Pues ya eran las
5 y como me descuidara llegaría tarde. Por fin habíamos quedado para tomar el café
del que tanto llevábamos hablando en el grupo de WhatsApp desde que se creó,
pero habían pasado meses y no había habido forma. Hoy al menos conocería a
alguien más, aunque no a todos, ya que tanto David, como Tati y algunos más se habían
borrado hacia un rato alegando que estaban cayendo 4 gotas.
Aparqué el coche
relativamente cerca y tras ponerme la chaqueta y la dichosa mascarilla, me dirigí
a la terraza del Jhonny`s. Según me acercaba pude distinguir en una mesa a Jose
que era el dueño del local, y a una de las chicas del grupo, aunque no sabia
exactamente quien era, ya que solo las conocía por foto, y ya se sabe que las
mujeres siempre eligen su mejor foto y después no se parecen en nada. Sin saber
quien era, si pude apreciar varias cosas que llamaron mi atención, no parecía muy
alta, tenía una boca llamativa, digamos que sensual y un escote generoso que ya
desde lejos me dejaba saber que me costaría mantener la mirada en sus ojos
mientras habláramos.
Antes de sentarme
nos presentamos, aunque no diré su nombre para poder contaros el resto de lo
sucedido sin ser victima de su furia. Tomamos café los tres charlando y riendo,
incluso rememoramos algunas de las conversaciones del chat, la parte en la que
hablamos del oso de peluche enorme de la hermana de Adriana o los devaneos de Lola
en la isla fueron de los que más risas motivaron.
A eso de las siete,
Jose se disculpó, se despidió y se marcho a recoger a su peque, mola ver cuando
a un tío tan grande se le cae la baba hablando de sus hijos.
Tras esto, como
ella resulto ser incluso mas de hablar que yo, pedimos un vino y empezamos a
hablar de nuestras vidas, de lo humano y de lo divino. La música fue un punto
en común, a ambos nos gustaba también bailar y hacer el tonto de vez en cuando.
Como en el programa ese de citas que presenta Carlos Sobera, la conversación acabo
tocando temas mas escabrosos y sexuales, también en eso pareció que coincidíamos.
Un par de vinos
mas tarde y cuando ya caía la noche, decidimos marcharnos, así que nos
levantamos, y me ofrecí a acompañarla al coche, cosa que ella acepto sonriendo.
Giramos la esquina en la dirección que me indico y seguimos charlando. Nos
detuvimos para dejar pasar a una chica que salía de un portal con un perro y
nada mas pasar la chica, mi acompañante dio un par de pasos rápidos y metió el
pie para que la puerta del portal no se cerrara. Me quede mirándola y le
pregunte:” ¿Qué haces?” – Ella sonrió, alargo su mano para coger la mía y me dijo:”
Ven y cállate, no quiero oírte en los próximos minutos.”
Montamos en el ascensor,
subimos al ultimo piso, y bajamos al descansillo entre el cuarto y el tercero.
Aunque quería preguntar, me había dicho que no hablara y decidí obedecer.
Ella se quedo parada
delante de mí, mirándome a los ojos y simplemente sonriendo. Se mantuvo así
hasta que la luz se apagó, entonces pude sentir el roce de sus manos sobre mi
cuerpo. Mientras sus manos buscaban mi cinturón, sentí sus dientes clavándose en
mi labio antes de besarme como hacia mucho que nadie lo hacía. Me soltó el cinturón,
desabrocho el botón de mi pantalón y lo bajo junto con mi slip. Sentí como se
arrodillaba y eso a su vez me provoco una erección. Antes de que pudiera decir
o hacer nada, sentí sus labios en mi sexo, su lengua jugando conmigo. Se me
escapo un suspiro, después un gemido: “Uffffff”.
“Que te estés callado”-
me ordeno ella.
“¡No puedo!”-Conteste.
“O te callas o
paro y nos vamos”- Volvió a susurrar.
“Noooooo, Ya me
callo”- dije, por último, mientras me retorcía de placer.
Un par de minutos
después, se puso de pie, se desabrocho el pantalón y lo bajo. Me beso
nuevamente con el sabor de mi sexo en su boca y acercando su boca a mi oído me
dijo:” Empótrame contra la pared.”
El deseo me
estaba volviendo loco, así que la giré, la empuje contra la pared, y tras
encontrar su sexo, le hundí el mío con fuerza, con rabia, con violencia incluso.
Fue tan bestial que ella no pudo contener una especie de grito o jadeo, la
verdad es que ya no era capaz de distinguirlo. Me seguí moviendo hasta que sentí
como llegaba al orgasmo, como se dejaba de mover al haber culminado su placer.
Como yo no había terminado, la saque, hice que ella volviera a girarse y
poniendo mis manos en sus hombros la invite a volver a arrodillarse. Ella lo entendió,
siguió mis instrucciones y con su deliciosa boca logro que estallara en pocos
segundos. Se puso en pie, se coloco el pantalón, se relamió y tras darme un
sutil beso me dijo:” Vamos, acompaña al coche a esta indefensa señorita.”
Os podría decir
que después seguimos charlando hasta el coche o cosas similares, pero no seria
cierto, yo simplemente la miraba alucinado y ella se reía con esa sonrisa
picara del que se sabe ganador.
Después de esto
me he cruzado con ella un par de veces, nunca la he vuelto a ver sola, pero
cuando la he visto, nunca hemos hablado de esto, aunque ella suele poner la
misma sonrisa de aquel día para recordarme quien manda.