No
podía dejar de pedalear.
Hacía
rato que no giraba la cabeza, pero prácticamente los escuchaba detrás de ella, así
que no debía desfallecer.
Tiro
la bicicleta que tanto le gustaba montar, y salió corriendo como alma que lleva
el diablo. Ahora si escuchaba nítidamente las zancadas de sus perseguidores, el
suelo mojado hacia que le costara horrores mantener su ritmo, pero lo
intentaría con todo su ser.
Mientras
corría acudieron a su cabeza las escenas en las que se había sentido igual de
excitada, su primer salto en paracaídas, su primera inmersión, la vez que
corono aquella montaña para contemplar un esplendido amanecer, su primer día en
el bosque encantado, su primera pista negra, su primer beso, y tantas y tantas
aventuras vividas a lo largo de su corta vida. “La verdad es que era una
triunfadora”, pensó mientras se apartaba el moreno y ahora húmedo flequillo de
la cara. Eran pocas las personas que sabían de su verdadero yo interior,
realmente nadie conocía a la niña temerosa y asustadiza que se escondía tras
aquella fachada de fortaleza, bajo su compleja armadura que tanto le había
costado forjar, y era feliz por ello.
Sus
perseguidores estaban cada vez más
cerca, lo sabía, y aun así giro la cabeza para ver que solo les separaban unos
diez metros de ella. Apretó los puños, fijo la vista al frente y trato de
exprimir un poco más su cuerpo.
En
ese preciso momento sintió un pinchazo en su gemelo, un dolor parecido al que
se sentiría si te mordiera un perro. Esto la hizo frenar bruscamente, estando a
punto de caer. Vio como las tres chicas que la perseguían, esprintaban para
alcanzar la meta que tan cerca había tenido.
Conteniéndose
las lagrimas, avanzo paso a paso en pos de aquella pancarta, luchando por
terminar, aunque ya sin la emoción de la victoria. La pasaron varias corredoras
mas.
Algunos
minutos después, por fin, cruzaba la línea de llegada, y cojeando se dirigía a
por su chaqueta. Caminaba mirando al suelo, hasta que recordó una frase que le
encantaba y que siempre había tratado de cumplir. Busco su mejor sonrisa, y se
dijo para si misma:” Levanta la cabeza princesa, sino se caerá la corona”.