jueves, 7 de febrero de 2013

Soy toda tuya.

Caminaba con la mirada perdida. Su enorme sonrisa había desaparecido, y de sus preciosos ojos marrones, brotaban pequeñas lágrimas, que se helaban en sus mejilla sin llegar a caer al suelo.
La noche no podía ser mas fría, y los últimos acontecimientos acaecidos en su vida la hacían aun  mas gélida.
Había abofeteado a un niño, y eso la hacia sentirse peor persona que nunca.
Era maestra por vocación, era su vida, y jamas creyó que nada ni nadie le hiciera reaccionar así, pero aquel niño, aquel engendro diabólico, la había puesto al borde de la locura, y sin saber como ni porque, su mano impacto en la cara del muchacho. La clase se quedo en silencio, y aquellos niños que siempre la miraron con adoración, ahora la miraban asustados.
Sin decir nada, si avisar a nadie, se puso su abrigo y salido de clase, abandono el colegio.
Camino por las calles sin tener noción del tiempo, tropezaba con la gente, pero no se volvía a disculparse.
No recordaba cuando empezó a llorar. Se sentía vacía, sin saber quien era.
Pasadas las 11:30 de la noche llego a casa. Se sentó frente al ordenador, inicio el programa de mensajería, y tomo aire.
Miro la pantalla unos segundos, y como esperaba una ventana se abrió en ella, donde se leía:" Buenas noches princesa".
Acerco el teclado y escribió: "Soy toda tuya".
Esbozo una sonrisa, se seco las lágrimas y se traslado a su mundo de fantasía en el que siempre se sentía bien.




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