Era incluso mas hermosa de lo que imaginaba. Vestía unas veraniegas chanclas, una corta falda vaquera y una sencilla camiseta naranja con el nombre de una marca de bebidas alcohólicas, aunque lo que mas le llamo la atención fue el color de su piel, no era morena, ya que tenia un brillo distinto, si tuviera que definir el color de la misma seria quizás caramelo tentación, no se si existe, pero no se podría llamar de otra forma.
El como había prometido, le había comprado el desayuno, un descafeinado y un croissant.
Se saludaron y pasaron dentro de la vivienda.
Charlaron durante una hora mas o menos, contándose su situación actual, sus penas y mencionando de vez en cuando las conversaciones mantenidas entre ellos a traves de teléfono o Internet en los varios años que hacia que se conocían.
La cosa subió de temperatura y una cosa llevo a la otra. Se besaron, se acariciaron y se desnudaron mutuamente. El la llevo en brazos hasta la habitación, donde lamió cada centímetro de esa bonita piel. Los besos y caricias surtían su efecto, ya que la espalda de ella se arqueaba y la respiración se le agitaba. Cuando el se aproximaba y estaba apunto de penetrarla, se escucho la puerta. Ella le empujo y le dijo que se metiera debajo de la cama. Quien había abierto la puerta era su marido, y como le descubriera, correría peligro su vida. El obedeció, y ella se puso con una pose insinuante.
Cuando entro el marido, ella le dijo que estaba tardando demasiado, que tenia una mañana cachonda y que había decidido esperarle en la cama para que saciara su sed de sexo.
El resto os lo podéis imaginar.
Y respecto a si salio o como lo hizo de la estancia, os diré que salio, pero el como no lo contare por si ese pobre marido lee esto y descubre mas de lo que debería.
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