Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle, gritaba mientras daba ridículos saltitos. Agente, digaselo usted, no me quedaba otra opción, seguía gritando y dando vueltas como un bailarín.
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Esto solo es una forma de gritar en silencio al mundo todo lo que siento, como lo siento, pero atraves de breves historias sin importancia. Para los que no me conozcan dire que no soy nadie, y para los que si tengan esa mala suerte, les pido disculpas de antemano por airear sentimientos con los cuales quizas se sientan identificados.
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle, gritaba mientras daba ridículos saltitos. Agente, digaselo usted, no me quedaba otra opción, seguía gritando y dando vueltas como un bailarín.
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Habían tomado un par de cervezas, y el nunca dejo de mirar
su sensual boca, bueno, casi nunca, cuando ella se levantó para ir al baño sus
ojos no pudieron evitar perderse en ese precioso culo que le llamo
poderosamente la atención y que consiguió provocar una erección instantánea.
Tras terminase la cerveza él se ofreció a acompañarla hasta
la puerta de casa, cosa a la que ella accedió. Caminaron charlando
animadamente, riendo como si no hubiera un mañana. Al llegar a la puerta de su
casa, ella se acercó para darle dos besos, y el sin dudarlo, la agarro por el
pelo, acerco la cabeza de ella a la suya y le regalo el intenso beso que llevaba
deseando darle desde que la vio. Al soltarla ella exhalo, o quizás jadeo, el no
supo distinguirlo, ya que seguía alucinando con la sensación tan indescriptible
que le habían provocado esos escasos segundos de pasión.
“Ciao bella, ciao…”- Le dijo mientras se daba la vuelta para
alejarse de ella.
Mientras daba su primer paso, escucho que ella, con su dulce
voz de siempre le decía: ”¿Alguien
te ha dado permiso para irte?”
Él se quedó paralizado, sin saber que hacer o que decir.
Giro la cabeza y vio como ella abría la puerta, mientras, con la otra mano
agarraba la camisa de él y tiraba de manera que no quedara duda de que quería que
la siguiera. Él se tambaleo, se excito y se asustó, pero obedeció y sin
rechistar ni decir palabra alguna la siguió.
Tras entrar en casa, ella se llevó un dedo a la boca para
indicar que no hablara, el siguió la indicación mientras sus ojos revelaban
asombro. Las siguió hasta el salón y cada vez más perplejo observo como ella
comenzaba a desvestirse, primero el jersey, la camisa, el pantalón, todo lo que
veía le gustaba y le excitaba, siguió con el sujetador, sus pechos eran pequeños,
pero no por ello menos deseables o bonitos, eran realmente hermosos, se quitó
la braguita y encendiéndose un cigarro se sentó en una silla. Le miró fijamente
y le dijo: “¿Te vas a quedar ahí parado o me vas a enseñar que sabes hacer con
tu boca?” – Mientras lo decía separaba sus piernas dejando su sexo húmedo al
descubierto.
El dudo un segundo, pero la situación, aunque inesperada, le
había conseguido excitar como nada antes en su vida, así que se arrodillo ante
ella, separo los labios de aquel jugoso coño con los dedos y dejo que su lengua
jugara con el clítoris. En todo momento mantuvo el contacto visual con los ojos
de ella para saber la intensidad que debía dar a los movimientos de su lengua y
conseguir que su excitación subiera, pero que no fuera tanta como para que
dejara caer su cigarro. Lamio con fruición, con deseo desmedido, tanto que era
capaz de notar como su pene estaba más duro que nunca e incluso notaba como
hasta sus pantalones estaban mojados por tanta excitación.
El cigarro se consumió entre los dedos de ella y en el
momento que lo apago, de nuevo fue a dirigirse a su acompañante, pero esta vez
no llego a hablar, ya que él puso un dedo sobre los labios sonrojados de ella
para pedirle que no hablara.
Mientras se relamía y secaba su barba de los flujos de aquel
rico coño, se puso en pie y se desvistió despacio, aunque algo nervioso por lo
inesperado de aquella situación. En el momento en el que toda su ropa estaba en
el suelo, la levanto de la silla y agarrándola por el culo la levanto hasta que
ella le rodeo la cintura con sus piernas, entonces la pregunto:” ¿Tu habitación?” - Ella señalo con el dedo y sin decir nada más,
el siguió su indicación con ella agarrada a su cuello. La deposito suavemente
en la cama mientras volvía a besar sus labios, aunque con un beso más suave que
el que había desencadenado toda esta situación. Ella noto como muy lentamente
el comenzaba a penetrarla, notaba cada vena de su miembro, incluso noto el cambio
del capullo al tronco de su poya, cuando estuvo totalmente dentro, sintió como seguía
empujando, como si quisiera entrar todo el dentro de su coño. A la misma
velocidad que entro, noto como salía, y salió hasta que solo la punta del
capullo estaba rozando sus labios. De nuevo él se acercó para besarla, los
labios de ella se abrieron, su lengua asomo deseosa, él jugo con ella, y
mientras la besaba, la envistió de golpe, clavándosela hasta el fondo, notando
en el beso como se escapaba una exhalación de placer. En ese momento el la saco
se tumbó boca arriba y cogiéndola por la cintura hizo que ella se pusiera sobre
él, la sentó sobre su miembro, la agarro con fuerza por el cuello y le dijo: “Fóllame
como si te fuera la vida en ello, pero avísame antes de correrte.” Ella asintió
con un leve movimiento de cabeza.
Cuanto más rápido movía ella sus caderas, más fuerte
apretaba el su cuello, hasta que sus ganas de besarla fueron incontrolables, la
agarro por el pelo y tiro de su cabeza hasta juntar sus labios. Mientras ella
le follaba, él no podía dejar de mirar aquellos espectaculares ojos azules que transmitían
cada sensación que ella sentía, esa boca que cuando no se mordía los labios se abría
para jadear sin control. Poco después ella grito: ¡YA, YA!, ¡YAAAA!”
El reacciono rápidamente y cogiéndola por la cintura la subió
hasta que quedo sentada sobre su boca, penetrándola al momento con su lengua,
sintiendo como ella se corría, como su cuerpo se deshacía en placer y
saboreando cada gota de ella que resbalaba por su lengua hasta su garganta.
En ese momento, escucho que una voz desconocida, le decía:”
¿Van a querer algo más los señores?”
“¿Cómo?”- Pregunto confundido –“¿Disculpa? “-Parpadeo y se
dio cuenta de que seguía en la terraza donde habían quedado. Volvió a parpadear
y vio como ella venia del baño, sonriendo con su sonrisa cautivadora como
siempre.
“De momento no, gracias” – Consiguió decir mientras notaba
la garganta seca.
Ella se sentó y sin dejar de sonreír le pregunto:” ¿Te has
aburrido mucho esperándome?”
El, mientras palpaba disimuladamente su pantalón para
comprobar que como sospechaba aquello estaba duro y húmedo, le devolvió la
sonrisa y tomando su copa de cerveza le dijo: “Si tu supieras.”
Le habían encargado algo diferente y la idea le pareció muy
interesante, tenía que fotografiar un cuadro, plasmar toda su belleza en una
simple instantánea. Parecía fácil, pero como aficionada a la pintura sabia de
lo complejo del encargo, por eso lo acepto.
Preparo con minuciosidad su Canon, la pantalla para iluminar
la obra de forma indirecta y se dispuso a desembalar el cuadro.
La pintura que apareció ante ella era oscura, sombría y
bastante desconcertante. Sobre un fondo negro, aparecía una mujer de unos 45
años, sentada y encogida en el suelo, vestía una especie de camisón negro
corto, con lo que se veían unas piernas bien definidas pegadas al cuerpo. La
mujer tenía las manos sobre la cara, tratando de tapar unas lágrimas que escurrían
por sus mejillas y sus ojos de un azul intenso que se vislumbraban entre los dedos.
Planto el cuadro en el caballete que le habían enviado a tal
efecto y se colocó detrás de la cámara. Observo por la pequeña ventanita de la cámara
y al mover el zoom salto hacia atrás mientras soltaba un leve alarido.
Algo había cambiado en la pintura, no podía ser. Miro
fijamente el cuadro y comprobó que todo seguía igual, pero al volver a mirar a través
de la cámara vio que la imagen no era la misma. Temerosa, pero con más
curiosidad que miedo volvió a manipular el zoom y de nuevo, sorprendida, aunque
esta vez sin alarido ni salto, vio como la imagen se modificaba de nuevo. Alejo
al máximo el cuadro girando el zoom y la mujer se convirtió en una bonita niña,
los ojos que antes solo podía ver entre los dedos, ahora brillaban casi
ensombreciendo la inocente sonrisa que a todo el mundo habría llamado la atención.
Parecía mirar la cámara con la frescura que solo una cría podría mostrar.
Giro un poco el mecanismo de la cámara y la niña se convirtió
en una joven elegante y atractiva que bailaba con los ojos cerrados y los
brazos en alto, como poseída por una música que le impedía quedarse quieta,
mientras se sabía observada y admirada por toda la gente que, aunque no aparecía
en el cuadro seguro que había en ese fondo que había tornado al de una
discoteca al aire libre.
Siguió avanzando y la vio con un exquisito vestido de novia,
la vio engordar y tener un par de hijos, la vio sonreír mientras montaba a
caballo o en moto, la vio volar por encima de esa misma moto y poco a poco vio
mientras se acercaba al punto inicial como su sonrisa se borraba, como lloraba
a escondidas. Lo que estaba viendo no le gustaba, así que giro más bruscamente
el mecanismo de la cámara que provocaba aquello, y se detuvo en el momento en
el que la mujer del cuadro tendría cincuenta y tantos años. Aquella mujer
estaba frente a un lienzo, sonreía como cuando era niña, y aunque ya no era
aquella pequeña, su sonrisa seguía teniendo el brillo de la inocencia, pero sus
profundos ojos azules transmitían serenidad y sabiduría, se la veía feliz. Había
llegado al final del zoom y no conseguía ver que pintaba aquella mujer, sentía frustración.
“¿Qué habría en aquel lienzo?”- Pensó.
Cuando casi se había rendido, recordó que tenía otro
objetivo que hacía años que no usaba que podría mostrarle más, salió de la habitación,
entro en su dormitorio y buscando entre las cajas que había en el altillo de su
armario al final dio con él. Sin perder tiempo volvió a la habitación que usaba
como estudio y sin quitar la cámara del trípode procedió a cambiar el objetico.
Se colocó detrás de la cámara y manipulando el objetivo comprobó que esta vez
avanzaba más despacio, que lo único que hacia la mujer era mirar en su dirección
y mover diestramente los pinceles. Al cabo de unos minutos, vio como la mujer
giraba el lienzo, volvió a saltar sobresaltada, esta vez incluso grito y se
froto los ojos con ambas manos. El trípode se tambaleo estando a punto de caer,
pero por suerte no lo hizo.
Se acercó despacio a la cámara, parpadeo varias veces antes
de volver a mirar y tras suspirar, se atrevió a mirar. Efectivamente había visto
bien, no se había equivocado, en la imagen del cuadro, la mujer sonreía mientras
mantenía el cuadro que acaba de pintar entre sus manos. En el lienzo que había pintado,
aparecía ella tras la cámara, sabía que era ella misma por el ojo azul que
quedaba al descubierto, por la sonrisa ingenua que también se podía ver y
porque en el cuadro aparecía una leyenda bajo la imagen que tras su nombre le decía
que no olvidara nunca lo fuerte y valiosa que era.
Cerro los ojos un segundo para tratar de no marearse ante
aquella extraña visión y al mirar de nuevo, el cuadro había vuelto a su origen,
a la mujer encogida que se escondía tras sus manos.
Rodeo la cámara y muy despacio se acercó al caballete, recorrió
con sus dedos la pintura y se detuvo en la firma del autor. Su corazón se aceleró,
la sensación de mareo regreso y esta vez el grito fue mudo. La pintura estaba
firmada por ella y la fecha era un par de años posterior al día de hoy.
Se sentó en el suelo como pudo y tapándose la cara con las
manos empezó a llorar al comprender que todo lo que había visto era su vida. La
luz se fue y la habitación quedo solo iluminada por un flash difuso mientras
ella seguía sentada en el suelo y encogida con su camisón negro.