jueves, 22 de abril de 2021

Un Café en el Jhonny`s

 

Pues ya eran las 5 y como me descuidara llegaría tarde. Por fin habíamos quedado para tomar el café del que tanto llevábamos hablando en el grupo de WhatsApp desde que se creó, pero habían pasado meses y no había habido forma. Hoy al menos conocería a alguien más, aunque no a todos, ya que tanto David, como Tati y algunos más se habían borrado hacia un rato alegando que estaban cayendo 4 gotas.

Aparqué el coche relativamente cerca y tras ponerme la chaqueta y la dichosa mascarilla, me dirigí a la terraza del Jhonny`s. Según me acercaba pude distinguir en una mesa a Jose que era el dueño del local, y a una de las chicas del grupo, aunque no sabia exactamente quien era, ya que solo las conocía por foto, y ya se sabe que las mujeres siempre eligen su mejor foto y después no se parecen en nada. Sin saber quien era, si pude apreciar varias cosas que llamaron mi atención, no parecía muy alta, tenía una boca llamativa, digamos que sensual y un escote generoso que ya desde lejos me dejaba saber que me costaría mantener la mirada en sus ojos mientras habláramos.

Antes de sentarme nos presentamos, aunque no diré su nombre para poder contaros el resto de lo sucedido sin ser victima de su furia. Tomamos café los tres charlando y riendo, incluso rememoramos algunas de las conversaciones del chat, la parte en la que hablamos del oso de peluche enorme de la hermana de Adriana o los devaneos de Lola en la isla fueron de los que más risas motivaron.

A eso de las siete, Jose se disculpó, se despidió y se marcho a recoger a su peque, mola ver cuando a un tío tan grande se le cae la baba hablando de sus hijos.

Tras esto, como ella resulto ser incluso mas de hablar que yo, pedimos un vino y empezamos a hablar de nuestras vidas, de lo humano y de lo divino. La música fue un punto en común, a ambos nos gustaba también bailar y hacer el tonto de vez en cuando. Como en el programa ese de citas que presenta Carlos Sobera, la conversación acabo tocando temas mas escabrosos y sexuales, también en eso pareció que coincidíamos.

Un par de vinos mas tarde y cuando ya caía la noche, decidimos marcharnos, así que nos levantamos, y me ofrecí a acompañarla al coche, cosa que ella acepto sonriendo. Giramos la esquina en la dirección que me indico y seguimos charlando. Nos detuvimos para dejar pasar a una chica que salía de un portal con un perro y nada mas pasar la chica, mi acompañante dio un par de pasos rápidos y metió el pie para que la puerta del portal no se cerrara. Me quede mirándola y le pregunte:” ¿Qué haces?” – Ella sonrió, alargo su mano para coger la mía y me dijo:” Ven y cállate, no quiero oírte en los próximos minutos.”

Montamos en el ascensor, subimos al ultimo piso, y bajamos al descansillo entre el cuarto y el tercero. Aunque quería preguntar, me había dicho que no hablara y decidí obedecer.

Ella se quedo parada delante de mí, mirándome a los ojos y simplemente sonriendo. Se mantuvo así hasta que la luz se apagó, entonces pude sentir el roce de sus manos sobre mi cuerpo. Mientras sus manos buscaban mi cinturón, sentí sus dientes clavándose en mi labio antes de besarme como hacia mucho que nadie lo hacía. Me soltó el cinturón, desabrocho el botón de mi pantalón y lo bajo junto con mi slip. Sentí como se arrodillaba y eso a su vez me provoco una erección. Antes de que pudiera decir o hacer nada, sentí sus labios en mi sexo, su lengua jugando conmigo. Se me escapo un suspiro, después un gemido: “Uffffff”.

“Que te estés callado”- me ordeno ella.

“¡No puedo!”-Conteste.

“O te callas o paro y nos vamos”- Volvió a susurrar.

“Noooooo, Ya me callo”- dije, por último, mientras me retorcía de placer.

Un par de minutos después, se puso de pie, se desabrocho el pantalón y lo bajo. Me beso nuevamente con el sabor de mi sexo en su boca y acercando su boca a mi oído me dijo:” Empótrame contra la pared.”

El deseo me estaba volviendo loco, así que la giré, la empuje contra la pared, y tras encontrar su sexo, le hundí el mío con fuerza, con rabia, con violencia incluso. Fue tan bestial que ella no pudo contener una especie de grito o jadeo, la verdad es que ya no era capaz de distinguirlo. Me seguí moviendo hasta que sentí como llegaba al orgasmo, como se dejaba de mover al haber culminado su placer. Como yo no había terminado, la saque, hice que ella volviera a girarse y poniendo mis manos en sus hombros la invite a volver a arrodillarse. Ella lo entendió, siguió mis instrucciones y con su deliciosa boca logro que estallara en pocos segundos. Se puso en pie, se coloco el pantalón, se relamió y tras darme un sutil beso me dijo:” Vamos, acompaña al coche a esta indefensa señorita.”

Os podría decir que después seguimos charlando hasta el coche o cosas similares, pero no seria cierto, yo simplemente la miraba alucinado y ella se reía con esa sonrisa picara del que se sabe ganador.

Después de esto me he cruzado con ella un par de veces, nunca la he vuelto a ver sola, pero cuando la he visto, nunca hemos hablado de esto, aunque ella suele poner la misma sonrisa de aquel día para recordarme quien manda.

 




martes, 9 de febrero de 2021

A ratiña golosa

 

Como cada mañana había abierto su pequeña tienda de golosinas y regalos en aquella funcional galería comercial cerca de su casa. Tras limpiar un poco, reponer género, adornar algo el mostrador y atender a los clientes ávidos de azúcar de cada día, se sentó tras la caja registradora y cogiendo su móvil se dispuso a leer aquel curioso blog de relatos que había descubierto hacia poco.

Comenzó leyendo un relato que le pareció divertido, era de un loco y un policía, continuo con otro sobre un tipo en una discoteca, también algo divertido, pero más melancólico, y así cayeron cinco o seis más, hasta que encontró uno que la abdujo, que la hizo sumergirse en el cómo ninguno de los anteriores, se trataba de un relato erótico. Según iba avanzando por sus líneas notaba como la excitación se iba apoderando de ella. Las gafas sin saber porque se deslizaron por su nariz hasta la punta, sus dedos jugueteaban con su rubio cabello y el bello de su nuca se erizaba sin motivo aparente. Mientras seguía con la lectura sus dientes se clavaron con insistencia en su labio inferior, cosa que le hizo proferir un pequeño grito. El relato en si contaba como una chica con un curioso acento gallego y una dulce voz, cantaba en la ducha mientras se contoneaba y provocaba a un chico que la miraba desnudo desde fuera. Ella cantaba y sonreía a partes iguales al comprobar como el cuerpo de él reaccionaba a su insinuación, aunque quisiera disimularlo no podía ya que la erección era más que evidente.

“Ufffff” – Resoplo mientras su imaginación hacía de las suyas y comenzaba a notar humedad bajo su pantalón vaquero. Se echó hacia delante y al apoyarse en el mostrador se sorprendió al notar que sus pezones también habían reaccionado, los noto duros contra el cristal. Aunque quisiera no podría dejar de leer, con lo que continúo haciéndolo con el temor de que entrara algún cliente y la viera con esa cara que no sabría explicar a que se debía.

Mientras la escena de la ducha pasaba a otro nivel y el chico ya se había metido también bajo el agua, la mano que no sostenía el teléfono en el que leía, se deslizo entre sus piernas y por encima del pantalón, se dedicó a acariciar suavemente la zona húmeda entre sus piernas. Cuando se dio cuenta de aquello fue porque se asustó al escuchar su propio jadeo.

En ese momento se le presento un dilema, seguir leyendo y no poder controlarse o dejar aquello a medias. Dejo el móvil sobre el mostrador, se alejó de él y se acercó a la puerta de la tienda para despejarse. Suspiro, abrió la boca para tomar una bocanada de aire, parpadeo y con una sonrisa pícara se dispuso a cerrar la tienda. Bajo el cierre, puso un cartel que tenía preparado para cuando tenía que salir un momento y echo la cortina. Una vez que tenía todo cerrado se dirigió a por el móvil mientras sus manos desabrochaban el botón de su vaquero y mientras su mano izquierda desbloquea la pantalla para seguir leyendo, la derecha se deslizo por debajo de su braguita hasta alcanzar su clítoris y comenzó a acariciarlo como hacían las manos de aquel hombre en la ducha con la rubia cantarina. Recreo todas las escenas en la medida de sus posibilidades, levanto su camiseta y su sujetador para notar el frio del cristal del mostrador en sus pechos cuando el hombre apretó los de la chica contra la mampara de la ducha, se introdujo los dedos en la boca mientras la rubia del relato chupaba la polla del hombre arrodillada, incluso bajo sus pantalones hasta los tobillos para poder azotarse las nalgas mientras el marcaba sus dedos en las nalgas de la chica del relato. El clímax llego cuando el tipo del relato penetro con fuerza a la chica y ella sola en la tienda hizo lo mismo con sus propios dedos. Era como estar viviendo la historia o como si los viera por un agujero en el baño donde todo sucedía. Tan grande era la compenetración que en el momento en el que aquel tipo eyaculaba y la chica gritaba de placer al tener un orgasmo, el silencio de matinal de la galería se vio roto por un grito de placer que nadie supo jamás de donde venía.

Unos minutos después, con su vestimenta recompuesta, arreglado su pelo, haber mirado con cuidado tras la cortina y ver que no había nadie, la tienda volvió a quedar abierta al público. Durante el resto del día la sonrisa no se borró de su cara y un solo pensamiento le recorría su cabeza una y otra vez:” En cuanto pueda cantare para ti en la ducha”.




jueves, 21 de enero de 2021

Homicidio necesario

 Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle, gritaba mientras daba ridículos saltitos. Agente, digaselo usted, no me quedaba otra opción, seguía gritando y dando vueltas como un bailarín.

El agente miraba al suelo y después miraba al hombre, trataba de ser todo lo profesional que podía y mantener su serio semblante aprendido no en la academia, sino en todas esa películas de Clint Eastwood que le habían fascinado desde pequeño y que le habían marcado hasta el punto de hacerle elegir su profesión.
"Agente, agente, digaselo, por favor." -El hombre ya no solo gritaba sino que daba vueltas alrededor del agente y a aquello que yacía bajo una andrajosa sabana.
El agente miro al hombre y ya no pudo disimular más, se le escapó una sonrisa al verle tan inquieto, vestido con una chaquetilla de torero, una montera hecha de papel, pintada tal vez con limpia zapatos o algúna especie de rotulador, un pantalón de chándal que llevaba metido en los calcetines y una chanclas a las que les había colocado unas borlas para simular unas manoletinas.
El agente se agachó, retiro la sábana y sin poder controlar su carcajada, vio el típico toro de plástico que se ponía encima de la televisión, atravesado por un lápiz a modo de estoque.
Levanto la vista y poniendo su mano sobre el hombro de aquel hombre le dijo:" tiene razón maestro, no tuvo más remedio que matarle, era usted o el."
El hombre se tranquilizó, recogió la sábana colocándose la al hombro a modo de capote y se marchó saludando cual torero tras una gran faena.
El agente se encaminó a la puerta y se prometió no volver a visitar a su primo al hospital psiquiátrico vestido de uniforme, la próxima vez se cambiaría al acabar su turno.



martes, 19 de enero de 2021

Si tu supieras.

 

Habían tomado un par de cervezas, y el nunca dejo de mirar su sensual boca, bueno, casi nunca, cuando ella se levantó para ir al baño sus ojos no pudieron evitar perderse en ese precioso culo que le llamo poderosamente la atención y que consiguió provocar una erección instantánea.

Tras terminase la cerveza él se ofreció a acompañarla hasta la puerta de casa, cosa a la que ella accedió. Caminaron charlando animadamente, riendo como si no hubiera un mañana. Al llegar a la puerta de su casa, ella se acercó para darle dos besos, y el sin dudarlo, la agarro por el pelo, acerco la cabeza de ella a la suya y le regalo el intenso beso que llevaba deseando darle desde que la vio. Al soltarla ella exhalo, o quizás jadeo, el no supo distinguirlo, ya que seguía alucinando con la sensación tan indescriptible que le habían provocado esos escasos segundos de pasión.

“Ciao bella, ciao…”- Le dijo mientras se daba la vuelta para alejarse de ella.

Mientras daba su primer paso, escucho que ella, con su dulce voz de siempre le decía:                ”¿Alguien te ha dado permiso para irte?”

Él se quedó paralizado, sin saber que hacer o que decir. Giro la cabeza y vio como ella abría la puerta, mientras, con la otra mano agarraba la camisa de él y tiraba de manera que no quedara duda de que quería que la siguiera. Él se tambaleo, se excito y se asustó, pero obedeció y sin rechistar ni decir palabra alguna la siguió.

Tras entrar en casa, ella se llevó un dedo a la boca para indicar que no hablara, el siguió la indicación mientras sus ojos revelaban asombro. Las siguió hasta el salón y cada vez más perplejo observo como ella comenzaba a desvestirse, primero el jersey, la camisa, el pantalón, todo lo que veía le gustaba y le excitaba, siguió con el sujetador, sus pechos eran pequeños, pero no por ello menos deseables o bonitos, eran realmente hermosos, se quitó la braguita y encendiéndose un cigarro se sentó en una silla. Le miró fijamente y le dijo: “¿Te vas a quedar ahí parado o me vas a enseñar que sabes hacer con tu boca?” – Mientras lo decía separaba sus piernas dejando su sexo húmedo al descubierto.

El dudo un segundo, pero la situación, aunque inesperada, le había conseguido excitar como nada antes en su vida, así que se arrodillo ante ella, separo los labios de aquel jugoso coño con los dedos y dejo que su lengua jugara con el clítoris. En todo momento mantuvo el contacto visual con los ojos de ella para saber la intensidad que debía dar a los movimientos de su lengua y conseguir que su excitación subiera, pero que no fuera tanta como para que dejara caer su cigarro. Lamio con fruición, con deseo desmedido, tanto que era capaz de notar como su pene estaba más duro que nunca e incluso notaba como hasta sus pantalones estaban mojados por tanta excitación.

El cigarro se consumió entre los dedos de ella y en el momento que lo apago, de nuevo fue a dirigirse a su acompañante, pero esta vez no llego a hablar, ya que él puso un dedo sobre los labios sonrojados de ella para pedirle que no hablara.

Mientras se relamía y secaba su barba de los flujos de aquel rico coño, se puso en pie y se desvistió despacio, aunque algo nervioso por lo inesperado de aquella situación. En el momento en el que toda su ropa estaba en el suelo, la levanto de la silla y agarrándola por el culo la levanto hasta que ella le rodeo la cintura con sus piernas, entonces la pregunto:” ¿Tu habitación?”  - Ella señalo con el dedo y sin decir nada más, el siguió su indicación con ella agarrada a su cuello. La deposito suavemente en la cama mientras volvía a besar sus labios, aunque con un beso más suave que el que había desencadenado toda esta situación. Ella noto como muy lentamente el comenzaba a penetrarla, notaba cada vena de su miembro, incluso noto el cambio del capullo al tronco de su poya, cuando estuvo totalmente dentro, sintió como seguía empujando, como si quisiera entrar todo el dentro de su coño. A la misma velocidad que entro, noto como salía, y salió hasta que solo la punta del capullo estaba rozando sus labios. De nuevo él se acercó para besarla, los labios de ella se abrieron, su lengua asomo deseosa, él jugo con ella, y mientras la besaba, la envistió de golpe, clavándosela hasta el fondo, notando en el beso como se escapaba una exhalación de placer. En ese momento el la saco se tumbó boca arriba y cogiéndola por la cintura hizo que ella se pusiera sobre él, la sentó sobre su miembro, la agarro con fuerza por el cuello y le dijo: “Fóllame como si te fuera la vida en ello, pero avísame antes de correrte.” Ella asintió con un leve movimiento de cabeza.

Cuanto más rápido movía ella sus caderas, más fuerte apretaba el su cuello, hasta que sus ganas de besarla fueron incontrolables, la agarro por el pelo y tiro de su cabeza hasta juntar sus labios. Mientras ella le follaba, él no podía dejar de mirar aquellos espectaculares ojos azules que transmitían cada sensación que ella sentía, esa boca que cuando no se mordía los labios se abría para jadear sin control. Poco después ella grito: ¡YA, YA!, ¡YAAAA!”

El reacciono rápidamente y cogiéndola por la cintura la subió hasta que quedo sentada sobre su boca, penetrándola al momento con su lengua, sintiendo como ella se corría, como su cuerpo se deshacía en placer y saboreando cada gota de ella que resbalaba por su lengua hasta su garganta.

En ese momento, escucho que una voz desconocida, le decía:” ¿Van a querer algo más los señores?”

“¿Cómo?”- Pregunto confundido –“¿Disculpa? “-Parpadeo y se dio cuenta de que seguía en la terraza donde habían quedado. Volvió a parpadear y vio como ella venia del baño, sonriendo con su sonrisa cautivadora como siempre.

“De momento no, gracias” – Consiguió decir mientras notaba la garganta seca.

Ella se sentó y sin dejar de sonreír le pregunto:” ¿Te has aburrido mucho esperándome?”

El, mientras palpaba disimuladamente su pantalón para comprobar que como sospechaba aquello estaba duro y húmedo, le devolvió la sonrisa y tomando su copa de cerveza le dijo: “Si tu supieras.”




viernes, 15 de enero de 2021

El cuadro


Le habían encargado algo diferente y la idea le pareció muy interesante, tenía que fotografiar un cuadro, plasmar toda su belleza en una simple instantánea. Parecía fácil, pero como aficionada a la pintura sabia de lo complejo del encargo, por eso lo acepto.

Preparo con minuciosidad su Canon, la pantalla para iluminar la obra de forma indirecta y se dispuso a desembalar el cuadro.

La pintura que apareció ante ella era oscura, sombría y bastante desconcertante. Sobre un fondo negro, aparecía una mujer de unos 45 años, sentada y encogida en el suelo, vestía una especie de camisón negro corto, con lo que se veían unas piernas bien definidas pegadas al cuerpo. La mujer tenía las manos sobre la cara, tratando de tapar unas lágrimas que escurrían por sus mejillas y sus ojos de un azul intenso que se vislumbraban entre los dedos.

Planto el cuadro en el caballete que le habían enviado a tal efecto y se colocó detrás de la cámara. Observo por la pequeña ventanita de la cámara y al mover el zoom salto hacia atrás mientras soltaba un leve alarido.

Algo había cambiado en la pintura, no podía ser. Miro fijamente el cuadro y comprobó que todo seguía igual, pero al volver a mirar a través de la cámara vio que la imagen no era la misma. Temerosa, pero con más curiosidad que miedo volvió a manipular el zoom y de nuevo, sorprendida, aunque esta vez sin alarido ni salto, vio como la imagen se modificaba de nuevo. Alejo al máximo el cuadro girando el zoom y la mujer se convirtió en una bonita niña, los ojos que antes solo podía ver entre los dedos, ahora brillaban casi ensombreciendo la inocente sonrisa que a todo el mundo habría llamado la atención. Parecía mirar la cámara con la frescura que solo una cría podría mostrar.

Giro un poco el mecanismo de la cámara y la niña se convirtió en una joven elegante y atractiva que bailaba con los ojos cerrados y los brazos en alto, como poseída por una música que le impedía quedarse quieta, mientras se sabía observada y admirada por toda la gente que, aunque no aparecía en el cuadro seguro que había en ese fondo que había tornado al de una discoteca al aire libre.

Siguió avanzando y la vio con un exquisito vestido de novia, la vio engordar y tener un par de hijos, la vio sonreír mientras montaba a caballo o en moto, la vio volar por encima de esa misma moto y poco a poco vio mientras se acercaba al punto inicial como su sonrisa se borraba, como lloraba a escondidas. Lo que estaba viendo no le gustaba, así que giro más bruscamente el mecanismo de la cámara que provocaba aquello, y se detuvo en el momento en el que la mujer del cuadro tendría cincuenta y tantos años. Aquella mujer estaba frente a un lienzo, sonreía como cuando era niña, y aunque ya no era aquella pequeña, su sonrisa seguía teniendo el brillo de la inocencia, pero sus profundos ojos azules transmitían serenidad y sabiduría, se la veía feliz. Había llegado al final del zoom y no conseguía ver que pintaba aquella mujer, sentía frustración. “¿Qué habría en aquel lienzo?”- Pensó.

Cuando casi se había rendido, recordó que tenía otro objetivo que hacía años que no usaba que podría mostrarle más, salió de la habitación, entro en su dormitorio y buscando entre las cajas que había en el altillo de su armario al final dio con él. Sin perder tiempo volvió a la habitación que usaba como estudio y sin quitar la cámara del trípode procedió a cambiar el objetico. Se colocó detrás de la cámara y manipulando el objetivo comprobó que esta vez avanzaba más despacio, que lo único que hacia la mujer era mirar en su dirección y mover diestramente los pinceles. Al cabo de unos minutos, vio como la mujer giraba el lienzo, volvió a saltar sobresaltada, esta vez incluso grito y se froto los ojos con ambas manos. El trípode se tambaleo estando a punto de caer, pero por suerte no lo hizo.

Se acercó despacio a la cámara, parpadeo varias veces antes de volver a mirar y tras suspirar, se atrevió a mirar. Efectivamente había visto bien, no se había equivocado, en la imagen del cuadro, la mujer sonreía mientras mantenía el cuadro que acaba de pintar entre sus manos. En el lienzo que había pintado, aparecía ella tras la cámara, sabía que era ella misma por el ojo azul que quedaba al descubierto, por la sonrisa ingenua que también se podía ver y porque en el cuadro aparecía una leyenda bajo la imagen que tras su nombre le decía que no olvidara nunca lo fuerte y valiosa que era.

Cerro los ojos un segundo para tratar de no marearse ante aquella extraña visión y al mirar de nuevo, el cuadro había vuelto a su origen, a la mujer encogida que se escondía tras sus manos.

Rodeo la cámara y muy despacio se acercó al caballete, recorrió con sus dedos la pintura y se detuvo en la firma del autor. Su corazón se aceleró, la sensación de mareo regreso y esta vez el grito fue mudo. La pintura estaba firmada por ella y la fecha era un par de años posterior al día de hoy.

Se sentó en el suelo como pudo y tapándose la cara con las manos empezó a llorar al comprender que todo lo que había visto era su vida. La luz se fue y la habitación quedo solo iluminada por un flash difuso mientras ella seguía sentada en el suelo y encogida con su camisón negro.