jueves, 14 de febrero de 2013

Él postre.

Como habían acordado tras ganar él la apuesta, ella le recibió con su mejor conjunto de ropa interior, y solo cubierta por una delicada bata de seda.
Por la abertura del escote se distinguía el elaborado encaje del sujetador, y las indiscretas transparencias de este.
Él no pudo mas que sonreír y sentir una ola de excitación recorriendo todo su cuerpo.
Se acerco muy despacio a ella, dejo que sus labios se encontraran durante unos segundos, y al separarse le dijo:" Feliz San Valentin Laztana."

Se dirigieron a la cocina, y èl se dispuso a abrir una botella de vino tinto, una que había comprado especialmente para la ocasión. Era un reserva de la Rioja Alavesa, que a èl le encantaba y que sabia que ella sabría apreciar.
Mientras esto sucedía, ella se planto frente a èl, cruzo sus piernas, ladeo su cintura, y puso su mirada mas interesante, desato el cinturón de la bata y la dejo deslizar por su cuerpo hasta el suelo.
Él no pudo dejar de mirarla. Le parecía tener ante el a un ángel. Era hermosa desde la cabeza a los pies, que por cierto cubría con unos llamativos zapatos de tacón negros con suelas rojas. No cualquiera llevaría unos Louboutin, pensó, mientras imaginaba que rico manjar se escondería bajo esas braguitas también negras con los mismos encajes aunque con menos transparencias que el sujetador. Conocía ese conjunto, lo había visto en su ultimo viaje a París, en el desfile de La Perla. Nunca se perdía la semana de la moda, y en especial ese desfile.
Sin demostrar su excitacion, cogió dos copas y sirvió el vino para que se fuese aireando.
Ella como marcaban los términos de su apuesta se dedico a cocinar, Preparo una ensalada templada de mar y montaña, y como plato principal, unos medallones de solomillo de ternera con salsa de frambuesas.
Él se deleitaba con los aromas del vino, una mezcla de café, frutos rojos, pimienta, regaliz  y vainilla, que invadían su nariz y le transportaban a otros tiempos, a otro lugar, aunque su vista no se había movido ni un ápice de aquellas preciosas curvas que se encontraban ante èl.

Se sentaron a cenar en una pequeña mesa situada en un salón escasa aunque alegremente decorado.
Ella casi no probó bocado, aunque se deleito con los sabores del vino, y la grata sensación que dejaba en su paladar. Charlaron de cosas sin importancia, rieron, y en ningún momento dejaron de mirarse.
Cuando hubieron terminado, ella le pregunto:"¿Que quieres de postre?"
Él se relamió, se froto las manos y le dijo:"Los términos de la apuesta eran claros, tu debes ser mi postre."
La chica se puso en pie, tomo su mano y le guió hasta su habitación.
Mientras andaban por el pasillo, el se sintió algo mareado, pero no le dio ninguna importancia.
Llegaron a la habitación y ella indico al chico que se sentara en la cama mientras ponía música.
Él se sentó, y la sensacion de mareo creció, se recosto y sin saber porque no pudo mantener los ojos abiertos. Se desmayo.

La chica apareció por la puerta con la bata nuevamente sobre su cuerpo, y con una bolsa de plástico en una de sus manos. Se acerco a el y clavando le en la yugular una vía hospitalaria, se dispuso a vaciar su cuerpo de sangre. Cuando comprobó que ya no salia ni gota de el, lo arrastro como pudo hasta la habitación contigua, hasta la habitación que en tantas conversaciones ella había denominado la de los hombres, si el estuviera vivo habría entendido el porque. Abrió uno de los tres congeladores que había, y metió su cuerpo dentro. Siempre le había resultado mas fácil despedazarlos congelados, era mucho menos sucio. Cerro el arcón, y salio de la habitación.
Vació una copa de vino, y la lleno con la sangre fresca que acababa de extraer, se sentó delante del ordenador, entro en su chat habitual, y se dispuso a buscar un nuevo postre.


                      



1 comentario:

  1. Ummmm... insinuante y erótica cena.

    El nombre de ella me hizo suponer que iba de vampiros... pero aún así, no dejó de sorprenderme el final.

    Buena historia, sí señor :)

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