lunes, 28 de enero de 2013

Quizás, quizás, quizás

¿Que somos nosotros? - Se preguntaba ella mientras pensaba en su compleja relación.
Las llamadas, mensajes, horas de chateo, y aun no lo sabia.
Cuando ella quería caricias y ternura, él le proporcionaba solo espectaculares orgasmos. Cuando necesitaba un si, siempre recibía un no. Aquello era demasiado complejo para un vulnerable corazón. Todos la veían como una persona fuerte, pensaban que era irrompible, pero ya eran incontables las veces que se había sentido muerta y había tenido que renacer, que reinventarse a ella misma.
Hacia muy poco dijo a un amigo que ya no volvería a suceder, que sus labios no volverían a besar a otro hombre, pero como casi siempre su corazón había decidido otra cosa. Su boca anhelaba ser acariciada, sus manos necesitaban sentir el calor del pecho bajo ellas y su mente necesitaba sorprender a alguien. Todo ello por su estúpido corazón.
Aquello no debería seguir así, debería terminar, pero ¿Como hacerlo?.
Se preparo una taza de te, ahora le había dado por probar todas las variedades que encontraba, aunque sin saber porque. Se planto ante el teclado y comenzó a escribir:

"Querido mio, me veo en la necesidad de finalizar con este extraño lo que sea que estamos viviendo.
Soy una mujer con los pies en la tierra, y vivir de tus fantasias no puede ser sano para mi, así que te agradecería que no volvieras a ponerte en contacto conmigo.
Ha sido un placer, y sabes que lo digo literalmente, jugar a este juego contigo, pero al final, como esperabas, has encontrado mis limites, y vivir en ellos no me favorece.
Quizás............"

Borro todo lo escrito y alargo su mano para coger el teléfono. Abrió la aplicación por la que se comunicaban, y puso una escueta pregunta:" ¿QUIZAS?"
Como esperaba su respuesta fue inmediata. El teléfono sonó, se recosto en el sofá, y se dispuso a jugar con su cuerpo mientras el hacia lo propio al otro lado.





jueves, 24 de enero de 2013

La otra Cenicienta.



El frio intenso de la noche llegaba a ella con más claridad que nunca a través de su pie descalzo.  Había perdido un zapato, y contemplaba el otro recordando el día que los compro, rememorando el deseo que él le transmitió de vérselos puestos. Los besos, las caricias y la ternura de aquel momento.
Sentada en aquel gélido banco de piedra,  luchando con sus sentimientos encontrados, no dejaba de pensar en que él era su primer amor, y siempre había querido que fuese además el último. Estaba tan enamora que sin darse cuenta se había convertido en un ser gregario, alguien sin autoestima, una mujer que no se valoraba y que incluso se sentía culpable por la situación. Estaba convencida de que había sido ella la que le había provocado, que era ella la culpable de todo aquello.
Noto algo helado en su mejilla, era una pequeña lagrima, no sabía si por el dolor de su corazón o por esa mano marcada en su brazo, y que tomaba tintes morados por momentos.
Le amaba y le temía. Cuando estaba tranquilo era el ser más tierno y dulce del mundo, pero cuando perdía los papeles, entonces el mundo se oscurecía, su corazón se encogía y su cuerpo temblaba. ¿Se podía querer y odiar a alguien con la misma fuerza? Sabía la respuesta.
A lo lejos escucho el ronco ruido de una motocicleta. No  tenia duda de que era él, siempre sabia donde encontrarla. Paro frente a ella y con una mirada que nadie sabría describir, la insto a que montase. Ella subió, le abrazo con fuerza y hundió la cabeza en su espalda. Por hoy no habría más gritos ni golpes, por hoy todo había terminado, pero después de la calma siempre viene una tempestad, y eso siempre la mantendría asustada.


Musica y pensamientos.

En su cabeza escuchaba las notas que salían de un viejo piano.
Recordaba frases inconexas que la habían descolocado, y sensaciones extrañas que no lograba entender.
Aquella música estaba transportándola a los brazos de Morfeo.
Le costaba dormirse con esa rara sensacion, y con una pregunta no respondida que la había puesto nerviosa sin saber porque.
El ritmo constante de la melodía sosegaba su respiración, en algún momento alterada sin motivo.
Le imaginaba riendo ante su inquietud, ¿Habria sido ,como dijo, capaz de predecir su siguiente pregunta?
Paz, solo paz notaba en su interior al perderse en esa sonora pieza.
¿Sería si?, ¿Sería no?
Era un buen himno para una noche diferente.
¿Que le importaba a ella? No entendía nada, no se comprendía a si misma.
Con esos acordes podía viajar a otro lugar, el poder de la música era infinito.
Era como si le conociera de siempre, le había contado cosas que nadie mas sabia, y sin embargo era un extraño.
La melodia y sus pensamientos se mezclaron para componer una hermosa canción, y finalmente Morfeo pudo abrazarla, mientras en su cara asomaba una leve sonrisa de felicidad.