Aunque el era un bobo como pocos, su amistad se había convertido en algo realmente importante para ella, le proporcionaba una tranquilidad que ningún hombre le había dado.
Pero ella guardaba un secreto que le impedía vivir con tranquilidad, algo que si el lo supiera quizás cambiara su comportamiento hacia ella.
Hace no demasiado tiempo, cuando el trabajo se puso complicado, y la vida se burlaba de ella, decidió buscar una solución a sus problemas. Buceo en toda clase de libros, investigo en la red sobre posibles remedios o soluciones, y al final se decidió por probar con algo tan antiguo como el ser humano y que creía que solo era una leyenda.
Se vistió de negro, salio en plena noche y se dirigió a un cruce de caminos. Una vez en el, arranco la cabeza a una gallina que había comprado esa mañana, regó con la sangre del ave una biblia, y después la prendió fuego.
Desde ese día sus problemas se resolvieron, su vida paso a ser como un cuento, todo lo que deseaba lo conseguía casi sin esfuerzo, y jamas sufrió una enfermedad.
Ahora por primera vez se sentía mal por guardar un secreto, y no era aquel rito, no, era lo que ella había ofrecido a cambio de todo aquello.
Decidió dar un paso hacia adelante y contárselo a el.
Esa misma noche, como siempre el la dijo:" Cuentame un secreto".
Ella puso su mejor sonrisa y mirándole a los ojos contesto:"Estoy casada con el diablo".
El rió a carcajadas, y le pregunto:" ¿Y como fue?"
Poniéndose muy seria le contó el ritual, le explico como el diablo apareció y le propuso un trato, lo tendría todo a cambio de burlarse del rito del matrimonio casandose con una mortal, y que además ella tendría que darle un hijo cuando el se lo pidiera.
El no podía dejar de reír mientras la escuchaba, le parecía la mejor historia que le habían contado jamas.
Ella lo estaba pasando fatal, y deseo no habérselo contado. Como cada cosa que deseaba se cumplió, y la conversión volvió al principio, a la frase típica de el:"Cuentame un secreto".
Ella sonrió y contesto:"Sabes que no tengo secretos para ti".
Los ojos, sin hablar, confiesan los secretos del corazón
ResponderEliminar(San Jerónimo)