sin mas también fue arrollado por un enorme camión cargado de troncos.
A bastantes kilómetros de allí, una joven sonreía al recibir en su móvil un mensaje en el que se leía:   " Sino es contigo no quiero vivir".
Ella no tardo en contestar:" Estaremos siempre juntos".
Bajo un amasijo de hierros retorcidos, sangre y restos humanos, se escucho el sonido de un teléfono, aunque nadie contestaría, nadie leería esas letras, nadie sonreiría esta vez.

jueves, 20 de septiembre de 2012

El caminante.

La noche se cernía sobre el.
Caminaba sin saber que dirección tomar, y sin ningún destino al que llegar. Hacia días que no comía, de dormir se había olvidado, y todo lo que podía hacer era recordar y llorar.
Una espesa barba enmarcaba su rostro, y la suciedad cubría su vestimenta.
No sentía ningún dolor, aunque debía de tenerlo, ya que en sus zapatillas gastadas, empezaban a aparecer manchas de sangre, probablemente de heridas provocadas de por su incesante caminar.
La gente a su paso se retiraban para que no les tocara aquel tipo con aspecto de vagabundo, y el que siempre había saludado y sonreído a todo el mundo, ahora ni levantaba la vista del suelo.
Sus ojos seguían llorosos, pero ya no tenían lágrimas que brotaran de ellos, ya no podía mas.
Las noches sucedían a los días, la lluvia al sol, los montes a los llanos, y siempre un pie adelantaba al otro sin descanso. No tardo en sentir la brisa del mar, en notar como se acumulaba el salitre en su rostro, y en descubrir donde le guiaban sus maltrechos pies. Pocas horas mas tarde se encontró al borde del mar, en una hermosa y solitaria playa de la costa asturiana. Dejo caer su cuerpo sobre la arena y recordó el día en que la conoció, en ese mismo lugar, y mas o menos sobre esa misma hora.
Su enorme sonrisa, su frágil y hermoso cuerpo, su voz de ángel, su sentido del humor, y aquel primer beso nacido de un juego. Desde entonces una vida juntos, no se habían separado ni un solo día, habían sido la envidia de el resto del mundo, hasta que recibió la llamada fatídica, hasta que le dijeron que había fallecido. Un camionero había perdido el control de su vehículo y había pasado sobre el de ella, destrozando su cuerpo y acabando con su vida. El no supo como reaccionar, solo pudo llorar. Fue entonces cuando comenzó a andar, fue entonces cuando su mente se nublo y perdió la noción del tiempo y de la realidad.
Ahora, sentado en la playa, mirando al infinito, empezaba a notar que las fuerzas le fallaban, que le costaba respirar, y recordó la promesa que le hizo a ella en aquel mismo lugar el día que le pidió matrimonio sobre esa misma arena.
Ya no podía mantener los ojos abiertos, se recosto y trato de visualizarla en su mente.
Mientras la vida se le escapaba, una sonrisa se dibujo en su rostro, y mascullo unas palabras que nadie escucharía:" Ni la muerte nos separara".


miércoles, 19 de septiembre de 2012

La magia de un beso.

Aunque parecía querer todo, su deseo era sencillo.
Le conocía desde hacia tiempo, y entre ello había una gran amistad. Cada vez que ella se sentía sola o triste recurría a el para contarle sus penas y tratar de animarse. Solían ir al cine, a tomar alguna copa, y en un par de ocasiones habían salido a cenar, pasaban gran parte de su vida juntos.
Habían superado rupturas con malas parejas, problemas familiares e incluso habían ido a alguna boda juntos.
Si podía existir amistad entre hombre y mujer, debería ser como lo que ellos tenían.
Ultimamente ella estaba bastante triste, y le buscaba con mas frecuencia de lo habitual, incluso habían dormido juntos un par de veces en la ultima semana en el coqueto apartamento que ella poseía en el centro. Cuando digo juntos, me refiero en la misma cama, piel contra piel, pero jamas paso de eso. Pero ella se sentía extraña, sentía que necesitaba mas, pero no decía nada por miedo a perder aquello que tenían.
Hoy habían ido juntos al teatro, a ver una obra cómica con la que se habían reído como nunca, después habían tomado unas copas de camino a casa, y al entrar en el apartamento habían decidido tomar una ultima antes de irse a dormir. Mientras el las preparaba paso a la habitación a cambiarse de ropa, y sin tener claro porque, se puso simplemente un camison practicamente transparente sobre su hermoso cuerpo y su ropa interior negra que dejaba poco a la imaginación.
Al verla, el se quedo de piedra, luchando por mantener los ojos en sus cuencas. Las anteriores noches que habían pasado juntos, ella solía vestir un pijama de invierno nada insinuante, pero aquello le superaba.
Ella sonrió y se acerco lentamente a la mesa para tomar su copa. Al ver que el seguía inmóvil, le pregunto:" ¿Has visto un fantasma?"
El pestañeo, trago saliva e inconscientemente se froto los ojos antes de ser capaz de hablar:" No, he visto a la mujer mas hermosa de la tierra, es posible que incluso no sea una mujer y sea un ángel".
Sin percatarse de ello, se acercaron el uno al otro, hasta que sus cuerpos se tocaron. Sus cabezas se aproximaron, sus ojos se cerraron, sus labios se encontraron y en ese preciso momento surgió la magia de un beso.

martes, 18 de septiembre de 2012

Cine.

El final estaba cerca.
Fuego llovía sobre la tierra , los volcanes escupían con furia, las olas enormes barrían ciudades y nadie estaba a salvo.
Mientras ellos trataban de escapar, sin tener a donde ir. La tensión era insoportable, y los muertos se veían por todas partes. Era el fin que todas las profecías habían vaticinado.
Se abrazaban, rezaban y seguían buscando una vía de escape.
Apago la television y se recosto en el sofá.
"Estas películas americanas siempre son iguales, al final se salvaran y el mundo volverá a ser como antes."- Pensó mientras buscaba su libro entre el montón cojines que había a su alrededor.
"Si yo fuera guionista de esas películas no durarían mas de quince minutos, si el mundo se tiene que acabar que acabe rápido y que los protagonistas mueran en los primeros minutos, sin tanta agonía, Que la película es de amor, jajajajja, eso no existe, así que muertos en los primeros minutos también, de guerra, tres cuartos de lo mismo, un buen franco tirador y diez minutos de película. ¿Porque perdemos gran parte de nuestra vida viendo como se salvan los tontos, se terminan amando los que nunca deberían hacerlo y salvan al mundo los mismos día tras día?"- Seguía buscando el libro y meditando sobre lo mucho que le gustaba el cine.
"Aunque mi favorito, el que siempre se salvaría en mis guiones seria el idiota que siempre va a ver que ha sido ese ruido en las películas de miedo ¿Tan estúpidos son en Estados Unidos? Si eso pasara en una película española, alguien gritaría: ¡Marica el ultimo! y saldría corriendo todo cristo, pero ellos no, siempre hay un tipo delgaducho o una rubia mona pero tonta que sin pensarlo se dirige a lo que todos sabemos que es una muerte segura. En mis guiones ese tipo antes de bajar al sótano diría que necesitaba una linterna o algo así, saldría de la casa y los dejaría allí tirados, ya esta bien de morir por idiota, aunque claro, no se salvaría de la muerte cuando los extraterrestres llegaran a su pueblo.
Porque mira que el mundo es grande, y a ellos les encanta sembrar el pánico en algún pueblo perdido de Texas o Nuevo Mexico, ¿No les serviría igual Tenerife o Aranjuez? pues no, ellos venga a aterrizar en puebluchos de los U.S.A."
Por fin dio con el libro que estaba buscando, un ejemplar en bastante mal estado de Don Quijote De La Mancha. Y realizo una ultima reflexion antes de abrirlo y dedicarse a la lectura:" Menos mal que nos quedan los libros para conocer la verdad en lugar de perder el tiempo frente a la television".


lunes, 17 de septiembre de 2012

El acantilado.

La lluvia caía suavemente sobre ella, mientras sentada al borde del acantilado contemplaba como las olas rompían con fuerza contra los colosales muros de roca.
Hacia un par de horas que se había sentado allí a reflexionar sobre lo duro que estaba siendo levantarse cada mañana. Este ultimo año no había sido nada fácil, y en vez de mejorar, parecía empeorar a diario. Hoy además había sido especialmente duro, esperaba que le hubieran comunicado un ascenso y nada mas lejos de la realidad, había sido despedida.
Le costaba contener las lágrimas, la rabia la estaba consumiendo, hoy se sentía mas insignificante que nunca, hoy deseaba no haber nacido.
Calculo mentalmente la altura que había hasta el agua, y medito sobre que se sentiría o pensaría en esos metros de caída. En la parte baja del acantilado se veía la famosa cueva de la que todo el mundo le había hablado, un lugar  donde decían que parecía que el tiempo se detenía y que el mundo no existía. Debería haber hecho ese viaje en barca para verla, pero nunca creyó que mereciera la pena.
Dejo caer una piedrecilla y contó los segundos que tardaba en llegar al agua:" Uno, dos, tres, cuatro, cinco."
Le encantaba el estruendo que producían las olas. Eran como pequeñas explosiones seguidas de un desgarrar de ropas. Desde pequeña le habían fascinado los acantilados, eran su lugar favorito.
Volvió a contemplar el espacio entre ella y el mar, y decidió que había llegado la hora.
Se puso en pie, dio la espalda al acantilado, y con pequeños pasos se puso al borde del mismo.
Contó hasta tres, cogió aire y salto al abismo.
La adrenalina que le producía saltar era inenarrable. Freno el ritmo de la caída bajando su mano derecha. Rapelar siempre la relajaba, y hoy lo necesitaba, así que siguió descendiendo por la pared de roca y esperando que la visión de la cueva la hiciera sentir todo lo bien que le habían dicho. De no ser así no pasaría nada, ya tendría días mejores.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Sueños consumidos.

Su hermosa sonrisa crecía día tras día.
Era una joven emprendedora, que a al cumplir los treinta se decidió a crear su propia empresa, una pequeña red de distribución que le estaba proporcionando un mejor nivel de vida y unos beneficios nada desdeñables. Empezó como una simple aventura para superar la crisis, y sin darse cuenta había levantado un pequeño imperio a su alrededor. Ya disponía de delegaciones en las zonas mas alejadas de sus oficinas, contaba con cientos de comercializadores, y su buena reputación era de sobra conocida por todos. Los únicos a los que no agradaba su creciente influencia, era a los banqueros de la zona, ya que jamas les había pedido un solo euro, y no solo eso, sino que además no confiaba en ninguno para manejar sus ahorros.
La vida la sonreía, y cada noche introducía algún billete mas de quinientos euros en su colchón, no era seguro, pero había aprendido de su abuela a guardar como una hormiguita, y a tener siempre cerca su dinero.
Se encontraba tendida en la cama, pensando en las miles de cosas que podría hacer, en la gran cantidad de lugares que había decidido visitar, y en como había cambiado su vida a raíz de montar su empresa. Se encendió un cigarrillo y siguió pensando. El día había sido mas duro de lo normal, y el sueño empezaba a hacer presa de ella, poco a poco sus ojos se fueron cerrando, hasta que se quedo dormida.
El cigarro se escurrió entre sus dedos, rodó por el colchón, y comenzó a brotar un pequeño hilo de humo.
El olor a quemado la despertó sobresaltada. Vio el humo que salia del colchón, y cogió el vaso de agua que siempre tenia en la mesilla por las noches, lo arrojo al cigarro y el humo ceso.
Respiro aliviada, y sonrió.
Hoy con la cama mojada tendría que dormir en el sofá, pero al menos sus sueños esta vez no se habían escapado.
"Mañana pensare donde guardar mi dinero, seria estúpido que mis sueños se consumieran por un descuido"- Pensó. Sin darse cuenta volvió a quedarse dormida. Una noche mas dormiría sobre sus sueños y el fruto de su trabajo.


jueves, 13 de septiembre de 2012

El pintor.

Sus pinceles dibujaban animales hermosos, flores increíbles y mujeres hermosas. Hasta aquí todo era como para cualquier otro pintor, pero en su caso, lo que creaba se materializaba, salia del cuadro y durante unos minutos, en algunos casos solo segundos, se incorporaban a su vida e interactuaban con el.
Desde pequeño había tenido ese don, sus juegos eran con caballos deformes, coches cuadrados y entre arboles torpemente trazados. Su primer beso lo recibió de una apuesta joven a la que olvido pintarle los dedos. Su mascota casi siempre había sido el mismo dragón rojo, que repetía cada vez que se sentía solo. Incluso había mantenido una mas o menos larga relación con una voluptuosa guerrera vikinga, aquello había sido casi perfecto, ya que jamas discutieron, no daba tiempo, antes de que sucediera ella se evaporaba en el aire.
Su vida aun sin ser real, había sido intensa y emocionante, mas de lo que nadie jamas hubiera imaginado, pero desde la muerte de su madre, sus pensamientos se habían vuelto tristes, y la recordaba a todas horas. Se había planteado plasmarla en un lienzo para así poder abrazarla, pero sentía temor, ya que jamas había representado a nadie conocido en sus cuadros, y aun menos a nadie que hubiera fallecido.
El despertador había sonado hacia un rato, y al despertar recordaba nitidamente su sueño, había soñado con su madre, así que se dirigió a la sala que utilizaba como estudio, preparo sus utensilios, y comenzó a mover su mano derecha como si fuera un director de orquesta. Con cada desplazamiento de su mano, la imagen de su madre iba creando forma en la blanca tela. Poco después la obra estaba terminada, y como esperaba su madre surgió de la misma. Estaba tal y como la recordaba, la única diferencia era que junto a ella, del cuadro había nacido una oscuridad que inundo la estancia, pero a el no pareció llamarle la atención, se acerco a su amada madre, y sin decir ni una palabra la dio un fuerte abrazo. Primero sintió el calor que ella siempre le transmitía, para después notar como ella se escapaba entre sus manos, como en solo unos segundos ella regresaba al lienzo. Percibió también algo extraño, algo que nunca antes había ocurrido. Tras su madre, parecía incorporarse al cuadro una imagen de el mismo abrazándola. Cuando todo termino, contemplo la pintura y se sorprendió al ver que no era la que el había pintado, el jamás se pintaría a si mismo. Entonces y sin saber el porque comprendió lo que acontecido. Traer a un difunto tenia un coste, y ese coste había sido su don.
Para comprobarlo, dibujo una simple margarita, y como esperaba esta no apareció.
Se sentó en el suelo, puso sus manos sobre la cabeza y pensó:" Quien algo quiere algo le cuesta, me solía decir mi madre, y como siempre ha tenido que ser ella la que me enseñara otra lección."

miércoles, 12 de septiembre de 2012

El lado oscuro.

Nadie sabia de su lado oscuro, pero lo tenia y era la mayor parte de el.
Desde muy pequeño se había dedicado a manipular a todo aquel que tuviera una mente mas débil que la suya, les hacia cometer todas sus locuras y cualquier fechoría que le pasara por la cabeza.
No tenia remordimientos, solo en ocasiones sentía una leve punzada de culpabilidad, lo que no le impedía seguir adelante con cualquier plan maquiavélico que se le ocurriera.
Su apariencia era normal, el típico tipo que pasaba desapercibido. Si le preguntabas a sus allegados, todos te dirían que sobre todo era buena gente, y en su familia era de los mas apreciados y queridos.
Maestro de la seducción, manejaba la verdad a su antojo, y cautivaba a cualquiera que se propusiera.
Era un jugador nato, solo la emoción de ganar o perder le mantenían con vida, aunque claro esta, nunca perdía.
Mientras descansaba en su cama contemplando el techo, se pregunto si habría algún reto realmente interesante, algo que colmase su ansia de jugar. Recordó a todas las personas a las que había utilizado, a cada una de las que había utilizado, y por primera vez sintió algo de remordimiento. Fue algo que le desconcertó, incluso se sintió mareado, pero se repuso rápidamente.
Se le ocurrió un nuevo reto, a partir de ese momento trataría de ser todo lo contrario a lo que había sido, no volvería a jugar con la gente, ni a manipularla. Seria agradable y buena persona.
"JAJAJA" - Rió descontroladamente. "¿Como era tan estúpido de intentar engañarse a si mismo?"- Pensó. "Lo suyo era un don y no podía rechazarlo. ¿Acaso el diablo rechazaba su poder y sus llamas?"
Tras una hora de relajarse en la cama, se puso en pie, se preparo un café y encendió el ordenador.
Mientras lo hacia dijo con una voz suave y aterradora:" Haber que nueva víctima incauta encontramos hoy".



lunes, 10 de septiembre de 2012

Fruto prohibido.

No podía contener la excitación, y su cuerpo reaccionaba acorde a ello. Estaba húmeda.
Podía sentir sus caricias, sus besos, el roce de su piel. Nunca nadie la había hecho sentir así.
La lastima es que era su imaginación la que estaba haciendo aquello, por mucho que aquel chico le resultara interesante, sus principios y su educación tradicional nunca la dejarían dar el paso necesario para poder disfrutar con el.
Había llegado mas lejos de lo que era habitual en ella, le había hablado de su vida, de sus penas y alegrías, pero verle en persona era un paso demasiado complicado.
Volvió a cerrar los ojos, y deslizando su mano bajo sus braguitas, comenzó a acariciarse fantaseando con ese encuentro prohibido. Sus dedos se vieron empapados al instante.
"¡Dios, como me pone!"- Exclamo.
Visualizaba largos besos, tiernos abrazos, delicadas caricias, y unos fuertes dedos penetrandola sin descanso. Se veía haciendo cosas que nunca había realizado, sintiendo nuevos placeres y perdiendo sus miedos.
Sin darse cuenta, un orgasmos salvaje contorsionó su cuerpo y la hizo morderse los labios para no despertar a los vecinos. Se había mordido realmente fuerte, ya que en su boca quedo ese sabor salado que deja la sangre. Acaricio el labio con su lengua y se sintió aliviada al ver que no era nada.
Sin sacar la mano de su sexo, abrió los ojos y trato de relajarse. Mientras lo hacia su cabeza mantenía una lucha interna, aunque ella ya sabia la respuesta, jamas se atrevería a conocerle, nunca le sentiría en persona. Aun así, cogió su teléfono, y le escribió un corto mensaje diciéndole:" Gracias, muchas gracias".

Año sabatico.

Tras un largo tiempo de aciaga suerte, tras recorrer medio mundo buscando el amor, tras darse cuenta de lo caprichoso que es el destino, había regresado a casa.
Todo seguía en su sitio, aunque con kilos de polvo acumulado por todas partes en su ausencia. El reloj de pared de la cocina seguía sin funcionar, y como siempre marcaba las doce en punto, debería haberlo descambiado el día que lo compro y lo puso, pero con su optimismo habitual pensó:"Quizás le de por empezar a funcionar un día de estos". Pero nunca sucedió.
Entro en el salón, y retiro la sabana vieja que cubría el sofá para protegerlo durante su viaje de la suciedad, se tumbo sin quitarse las embarradas botas y encendiendo su cámara reflex, se dedico a ver las fotos de los maravillosos lugares y personas que había conocido. No encontró a la mujer que buscaba, pero la búsqueda mereció la pena. Había sido un año increíble, lleno de emociones, peligros y aventuras, pero ahora debería volver a la dura vida cotidiana, con sus horarios, el afeitarse cada mañana y meterse en interminables atascos para llegar al trabajo. Su año sabático había concluido.
Lo único de lo que realmente se lamentaba era de haber creído a una joven por la que llego a enamorarse y que aunque el vio claramente que ella jamas haría nada por el, dedico su tiempo, su voluntad y su corazón a hacerla sentir como la princesa que para el era. Hasta que un día ella se rió abiertamente de el, y su corazón salto en mil pedazos. Aun así, esa era una experiencia que jamas olvidaría.
Siguió pasando fotos, India, Pakistan, Rusia, China....
Se puso en pie y se dispuso a deshacer la enorme mochila que le había acompañado todo ese año, Al soltar las correas, una descabellada idea le paso por la cabeza:"¿Porque debería quedarme aquí con todo lo que me falta por ver?"
Cerro las correas, cargo la mochila al hombro y abriendo la puerta salio de casa.
Pocos minutos después la puerta se volvió a abrir, y el entro nuevamente en casa. Se dirigió al salón, cogió la sabana y cubrió el sofá.
Cerro la puerta con alegría y a paso lento abandono su calle, su ciudad, su país.